Los mejores
Los l¨ªderes valientes persuaden a pocos mientras los peores resultan m¨¢s convincentes
Ricardo Lagos tuvo que declinar su candidatura a la Presidencia de Chile. Solo un cuatro o cinco por ciento de los encuestados lo apoyaba. Dej¨¢ndose llevar por esas encuestas ¡ªen vez de luchar para cambiarlas¡ª el Partido Socialista descart¨® a su mejor l¨ªder. En una inusual votaci¨®n secreta apenas un tercio del Comit¨¦ Central apoy¨® a Lagos.
¡°Si no logr¨¦ convencer a los m¨ªos¡¡±. Ese fue el estoico comentario de Ricardo Lagos al retirar su candidatura.
Esa frase del expresidente Lagos me record¨® un verso prof¨¦tico de William B. Yeats: ¡°Los mejores carecen de toda convicci¨®n, mientras los peores est¨¢n llenos de apasionada intensidad¡±.
El poder de convicci¨®n de los mejores est¨¢ en crisis (y no solo en Chile). Las mejores ideas, los hombres o mujeres ejemplares, no convencen a la mayor¨ªa. Aquellos l¨ªderes valientes ¨Ccomo Lagos¨C que se atreven a proponernos un camino de cambios largo, gradual y esforzado, persuaden a muy pocos.
En cambio, los simplistas, que juran conocer atajos hacia la inmediata satisfacci¨®n de las necesidades sociales, convencen a muchos con su rotundidad gritona. ¡°Los peores est¨¢n llenos de apasionada intensidad¡±.
Otros art¨ªculos del autor
Ricardo Lagos representa a la mejor izquierda chilena. Esta izquierda moderna y moderada, en alianza con el centro pol¨ªtico, le dio a Chile un progreso gradual pero seguro cuyos logros asombraron a medio mundo.
Esa izquierda moderada surgi¨® de una doble adversidad: la derrota y el desenga?o. La dictadura de Pinochet derrot¨® y persigui¨® con sa?a a los partidarios de la Unidad Popular. Muchos de sus militantes fueron encarcelados, torturados o muertos. Otros miles salieron al exilio.
Agravaron esa derrota los desenga?os sufridos por la izquierda desde los setenta. En 1989, mientras terminaba la dictadura en Chile, cay¨® el muro de Berl¨ªn. En cosa de meses la URSS y los reg¨ªmenes socialistas de Europa Central fueron derribados por sus propios pueblos. El comunismo chino hab¨ªa sido m¨¢s astuto: traicion¨® su ideario adoptando el capitalismo para mantenerse en el poder. Deng Xiaoping condujo esa voltereta ideol¨®gica con implacable pragmatismo: ¡°no importa el color del gato con tal de que cace los ratones¡± (de la pobreza). En Latinoam¨¦rica somos menos pragm¨¢ticos. La Revoluci¨®n Cubana escogi¨® ahondar su fracaso. En los noventa, privada de los subsidios de la URSS, la dictadura castrista prefiri¨® sumir a su pa¨ªs en una orgullosa miseria antes que cambiar.
La izquierda de Chile transform¨® el pa¨ªs, pero fue incapaz de relatar su propia ¨¦pica
Los j¨®venes chilenos que al inicio de los setenta so?aron con hacer una revoluci¨®n socialista sufrieron una derrota y luego muchos desenga?os. Algunos se hundieron en la decepci¨®n. Otros se encastillaron en el resentimiento. Pero la mayor¨ªa tuvo el coraje de hacer autocr¨ªtica y revisar sus ideas sin abandonar sus ideales. Ellos tuvieron la fortaleza de cambiar (solo los d¨¦biles le temen a los cambios). Y esto los convirti¨® en los mejores.
Con el liderazgo de los mejores Chile tambi¨¦n cambi¨®. Esa izquierda renovada pudo aliarse con el centro pol¨ªtico formando una ¡°izquierda centrada¡± que condujo la transformaci¨®n del pa¨ªs. En 1990 m¨¢s de un 40% de la poblaci¨®n chilena viv¨ªa en la pobreza; en 2010 los pobres eran menos de un 10% (aunque esto sigue siendo mucho). En veinte a?os un pa¨ªs peque?o y atrasado pas¨® a liderar Latinoam¨¦rica en salud, en educaci¨®n, en desarrollo humano. Y al mismo tiempo se reconstruy¨® una democracia. Los muchos defectos de esos gobiernos de centroizquierda disminuyen ante la enorme realidad de sus logros. Millones de personas emergieron de una miseria secular. Algo que sus padres y abuelos solo pudieron so?ar.
?Por qu¨¦ contar de nuevo esa historia que al menos Chile deber¨ªa conocer bien? Quiz¨¢s hay que hacerlo porque no se cont¨® bien. Un defecto de esa izquierda renovada fue su incapacidad de relatar su propia ¨¦pica. Esa generaci¨®n forjada en el infortunio y el desencuentro supo ponerse de acuerdo y desarrollar un pa¨ªs en libertad. Realizaron una haza?a, pero no la narraron con la fuerza necesaria. Quiz¨¢s pensaron que sus obras hablar¨ªan por ellos. Error grave porque muchos interpretaron esa modestia como falta de convicci¨®n. Y no es posible convencer sin mostrarse convencido.
Ricardo Lagos fue de los pocos que mostr¨® esa convicci¨®n. En general fueron ¡°los peores¡± quienes se quedaron con la palabra. ¡°Llenos de apasionada intensidad¡±, menospreciaron lo realizado. Con celo religioso vieron solo el ¡°pecado original¡± en lo que fue y es una gesta pol¨ªtica muy original. Tras ellos vinieron los populistas sonrientes y esos j¨®venes indignados que quieren recibir gratis lo que cost¨® tanto.
Los mejores deben recuperar su poder de convicci¨®n (y no solo en Chile). Es urgente.
Carlos Franz es escritor. Su novela m¨¢s reciente es Si te vieras con mis ojos.
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