Ortopedia
Al imaginar a una mosca intentando mantenerse en pie sobre dos patas, como un gorri¨®n, not¨¦ un movimiento de p¨¢nico en los intestinos
A mi hija, que tiene cinco a?os, la llevo siempre de la mano por miedo a que la gravedad desaparezca debajo de sus pies y salga volando, me dijo la mujer.
Cre¨ªa, pobre, que el mundo estaba lleno de espacios libres de gravedad, agujeros inversos en los que uno pod¨ªa caer hacia arriba y perderse. Hab¨ªamos entablado conversaci¨®n en el parque, cuando descans¨¢bamos del paseo matinal en los dos extremos del mismo banco. Todo empez¨® al solicitarme ella que le atara el cord¨®n de una de las zapatillas, que se le hab¨ªa soltado. Me pareci¨® un pedido extra?o, pero luego, mientras la complac¨ªa, me explic¨® que no pod¨ªa agacharse porque una de sus piernas era ortop¨¦dica y ten¨ªa un problema mec¨¢nico en la articulaci¨®n de la rodilla. No dijo qu¨¦ pierna y tampoco me atrev¨ª a preguntarle. Hac¨ªa fresco, por la hora, pero hab¨ªan anunciado un d¨ªa de calor. Pens¨¦ que el sol empezar¨ªa a calentar antes de que me diera tiempo a llegar a casa. Por decir algo, hice un comentario casual sobre el alboroto que organizaban los p¨¢jaros a nuestro alrededor. Entonces ella dijo que su hija cre¨ªa que las moscas eran p¨¢jaros peque?os. La idea me sobrecogi¨®. ?Y las patas?, pregunt¨¦. ?Qu¨¦ pasa con las patas?, dijo ella. ?A su hija no le extra?a que tengan seis?, dije yo. A veces, les quita cuatro, dijo ella.
Al imaginar a una mosca intentando mantenerse en pie sobre dos patas, como un gorri¨®n, not¨¦ un movimiento de p¨¢nico en los intestinos. Entonces pas¨® corriendo, en pantal¨®n corto y camiseta, una pareja y luego otra. Bueno, dije incorpor¨¢ndome, voy a ver si me pongo en marcha. La mujer, por fortuna, no intent¨® retenerme, y yo me dirig¨ª a la salida sin mirar atr¨¢s, pero con miedo a que me siguiera, y tambi¨¦n a caer en un espacio sin gravedad.
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