Le Pen avanza peligrosamente
Las divisiones en el frente republicano impulsan a la candidata xen¨®foba
La Francia de 2017 es bien distinta de la de hace tres lustros y su deriva es inquietante. No se puede interpretar de otra manera el ascenso del partido xen¨®fobo y ultranacionalista Frente Nacional, que puede rebasar el pr¨®ximo domingo el 40% de los votos frente al socioliberal Emmanuel Macron. El cuidadoso lavado de cara que Marine Le Pen ha aplicado al FN que fund¨® su padre ha calado en la sociedad francesa (7,6 millones de votos en la primera vuelta del 23 de abril pasado) y en las ¨¦lites de partidos antes alineados con los valores republicanos y que ahora hacen dejaci¨®n de ellos. El escenario no es catastr¨®fico. Macron es el favorito para el asalto final. Pero s¨ª dolorosamente preocupante.
El FN est¨¢ obteniendo valiosos apoyos a derecha e izquierda. Retoques oportunistas en su programa electoral (que anunciaba el abandono inmediato del euro y el fin de la escolaridad gratuita para los hijos de los extranjeros) est¨¢n logrando m¨¢s apoyos. Estos, como se?ala Macron, se nutren de la c¨®lera de los franceses, pero tambi¨¦n de los errores y las vergonzantes cesiones de los adversarios.
El incumplimiento de los compromisos electorales de los partidos hegem¨®nicos (ahora eliminados), la crisis econ¨®mica que sufre (y, sobre todo, siente) el pa¨ªs y el abandono de los ideales sobre los que se erigi¨® la Rep¨²blica han abonado el campo al lepenismo, que hoy se permite el lujo de autoproclamarse el partido del pueblo e incluso se apropia de la fiesta del trabajo.
Editoriales anteriores
El conservador Fran?ois Fillon extrem¨® su discurso y ahora un tercio de sus seguidores se inclina por el FN. La derecha ultracat¨®lica que ¨¦l acogi¨® tambi¨¦n mira a Le Pen ante el silencio c¨®mplice de la c¨²pula eclesi¨¢stica. La traici¨®n de otro conservador que se proclama gaullista, Nicolas Dupunt-Aignan, adhiri¨¦ndose al proyecto ultraderechista desbroza a¨²n m¨¢s el proceso de normalizaci¨®n del FN.
Especialmente imperdonable resulta la colaboraci¨®n de la izquierda radical de Jean-Luc M¨¦lenchon, aliado a los postulados de Le Pen con su discurso antiglobalizador, antieuropeo y chavista. Su irritante ambig¨¹edad tras la primera vuelta en la petici¨®n del voto contra Le Pen ha sido el ¨²ltimo y clamoroso espaldarazo a la ultraderecha. De nada sirve ya que en la recta final alerte contra el peligro del FN. Ha aventado la semilla de la abstenci¨®n, la misma que regal¨® el triunfo al Brexit. Autorizadas voces de la derecha tambi¨¦n exigen el derecho a abstenerse, obviando que ello solo beneficiar¨¢ a Le Pen.
La gangrena del populismo y la xenofobia se extiende en Francia y en Europa. Ignorando las lecciones del pasado, se instala una suerte de condescendencia letal para la democracia. El FN, como otros movimientos ultraderechistas, bebe del colaboracionismo, del filonacismo y del antisemitismo. La designaci¨®n para la presidencia interina del partido del negacionista Jean-Fran?ois Jalkh es la prueba de que no se puede bajar la guardia. Solo la hemeroteca ha obligado a Jalkh a abandonar el puesto. Nada indica que sus ideas sean hoy distintas de las que le llevaron a poner en duda las c¨¢maras de gas como sigue haciendo todav¨ªa de vez en cuando el fundador del FN.
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