Francisco Etxeberria: ¡°La impunidad ha sido la norma con las torturas¡±
FRANCISCO ETXEBERRIA (Beasain, Gipuzkoa, 1957) es el forense m¨¢s conocido de Espa?a por su papel en numerosos casos, de Lasa y Zabala al m¨¢s reciente de Jos¨¦ Bret¨®n, y por c¨¦lebres exhumaciones como las de Salvador Allende y Pablo Neruda. Pero tambi¨¦n porque ha sido forense de San Sebasti¨¢n en los peores a?os de ETA, luego se ha encargado de estudiar posibles torturas policiales en el Pa¨ªs Vasco y ha encabezado la excavaci¨®n de fosas de la Guerra Civil. En su estudio de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, de la que es presidente, tiene los huesos de seis personas de su ¨²ltima investigaci¨®n: la gran evasi¨®n de la c¨¢rcel de San Crist¨®bal, en Pamplona, en 1938. Se escaparon 795 reclusos, la mayor¨ªa presos pol¨ªticos, y solo 3 llegaron a Francia. Fusilaron a 206. Un anciano de 87 a?os, que entonces era un ni?o de 7, les llev¨® al lugar: ¡°Seg¨²n con qui¨¦n, se rend¨ªan, volv¨ªan a prisi¨®n o les asesinaban. Les enterraron en cualquier esquina¡±.
Otro caso incre¨ªble es el Gaztelu, en Navarra. Una historia casi medieval. Una mujer embarazada y sus seis hijos arrojados a una sima en 1936. S¨ª, en el contexto del desorden de la Guerra Civil, sin m¨®vil pol¨ªtico, desaparece una familia entera. La primera vez nos llev¨® un cazador. Ped¨ª a un equipo que bajara y me llamaron: ¡°?Paco, aqu¨ª hay un muerto, pero no es de la Guerra Civil, tiene vaqueros!¡±. Era un chico desaparecido hac¨ªa seis a?os. Luego volvimos a buscar, encontramos millones de huesos de animales y, ?pum!, un hueso infantil. Fue muy emocionante.
¡°en un d¨ªa he pasado de una matanza de la prehistoria a un atentado de eta. Pensaba: un salto de 5. 000 a?os y siempre esta agresividad¡±.
El historiador Jose Mari Esparza dice que era una familia odiada en un pueblo muy tradicional: ella era una mujer muy guapa, no iba a misa y cre¨ªa en dioses antiguos vascos. Estaban convencidos de que era bruja. Les hab¨ªan acusado de robar en una huerta, les echaron del pueblo. Podr¨ªa ser el ¨²ltimo atisbo de lo que fue un comportamiento medieval en un rinc¨®n rural: la mujer viv¨ªa sola, quiz¨¢ abusaron de ella, se complic¨®¡ Pero las apariencias a veces llevan a interpretaciones equivocadas. Si ves un muerto por un rayo en el monte, no te lo puedes creer: descuartizado, quemado, los pantalones a 50 metros..., supones que ha sido un ritual s¨¢dico. No s¨¦ qu¨¦ pod¨ªan pensar en el siglo XVII tras la ca¨ªda de un rayo sobre un campesino, estar¨ªan a?os temblando. Lo de Gaztelu pudo ser algo tremendo, o no.
Espa?a es el segundo pa¨ªs del mundo, tras Camboya, con m¨¢s casos de desaparecidos sin resolver: 114.000 personas. ?Cree que la gente lo sabe? No, hay una despreocupaci¨®n. Somos una minor¨ªa los que pensamos que buscarlos sirve para consolidar la democracia. Las exhumaciones ya empezaron tras la muerte de Franco. Una exiliada, Esperanza P¨¦rez, volvi¨® a Palencia y se gast¨® 300.000 pesetas en buscar a su padre y exhumar con sus propias manos a 150 personas. Lo mismo se repiti¨® en Soria, La Rioja, Navarra¡ Y hubiera seguido de no ser por el golpe de Tejero en 1981. La gente se asust¨®. Luego llega una nueva generaci¨®n que no tiene miedo, que no sabe lo que es que te detengan y te pongan una capucha, y dicen: ¡®?C¨®mo, que el abuelo est¨¢ enterrado en el monte?¡¯. As¨ª empez¨® en el a?o 2000.
El Gobierno del PP cort¨® el presupuesto para exhumaciones en 2012 y ya cada comunidad aut¨®noma va a su aire. Siendo algo tan importante, parece muy ca¨®tico. La Ley de Memoria Hist¨®rica dice que son las Administraciones las que se deben ocupar. El Gobierno vasco lo ha hecho; tambi¨¦n Baleares, Navarra o Andaluc¨ªa. Pero otras comunidades no. Hay m¨¢s de 2.300 fosas, se han abierto 500 y hemos recuperado m¨¢s de 8.000 esqueletos. Pero yo no me enfadar¨ªa casi con nadie, aqu¨ª estamos aprendiendo todos, no es f¨¢cil.
