Una tradici¨®n sexista
El que solo se utilice un determinado perfil de mujer, la indumentaria y la actividad que realizan confiere a las azafatas deportivas un marcado car¨¢cter de objeto sexual
El deporte no debe convertirse en un foco de difusi¨®n de estereotipos sexistas. La petici¨®n del Ayuntamiento de Jerez para que la organizaci¨®n del Gran Premio de Espa?a de motociclismo deje de utilizar a mujeres como mero reclamo es razonable. Sorprende que la empresa organizadora sea tan poco receptiva a reconsiderar una tradici¨®n que resulta sexista y, en ocasiones, humillante. Nada gana con ello el deporte y, en cambio, contribuye a perpetuar la cosificaci¨®n del cuerpo femenino. Las azafatas y modelos que participan en eventos realizan un trabajo que merece todo el respeto si se atiene a una funci¨®n de asistencia que tanto pueden realizar hombres como mujeres.
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El que solo se utilice un determinado perfil de mujer, la indumentaria que llevan y la actividad que realizan es lo que da a la presencia de estas azafatas en el deporte un marcado car¨¢cter de objeto sexual. Los organizadores alegan que es una estrategia publicitaria. Si as¨ª fuera, tambi¨¦n incumplir¨ªa la ley General de Publicidad, que considera ¡°il¨ªcita la publicidad que presente a las mujeres de forma vejatoria, bien utilizando particular y directamente su cuerpo como mero objeto desvinculado del producto que se pretende promocionar, bien su imagen asociada a comportamientos estereotipados¡±. Algunas organizaciones como la Vuelta a Catalu?a o la Vuelta al Pa¨ªs Vasco de ciclismo han decidido ya cambiar el formato. Ese es el camino. Las empresas patrocinadoras han de saber que su marca queda comprometida si contribuyen a perpetuar una tradici¨®n tan sexista.
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