Las madres salen del armario
Las cosas empezar¨¢n a cambiar en serio cuando cada una geste, para, cr¨ªe y eduque como quiera
Hoy no es el d¨ªa, sino el a?o de las madres. Hoy, adem¨¢s de las flores, los collares de macarrones, los perfumes de todo octanaje y los restaurantes a reventar de hijos festejando a las autoras de sus d¨ªas, hay un in¨¦dito ruido de fondo alrededor de esta fiesta que unos celebran por gusto y otros porque lo dicen los grandes almacenes. El que ha provocado la salida, qu¨¦ digo salida, la estampida del apolillado armario de los t¨®picos sobre la maternidad perfecta de un pu?ado de mujeres que se ha atrevido a gritar en libros y entrevistas por tele, prensa y wifi una obviedad que llevaba milenios sepultada bajo toneladas de alm¨ªbar, abnegaci¨®n y entrega absoluta a las cr¨ªas. La maternidad podr¨¢ no tener precio para algunas, pero desde luego, no es gratis para nadie. Y algunas no la quieren ni regalada.
Lejos del no tan remoto "dar mucho, pedir poco" de la medalla de la madre que a¨²n llevan colgada al cuello algunas abuelas, las hijas y nietas de aquellas progenitoras reivindican que, adem¨¢s de madres, son personas. Con deseos, frustraciones, quejas ¡ªs¨ª, quejas¡ª y anhelos. Y que, a pesar de que para muchos pasan a ser la mam¨¢ de o, en el mejor de los casos, una MILF ¡ªmother you like to fuck¡ª?en cuanto paren, adem¨¢s de nodrizas y matronas, son mujeres. Algunas, incluso, no desean ser madres en absoluto. Nada nuevo bajo el agujero de ozono. Pero, a lo que se ve, s¨ª revolucionario, a tenor de la que les ha ca¨ªdo encima a algunas por gritarlo, y no precisamente desde el heteropatriarcado, sino desde las propias cong¨¦neres.
Dejemos aparte la eterna lucha por la conciliaci¨®n, la corresponsabilidad, los techos de cristal, los de cemento y los de hormig¨®n armado y hablemos de nuestras propias contradicciones. A la periodista Samanta Villar, por ejemplo, le llovieron cr¨ªticas de mujeres por osar decir en su libro que ser madre no era lo mejor que le hab¨ªa pasado su vida y que, al parir a sus mellizos, su vida tal y como la conoc¨ªa, hab¨ªa terminado. Al tiempo, la periodista Sara Carbonero, madre de dos ni?os, se sumaba a una iniciativa promovida por una empresa l¨¢ctea para cambar la definici¨®n de la palabra "madre" en la RAE, incluyendo conceptos como la entrega absoluta, el amor incondicional y la renuncia a una misma, y tambi¨¦n le cayeron chuzos de punta. Esa es la novedad. Que se hable. Que se debata. Que se discuta. Que la maternidad entre en la agenda.
El ruido de fondo no altera lo fundamental desde que el globo es globo. Ser madre es caro, duro, disuasorio en algunos casos. Pero compensa. O no. Y el mundo sigue girando. Hoy es nuestro d¨ªa, nuestro a?o, comadres. Pondremos las flores en agua, nos pondremos los collares de macarrones aunque nos horroricen, nos rociaremos una micra del perfume dulz¨®n que nos han regalado los cr¨ªos en los pulsos y nos echaremos 2.500 calor¨ªas al cuerpo en la comilona de marras. Buenas somos nosotras. Todito te lo consiento menos faltarle a mi madre. Convengamos, no obstante, en que las cosas empezar¨¢n a cambiar en serio cuando cada una geste, para, cr¨ªe y eduque como quiera a su prole. Cuando no se la juzgue ni se la condene m¨¢s all¨¢ de la sana discrepancia. Cuando en los medios, en este sin ir m¨¢s lejos, no se publiquen solo listas de regalos para mam¨¢s con cremas antiarrugas?¡ªnada que objetar, soy p¨²blico objetiv¨ªsimo¡ª, cuando para el d¨ªa del padre se publicaron bazares de tecnolog¨ªa. La verdadera normalidad habr¨¢ llegado cuando sea a la inversa y nadie se percate de nada. Y ese reto nos incumbe a todos.
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