?Por qu¨¦ 80 a?os despu¨¦s de la guerra seguimos as¨ª? Por el complejo de culpabilidad que tenemos todos, yo me incluyo, y porque la sociolog¨ªa franquista sigue instalada en nuestros d¨ªas. En 2014, el relator de la ONU, Pablo de Greiff, hizo un informe demoledor y vuelve en 2018, ?qu¨¦ le van a decir? Esto puede cambiar, hay alcaldes del PP que nos han ayudado en todo. En el plano humano no es tan complicado. Ese ciudadano era amigo de los otros, sabe que la viuda sac¨® adelante a la familia como pudo. Te habla con naturalidad, pero te dice que mejor que no se enteren en su partido.
Tambi¨¦n ha recuperado fosas de v¨ªctimas franquistas. S¨ª, dos. Y entonces no lo entendieron en la izquierda. Siempre digo que soy m¨¦dico y en urgencias no preguntas a la gente a qui¨¦n vota. Los familiares lloraban igual y lo agradecen igual. Ya no hay nada de pol¨ªtica. La reivindicaci¨®n ya es tan modesta. Recuerdo al hijo de una v¨ªctima en un pueblo de Burgos. Me cont¨® que siempre hab¨ªa sabido que la fosa estaba ah¨ª porque de ni?o iba con su madre a llevar flores y una vez los del pueblo les hab¨ªan apedreado.
?Llega usted a olvidar que eran personas? No, no puedes perder esa idea. Yo suelo pensar: ?qu¨¦ habr¨ªa hecho yo el 18 de julio de 1936? ?Por qu¨¦ en mi familia unos optaron por un lado y otros por el otro? ?Puedo hacerles un reproche?
Imagino que hay un v¨¦rtigo temporal. Para los familiares de repente es como si fuera ayer. Eso a m¨ª me ha pasado con un salto de 5.000 a?os. En 1990 exhumamos 300 esqueletos en la Rioja Alavesa, una matanza de la prehistoria de las m¨¢s violentas halladas en Europa. Puntas de flecha de s¨ªlex clavadas en los huesos. Volv¨ªa en el autob¨²s a San Sebasti¨¢n por un atentado de ETA y pensaba: ¡°5.000 a?os y siempre esta agresividad, esto no lo hacen los animales¡±.
?C¨®mo era el d¨ªa a d¨ªa en las d¨¦cadas de los ochenta y noventa con los atentados de ETA? Hay forenses en Espa?a que a lo mejor han visto un muerto por arma de fuego, un accidente de caza o ninguno. Aqu¨ª era diario. ?Pasaban unos y otros por la misma mesa. Ves c¨®mo una madre se abraza a su hijo muerto. Aguantaban mucho peor los padres, se descompon¨ªan absolutamente, a los 10 segundos quer¨ªan salir de la sala. Ellas no. Asum¨ªan el papel, como hacen siempre las mujeres en una situaci¨®n complicada. Era m¨¢s duro que la autopsia. Para m¨ª el momento m¨¢s especial era cuando les quitaba la ropa, o el reloj, los pendientes, los zapatos, porque es lo que esa persona se quiso poner libremente esa ma?ana cuando sali¨® de casa. Personas a las que conoc¨ªa yo. Estabas de guardia una semana entera y llegabas al viernes destrozado.
Francisco Etxeberria dirige desde 2014 una investigaci¨®n, financiada por el Gobierno vasco, sobre presuntas torturas perpetradas por las fuerzas de seguridad en los ¨²ltimos 40 a?os en el contexto de la lucha antiterrorista. El forense ha sido cuestionado por divulgar recuentos preliminares (hablan de 4.000 casos) sin haber contrastado la veracidad de las denuncias. Especialmente cr¨ªticos se han mostrado los sindicatos policiales, la Guardia Civil y la Ertzaintza, que insisten en que la denuncia de tortura era un recurso sistem¨¢tico del entorno etarra y acusan al Gobierno del PNV y al equipo de Etxeberria de falta de rigor en una cuesti¨®n que la izquierda abertzale usa pol¨ªticamente.
Su informe provisional de 2016 habl¨® de 4.009 posibles v¨ªctimas de abusos policiales entre 1960 y 2013, el 76% en democracia, sobre todo en los ochenta. ?Cu¨¢l fue la reacci¨®n? La mayor¨ªa prefiere pasar p¨¢gina. Eso ya no pasa, las cosas han cambiado, pero sucedi¨®. Cuando algunos vieron en el plan de paz el punto 6, las torturas, dijeron: ¡°?El Gobierno vasco se ha vendido a los intereses de ETA!¡±. Un disparate. Terminaremos este a?o.
