Sanjurjo, Utrera y el franquismo persistente
Franco est¨¢ declarado ausente, pero act¨²a interna e intensamente con mano corrupta. Ni ha sido expulsado, ni conjurado; por el contrario, algunos lo tienen como patr¨®n
Por pura convenci¨®n denominamos Guerra Civil a lo que sucedi¨® en Espa?a entre 1936 y 1939. Los dos bandos estaban dirigidos por espa?oles que defend¨ªan modelos pol¨ªticos y sociales diferentes. Pero hay un aspecto crucial que no responde a la naturaleza de una guerra civil. El bando franquista aplic¨® t¨¦cnicas y t¨¢cticas b¨¦licas propias de una guerra colonial. El Ej¨¦rcito de ?frica actu¨® en Espa?a y sobre los espa?oles tal como lo hizo en el Protectorado contra los rife?os rebeldes. El patr¨®n de conducta sobre el terreno ¡ªb¨¦lico o civil¡ª incluy¨® como directrices autom¨¢ticas el exterminio, el saqueo y la mutilaci¨®n. Igual que en 1934, Franco import¨® un ej¨¦rcito de ocupaci¨®n y convirti¨® un enfrentamiento b¨¦lico al uso en una guerra tribal. El Ej¨¦rcito de ?frica no ten¨ªa l¨ªmites ¡ªsu creadores, Mill¨¢n Astray y Franco, no se los pusieron¡ª para sus atrocidades ni para su rapacidad.
Cuentan que cuando la Duquesa de la Victoria acudi¨® a Marruecos para organizar un cuerpo de enfermeras los legionarios le dieron la bienvenida entreg¨¢ndole un cesto de rosas con dos cabezas cortadas de moros en el centro floral. Y Primo de Rivera pas¨® revista a un batall¨®n de la Legi¨®n que portaban cabez de moros clavadas en las bayonetas. Este fue el jinete del Apocalipsis que Franco liber¨® en 1936 sobre territorio espa?ol. A pesar de estas y otras multiples evidencias, el franquismo goza de amplia aceptaci¨®n institucional y de una amplia tolerancia en centros de decisi¨®n y poder. Dos ejemplos calientes y recientes, ¨²ltimos de una larga lista.
El general Jos¨¦ Sanjurjo, marqu¨¦s del Rif, primer golpista durante la Rep¨²blica, fue enterrado en el Pabell¨®n de H¨¦roes Regulares del Cementerio de Melilla el mes pasado ¡ªexpulsado por iniciativa del ayuntamiento de Pamplona de su tumba navarra¡ª con un protocolo confuso en el que algunos han visto honores militares y otros precisan que no hubo tal, por ausencia de armamento y salvas. Pero lo que importa es que al acto asisti¨® Juan Jos¨¦ Imbroda (PP), presidente de la Ciudad Aut¨®noma de Melilla, a t¨ªtulo privado. No hay nada m¨¢s revelador que la asistencia privada de un cargo p¨²blico a una ceremonia de ese tipo. No s¨®lo demuestra la m¨¢xima autoridad pol¨ªtica de Melilla acepta la conducta golpista de Sanjurjo sino que puede desdoblar a voluntad su condici¨®n institucional de su condici¨®n privada sin mayores escr¨²pulos y con cualquier clase de excusa.
Despu¨¦s lleg¨® el entierro del vicepridente y ministro franquista, Jos¨¦ Utrera Molina. Una alegre muchachada cant¨® el Cara al Sol en el entierro del finado. Al Gobierno de la naci¨®n, faltar¨ªa m¨¢s, no le ha preocupado en absoluto. Una nube m¨¢s en nuestro cielo. Ning¨²n fiscal se ha preguntado ¡ªsiquiera ret¨®ricamente¡ª si hubo exaltaci¨®n del franquismo. Cornford acu?¨® el t¨¦rmino Infiguraci¨®n para describir un proceso sociopol¨ªtico en el que una figura est¨¢ en apariencia ausente, pero permanece internamente presente. Eso es lo que sucede en Espa?a: Franco est¨¢ declarado ausente, pero act¨²a interna e intensamente con mano corrupta. Ni ha sido expulsado, ni conjurado; por el contrario, algunos lo tienen como patr¨®n.
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