La gala del Met se pliega ante la cr¨®nica rosa
En su eterno equilibrismo entre el arte y la industria, la villana de la moda, Anna Wintour, no pudo evitar que su gran noche se alejara de la reivindicaci¨®n de prestigio
En su eterno equilibrismo entre el arte y la industria, la villana de la moda, Anna Wintour, no pudo evitar que su gran noche, la gala Met, se fuera, quiz¨¢ m¨¢s que nunca, hacia la s¨ªntesis de la cr¨®nica rosa del momento y se alejara de la reivindicaci¨®n de prestigio que supon¨ªa ese tent¨¢culo de poder de la editora de Vogue en el museo Metropolitano de Nueva York.
La exposici¨®n del Instituto del Traje de este a?o, la que da leit motiv a la gala, est¨¢ dedicada, por primera vez desde 1983, a un dise?ador vivo. En este caso a una dise?adora, la japonesa Rei Kawakubo, el nombre detr¨¢s de la firma Comme de Gar?ons. Quiz¨¢ por eso, hubo poca sensaci¨®n de paso a la posteridad y de tiran¨ªa de la actualidad. Que si Jennifer L¨®pez aprovech¨® para vestir de largo su romance con el exjugador de b¨¦isbol Alex Rodr¨ªguez con un precioso traje de Valentino con el baby blue que relanz¨® Melania Trump. Que si Selena G¨®mez present¨® su romance con The Weekend y luci¨® un vestido de Coach bien sencillo, pero con un bolso que dec¨ªa "first love yourself¡±, como respondiendo al ¨¦xito de la canci¨®n de su ex Justin Bieber. Que si Kim Kardashian acudi¨® sola porque Kanye West sigue en su retiro por crisis psiqui¨¢trica y lo hizo m¨¢s sobria que nunca, como recordando que sufri¨® un robo en Par¨ªs hace unos meses y est¨¢ en una etapa m¨¢s naturalista. Y as¨ª sucesivamente. Kawakubo hab¨ªa lanzado un mensaje claro despu¨¦s de los ¨²ltimos dislates con los que las celebridades interpretaban el hilo argumental, tras ver kimonos nipones en exposiciones sobre China, por ejemplo. Ella no representa Jap¨®n, dijo, sino que escapa de su rigidez de g¨¦nero y apuesta por la fluidez. La exposici¨®n que repasa su trayectoria habla de un in-between, un punto inclasificable que huye de la tradici¨®n y ella solo dio una clave para el c¨®digo de vestuario de la noche: vanguardia. Pero hubo un aroma algo ef¨ªmero y barato en un momento, no en vano, en el que el museo Metropolitano de Nueva York afronta una deuda anual de 15 millones de d¨®lares, y esta gala, que ha sido apodada como ¡°el cajero autom¨¢tico del museo¡± y que el a?o pasado recaud¨® 13 millones a golpe de 30.000 d¨®lares por cubierto, no deja de ser una tabla de salvaci¨®n que pone los pelos de punta a los m¨¢s puristas de la ¨¦lite cultural.
Esta ¡°fiesta de la insignificancia¡±, como dir¨ªa Milan Kundera, ech¨® de menos a algunos de sus grandes iconos. La ausencia de Beyonc¨¦, con su embarazo de gemelos, dej¨® sensaci¨®n de final abierto, de orfandad de broche de oro o traca final. En la era de las cr¨®nicas que se dan la vuelta a ¨²ltima hora como en los Oscar de La La Land y Moonlight, se esperaba una sorpresa de ¨²ltima hora que sirviera de hilo narrativo. Pero ni siquiera Sarah Jessica Parker hizo acto de presencia. Quiz¨¢ el mensaje era de realismo: s¨ªmbolo de que la moda de Nueva York cambia de ciclo desde que muri¨® ?scar de la Renta y tanto Diane Von F?rstenberg como Ralph Lauren salieron de las marcas que llevaban su nombre. Falta el abolengo, y eso que s¨ª pis¨® la alfombra blanquiazul la mism¨ªsima Caroline Kennedy, la misma que puso en el mapa a Carolina Herrera cuando la eligi¨® como dise?adora de su vestido de novia en los a?os 80, pero que esta vez tampoco acert¨® aun dej¨¢ndose en manos de la propia Kawakubo, que la estrangularon entre volantes y floripondios.
As¨ª las cosas, Rihanna fue la que m¨¢s forz¨® los l¨ªmites, vestida tambi¨¦n de Comme des Gar?ons, gracias un voluminoso modelo desjironado, que reverber¨® en las redes sociales con imitaciones realizadas con prendas de la cesta de la ropa sucia, aunque no dio tanto juego en las redes sociales como su largu¨ªsima cola amarilla de hace dos a?os, que incendi¨® Twitter convertida en tortilla de patata. Katy Perry se esforz¨® recuperando a John Galliano en ese traje de Margiela que era una mezcla entre viuda sangrienta y cabeza de robot dist¨®pico. Y Madonna volvi¨® a errar el tiro con su provocaci¨®n demasiado trillada en un vestido militar, con cantimplora incluida, firmado por Jeremy Scott para Moschino. Su obsesi¨®n por el ahora le est¨¢ quitando poco a poco el bien ganado status de leyenda.
Perry era una de las coanfitrionas de la gala, junto con una Giselle B¨¹ndchen, que se fue al extremo opuesto: a la limpieza met¨¢lica de un dise?o de Stella McCartney. Dakota Johnson, por su parte, cambi¨® su tendencia el vestido de c¨®ctel por un Gucci que casi la ahogaba con sus flores negras y Gigi Hadid se marc¨® un mono de Tommy Hilfiger solo apto para supermodelos.
Finalmente, el clan Kardashian, adem¨¢s de a Kim, llev¨® a Kylie Jenner vestida con un modelo bien cargado en color nude con firma Atelier Versace y Kendall luci¨® m¨¢s piel que tela enfundada en un dise?o de La Perla. Y as¨ª, las reinas de las redes sociales supieron sacar partida a una alfombra cuya ¨²nica manera de ser seguida sin ser la cr¨¨me de la cr¨¨me era abriendo perfiles de Instagram, siguiendo snapchats o, si se quer¨ªa de manera oficial, abriendo el Facebook Live 360 que ofrecieron los organizadores.
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