A escena

Macron es un enigma. Hollande dijo que era ¨¦l. ?l ha aclarado que es ¨¦l por su mujer. As¨ª que es ella la interesante, si no confiesa que tambi¨¦n es otra cosa. Nada es lo que parece, como en la comedia del arte. Mejor ir al origen, y su historia con Brigitte Trogneux es reveladora. Ya lo sabr¨¢n: era su maestra y le saca 24 a?os. Dej¨® a su marido banquero por un chaval que no era nada, solo listo. Un esc¨¢ndalo en provincias es infinitamente mayor, en proporci¨®n, que uno en un pa¨ªs, si sobrevives a eso puedes salvar tranquilamente Europa. Ellos se reir¨¢n ahora de la presi¨®n y lo establecido, y esto solo puede ser bueno. Su amor empez¨® con Eduardo de Filippo, el Shakespeare napolitano. Empezaron a tontear al reescribir juntos su obra L¡¯arte della commedia (1964). Que sea especial para ellos es otra buena cosa, Eduardo es un manual de vida, vacuna contra el mal y la estupidez del mundo. Ojal¨¢ Macron no olvide a Eduardo, y si no, que ella se lo recuerde. Esa obra es de su antolog¨ªa ¡°de los d¨ªas impares¡±, aquellos en que aguarda la desgracia, aunque el d¨ªa anterior haya ido bien. Tras el triunfo, en d¨ªa impar, es igual: esto a¨²n puede salir mal. El texto opone el mundo real con el de la autoridad, fuera de la realidad. Por un despacho pasa el pueblo ¡ªun m¨¦dico, una maestra, un cura¡­¡ª pero no se sabe si son de verdad o actores. Tambi¨¦n Macron tiene cola de pol¨ªticos para subirse a su partido y ¨¦l, hijo de la ¨¦lite, debe descifrar a la gente. El protagonista advierte sobre el teatro: ¡°El p¨²blico reconoce al autor malintencionado, lo desenmascara, no lo sigue. El bueno entra por el escenario y sale con el p¨²blico del brazo. El malintencionado sale por donde ha entrado¡±. Macron acaba de entrar a escena. A ver por d¨®nde sale.