El ocaso de los partidos
Las elecciones francesas han provocado una voladura descontrolada de las formaciones pol¨ªticas cl¨¢sicas
El incontestable triunfo del outsider Emmanuel Macron se ha llevado por delante los cimientos de los partidos al uso. Un reci¨¦n llegado con una organizaci¨®n salida de la nada ¡ªahora llamada Rep¨²blica en Marcha¡ª ha barrido del mapa a los elefantes del sistema pol¨ªtico. Han sido v¨ªctimas de sus partidos, de unos aparatos que fomentan el inmovilismo. Lo han pagado en las urnas, pero lejos de enmendarse, persisten en el error.
Solo as¨ª puede entenderse que Los Republicanos, el partido que ha tirado por la borda el triunfo que ten¨ªa en la mano hace cuatro meses, est¨¦ ya a la gresca por el reparto de asientos en lugar de apagar el incendio en casa. Su nuevo jefe de filas, Fran?ois Baroin, exige ser primer ministro en cohabitaci¨®n y, a la vez, pone la proa a su compa?ero de filas Bruno Le Maire, tambi¨¦n aspirante a ministro.
En el Partido Socialista est¨¢n las cosas a¨²n peor, porque ni se habla de ellos. Nos estamos refiriendo al partido que a¨²n gobierna el pa¨ªs. Claro, que ya se le ha olvidado a todo el mundo porque la organizaci¨®n pas¨® a la irrelevancia hace meses. En peligro de desaparici¨®n (6% de votos), el PS ha quedado para organizar primarias y debates, como asume su primer secretario, Jean-Christophe Cambad¨¦lis.
Los dos partidos hegem¨®nicos hasta el domingo eran tan conscientes de su alejamiento de los ciudadanos que hasta se plantearon cambiar de nombre ¡ªlos conservadores lo hicieron¡ª y organizaron esas primarias abiertas como v¨ªa de reactivaci¨®n. Pues bien, los candidatos de los aparatos fueron barridos, no ganaron ni Sarkozy ni Valls, sino los fracasados Fillon y Hamon, y los dos partidos quedaron heridos de muerte.
En el Partido Socialista est¨¢n las cosas a¨²n peor, porque ni se habla de ellos
Algo de eso intu¨ªan Macron, Le Pen y M¨¦lenchon cuando rechazaron primarias. ¡°Son m¨¢quinas de matar ideas¡±, argument¨® el hoy presidente in p¨¦ctore. El exministro no hablaba de mantener los anquilosados sistemas, sino de que el teatro de unas primarias no era suficiente. Y mucho menos un lavado de cara, un cambio de nombre, como ahora pretende Marine Le Pen tras perder su mejor oportunidad de acercarse al El¨ªseo. No. A lo que Macron se refer¨ªa y ha activado con ¨¦xito es a superar una divisi¨®n partidista en la sociedad que ya no se corresponde con la realidad. ¡°La verdadera divisi¨®n es entre la apertura y el inmovilismo¡±. Con ideolog¨ªa, pero sin bloques.
Mientras la derecha se enreda en repartirse poder y M¨¦lenchon y Hamon en c¨®mo jugar a la contra, el nuevo l¨ªder hace saber que quiere que la mitad de sus ministros y candidatos al Parlamento sean independientes. Y que en el otro 50% haya gente de derecha y de izquierda. Es lo que ¨¦l entiende por una Francia en marcha, esa que han comprado los mismos franceses que han dado la espalda a los de siempre. Como afirma el historiador Pierre Rosanvallon, autor del libro Le Bon Gouvernement, ¡°las organizaciones militantes ya no son los partidos, sino las de buen gobierno¡±.
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