Redundante
La participaci¨®n de Rajoy como testigo en el caso G¨¹rtel ofrecer¨¢ a los espa?oles la oportunidad de valorar su sinceridad
Horas antes de que el tribunal que juzga parte de la trama G¨¹rtel citara como testigo al presidente Rajoy, la fiscal¨ªa repet¨ªa el argumento de que su citaci¨®n era innecesaria. Alguien que ha dirigido cinco campa?as electorales del partido y fue su m¨¢ximo dirigente en parte del periodo que se juzga puede aportar un testimonio muy esclarecedor. Pues no, la fiscal¨ªa sosten¨ªa que era redundante, porque la contabilidad paralela del partido ya es algo conocido. El testigo redundante es una nueva categor¨ªa del g¨¦nero judicial. Incluso los m¨¢s cercanos a Rajoy insisten en decir que ¨¦l fue quien desactiv¨® la red fraudulenta de Correa y sus organizadores de actos, oblig¨¢ndoles a desplazarse a otras regiones m¨¢s amigables. En el supuesto de que algo de eso fuera cierto, el testimonio de Rajoy ya ser¨ªa interesant¨ªsimo. Si supo que actuaban de manera corrupta, si percib¨ªa sus malas artes, si los apart¨® de la sede central, por donde se paseaba Correa como un virrey en tiempos de Aznar, ser¨ªa magn¨ªfico que contara al tribunal los hechos que le llevaron a sospechar, por qu¨¦ no denunci¨® nada en absoluto y por qu¨¦ permiti¨® que siguieran trajinando, por ejemplo, en la simp¨¢tica sucursal valenciana del partido.
Las mentiras en torno a la financiaci¨®n del partido, a la colecta continuada entre empresas constructoras y similares que luego recib¨ªan contratos p¨²blicos, es una sombra enorme que no podemos quitarnos de encima. Es una sombra redundante. Un juez federal de Estados Unidos ha condenado a la multinacional Odebrecht a pagar 2.600 millones de d¨®lares de multa por mordidas y sobornos. ?Para cu¨¢ndo una condena as¨ª en Espa?a que restituya tanto dinero p¨²blico desviado a empresas privadas a cambio de financiaci¨®n de campa?as y prebendas personales? A ello podr¨ªa contribuir un juicio profundo y bien testimoniado, no la habitual interferencia con la justicia, las zancadillas, las negativas a informar, los acuerdos oscuros, el pacto de silencio, la destrucci¨®n de pruebas.
La participaci¨®n de Mariano Rajoy como testigo en un juicio de este calado ofrecer¨¢ a los espa?oles la oportunidad de valorar la sinceridad de su m¨¢ximo dirigente. La ley obliga al testigo a decir toda la verdad y no hacerlo es delito. Los acusados, en cambio, cuentan con la garant¨ªa legal de su silencio, su amnesia e incluso su mentira, por burda que sea. Pero no as¨ª un testigo. Las respuestas de Rajoy no pueden ser una an¨¦cdota, un discurso difuso ni una incomodidad fotog¨¦nica. Tiene que ser la cita con la verdad, una verdad que se les hurta a los espa?oles desde el inicio de este caso poblado de mentiras redundantes.
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