Jekyll, Hyde y Facebook
Desde 2004, casi todos tenemos una segunda personalidad; si no en Facebook, en Linkedin, en Instagram o en cualquier otra red social
El desdoblamiento de personalidad es uno de los argumentos universales, esos que est¨¢n tan arraigados en la historia de cada uno y en la historia de todos nosotros que apenas podr¨ªamos explicar la historia de la civilizaci¨®n sin ellos. Junto con los relatos de amor prohibido, otros en las que una persona aparentemente normal se convierte en h¨¦roe y muchos m¨¢s, la idea de la doble personalidad ha sido reiteradas veces explotada en diversas novelas, c¨®mics y pel¨ªculas, desde Dr. Jekyll y Mr. Hyde hasta Hulk, La M¨¢scara o Sra. Doubtfire. Pero nunca ha sido tan cierto como hoy que casi todos los seres humanos somos, simult¨¢neamente, dos personas. Y con el ya aparentemente imparable avance de los sistemas de realidad virtual para consumo masivo, como es el caso de Oculus Rift, Playstation VR o Daydream View, cada vez lo seremos m¨¢s.
Una de ellas es la que siempre ha existido, desde el comienzo de los tiempos, y es ese yo de carne y hueso que tiene familia y amigos, que trabaja y descansa, y que ama u odia. Y la otra es la que naci¨® aproximadamente en 2004, que es el a?o en que se fund¨® Facebook. Desde entonces, casi todos tenemos una segunda personalidad. Si no en Facebook, en Linkedin, en Instagram o en cualquier otra red social.
La presentaci¨®n en directo que realiz¨® Mark Zuckerberg en Oculus Connect recientemente ha dejado claro que, con estos avances, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, vamos a tender a creer que esa otra personalidad nuestra, que vive en el mundo virtual, es m¨¢s real de lo que se podr¨ªa pensar.
Nuestro doble en la red representa lo que querr¨ªamos ser. Siempre nos mostramos m¨¢s guapos, m¨¢s simp¨¢ticos, m¨¢s aventureros e incluso m¨¢s interesantes o inteligentes
Es verdad que ese otro personaje es tambi¨¦n nosotros, pero desde luego es una versi¨®n muy mejorada. Hoy casi nadie sube fotos malas a su perfil en las redes sociales, nadie dice que su pareja le enga?a, y desde luego es poco frecuente ver que alguien comparte que le ha salido un herpes o que sufre trastornos intestinales. En la vida de Instagram, Linkedin o Facebook todo es colorido, nuestra actividad es incesante, somos divertid¨ªsimos o profundos, y nuestras fotograf¨ªas nos revelan como personas seductoras, misteriosas o arrebatadoras. Es cierto que, a diferencia de la historia de Jekyll y Hyde estas dos personalidades no representan el bien y el mal, pero en el resto de caracter¨ªsticas es sorprendente el paralelismo que existe entre el relato de Stevenson y nuestra propia vida.
En primer lugar, nosotros, como el Dr. Jekyll, escogemos voluntariamente crear un segundo personaje en las redes sociales. No es algo sobrevenido ni a lo que nos haya forzado imposici¨®n alguna. Lo hacemos porque nos apetece y, como en el caso de la transformaci¨®n del cient¨ªfico en su otro yo, es un proceso laborioso que ha conllevado esfuerzo por nuestra parte.
En segundo lugar, nuestro doble en las redes sociales, como tambi¨¦n ocurre en la historia de Stevenson, representa lo que querr¨ªamos ser. Siempre nos mostramos m¨¢s guapos, m¨¢s simp¨¢ticos, m¨¢s aventureros, e incluso m¨¢s interesantes o inteligentes. De hecho, un estudio con estudiantes universitarios comprob¨® que si simplemente dedicaban tres minutos a observar su perfil de Facebook se produc¨ªa un aumento significativo en su autoestima.
La tercera coincidencia es la m¨¢s inquietante de todas porque, al igual que Hyde fue creciendo en poder y al final Jekyll solo pod¨ªa volver a ser ¨¦l mismo tom¨¢ndose un ant¨ªdoto, cualquiera puede comprobar que nuestra vida digital cada vez tiene m¨¢s importancia e influencia en nuestra vida real.
Quiz¨¢ deber¨ªamos pensar m¨¢s en nuestra persona real que en la virtual y, por ejemplo, en cuidar m¨¢s la salud de nuestro cuerpo f¨ªsico en lugar de resistir la tentaci¨®n de cuidar la apariencia de nuestro cuerpo virtual. O reflexionar m¨¢s acerca de c¨®mo crecer personalmente o profesionalmente, en vez de representar una vida personal o profesional que no vivimos, o al menos no exactamente como la relatamos.
Sin embargo, la pregunta que desvelan los crecientes avances en realidad virtual no es si deber¨ªamos dedicarnos m¨¢s a nosotros mismos en lugar de hacer crecer m¨¢s nuestra otra personalidad. La pregunta m¨¢s importante ni siquiera es si en el fondo nos creemos la imagen que divulgamos en Internet acerca de nosotros mismos, o si el tiempo que le dedicamos es excesivo, o si merece la pena. La pregunta es si tenemos otra opci¨®n.
Jes¨²s Alcoba es director de la International Graduate School of Business de la Universidad La Salle
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