Espa?a no puede perder Cuba dos veces
Muchos mandatarios se han adelantado, pero el Gobierno de Rajoy parece decidido a recuperar el tiempo perdido con La Habana
La diplomacia espa?ola tiene un grave problema: las estrategias a veces dependen m¨¢s del color ideol¨®gico de quien ocupa La Moncloa que de los intereses de Estado. Otra caracter¨ªstica que asoma de vez en cuando es su falta de reflejos. Ambas cosas se han dado la mano en las relaciones con Cuba.
Esta joya del Caribe que Espa?a perdi¨® con dolor en 1898 dando lugar a un cataclismo nacional cargado de pesimismo ha sido en las ¨²ltimas d¨¦cadas un elemento de confrontaci¨®n pol¨ªtica interna que no ha hecho ning¨²n bien a ninguna de las dos partes. Desde que Felipe Gonz¨¢lez visit¨® la isla en 1986, Madrid inici¨® una estrategia de alejamiento que culmin¨® con la pol¨ªtica de mano dura de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Este logr¨® que en 1996 la Uni¨®n Europea adoptara una posici¨®n com¨²n de reducir al m¨ªnimo las relaciones diplom¨¢ticas. Espa?a, con 250 empresas radicadas en la isla, es el tercer socio comercial de Cuba y el primero europeo. As¨ª que si hab¨ªa un pa¨ªs perjudicado por ese distanciamiento en nombre de los derechos humanos (un asunto que no parec¨ªa preocupar con otras naciones) ese era Espa?a. Dura posici¨®n que tampoco logr¨® la apertura democr¨¢tica del r¨¦gimen.
Algo se mueve en Cuba y la comunidad internacional se ha apresurado a celebrarlo. En diciembre de 2014, Washington anunci¨® el deshielo. El presidente franc¨¦s Fran?ois Hollande se marc¨® el tanto de ser el primer mandatario occidental en visitar la isla seis meses despu¨¦s. Le han seguido el expresidente americano Barack Obama, el vicecanciller alem¨¢n Sigmar Gabriel, el presidente chino Xi Jingping, la alta representante de la UE Federica Mogherini y hasta el Papa Francisco. ?Y Espa?a? S¨ª, algunos ministros volaron a La Habana en este tiempo, pero la vieja metr¨®poli parec¨ªa estar entretenida en otras cosas mientras el resto del mundo intentaba hacer negocios en ese para¨ªso tur¨ªstico dispuesto a abrirse de verdad a la econom¨ªa de mercado y, quiz¨¢, en un futuro, a la democracia.
La falta de reflejos de Espa?a era evidente hasta que, por fin, la posici¨®n com¨²n europea pas¨® a mejor vida en 2016 y el mismo partido que fue de Aznar rectificaba el tiro intensificando las relaciones. El lunes pasado la diplomacia espa?ola acog¨ªa al canciller cubano Bruno Rodr¨ªguez en Madrid y aceptaba la invitaci¨®n cursada al Rey y al presidente del Gobierno de visitar oficialmente la isla. El ministro de Exteriores Alfonso Dastis tiene raz¨®n. M¨¢s vale tarde que nunca. Dastis asegura que tal visita se realizar¨¢ antes de que Castro abandone el poder, lo que tiene planeado para febrero del pr¨®ximo a?o.
El tiempo apremia y el momento es ¨®ptimo, cuando Donald Trump sigue sin dar se?ales de querer revocar la pol¨ªtica de apertura de su predecesor. ?Ser¨¢ capaz de darse un poco de prisa el parsimonioso Mariano Rajoy? Otros peor posicionados se adelantan. Espa?a no puede perder Cuba; otra vez. Un veterano diplom¨¢tico, mucho m¨¢s moderado, lo expresa de otra manera: Espa?a est¨¢ ya bien situada en la isla, pero pod¨ªa estar mejor.
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