?Cree que esa investigaci¨®n deb¨ªa hacerla el Gobierno central? No creo que est¨¦ en condiciones de hacerlo. Hay un velo ah¨ª que oculta todo lo relativo a estas v¨ªctimas. Es muy tangible en intervenciones judiciales con una visi¨®n de que si les pas¨® fue porque se lo merec¨ªan.
?Ha sido discutido el informe desde el punto de vista t¨¦cnico? No. S¨ª he escuchado en los medios que estamos hablando sin datos, y ah¨ª est¨¢n equivocados.
?Cu¨¢les son? De los 4.000 casos, hemos grabado 1.000 en audio y v¨ªdeo. Al resto a¨²n no hemos llegado. El protocolo de Estambul, la herramienta de Naciones Unidas para evaluar la credibilidad de un testimonio, se ha aplicado a 200 personas. Algunos dir¨¢n: ¡°Claro, qu¨¦ va a decir el terrorista ese¡±. Pero, como empezamos en 1960, tenemos todo tipo de personas: dirigentes de UGT y CC OO, de todos los partidos, m¨¦dicos, ingenieros, unos 16 sacerdotes torturados en la dictadura. Luego, ya en democracia, hay chavales de la kale borroka, miembros de ETA¡ Mi primo fue torturado en 1971: lo public¨® EL PA?S en 1985 porque envi¨® una carta al peri¨®dico al reconocer al nuevo jefe de la Brigada Central de Informaci¨®n, Jes¨²s Mart¨ªnez, como uno de los responsables. Cuando les torturaban les dec¨ªan: ¡°Vosotros, comunistas de mierda, un d¨ªa mandar¨¦is en este pa¨ªs, pero yo seguir¨¦ siendo polic¨ªa¡±. Efectivamente. Con las torturas la impunidad ha sido la norma. Como forense, he encontrado lesiones en detenidos que han acabado en condenas del Supremo, las primeras de la democracia, en 1983 y 1984. O sea, que lo he visto. Y esto no tiene nada que ver con criminalizar a las fuerzas de seguridad del Estado porque la inmensa mayor¨ªa no se comporta as¨ª, ni lo har¨ªa aunque se lo exigiesen. Conozco la Polic¨ªa Nacional, la Guardia Civil, gente que curra un mont¨®n, muchos alumnos m¨ªos.
Tambi¨¦n es cr¨ªtico con los forenses de la Audiencia Nacional. No han estado a la altura de las circunstancias. En 1994 Belloch llega al Ministerio, introduce un protocolo de reconocimiento para detenidos ?y no se ha aplicado nunca! Y me sorprende que los jueces no hayan exigido que se aplicase. Los reconocimientos que se han hecho son muy deficientes, lo dicen observadores internacionales. Y esto es lo m¨¢s discreto que puedo decir. Los 10 d¨ªas de incomunicaci¨®n, cuando se aprobaron en democracia, ?para qu¨¦ eran? Ah¨ª est¨¢n las sentencias con hechos probados de electrodos, ba?eras¡
?Qu¨¦ dicen sus colegas forenses, discuten su trabajo? Me llevo bien con todos, no discuten mi trabajo, pero s¨ª eso de que opine. Hay dos tipos de forense, el que describe y el que interpreta. Uno puede decir: ¡°Yo describo, hay un hematoma de tres cent¨ªmetros en la regi¨®n mandibular¡±. ¡°Ya, ?pero t¨² qu¨¦ opinas?¡±. ¡°Ah, yo ah¨ª no me meto¡±. Puedes manejar hip¨®tesis, algunas m¨¢s razonables que otras, con un margen para equivocarte, pero muy pertinente. Es perfectamente discutible, y yo algunos temas podr¨ªa discutirlos un rato.
El Gobierno alega que ETA dio orden de denunciar torturas siempre, algo que distorsiona el problema. ?Cu¨¢ndo ha dicho ETA eso? Hay un documento, del que se discute su credibilidad, pero, aun as¨ª, ?qu¨¦ tiene que ver? Al ?recoger la informaci¨®n se nota que la gente suele contar lo que ha vivido, no a?ade cosas, y los psic¨®logos, al ?aplicar el protocolo de la ONU, creen que dicen la verdad. Yo me lo puedo creer porque lo he visto siempre. Si con 16 a?os uno de clase vuelve del cuartelillo con un diente menos, ya sabes. En democracia, cuando empec¨¦, algunos jueces se lo cre¨ªan, particularmente los de Jueces para la Democracia, que ten¨ªan otra edad, hab¨ªan experimentado historias, mientras a otros les parec¨ªa imposible. Algunas cosas se perpetuaron desde la dictadura y nadie lo par¨®. Si en 1985, cuando aparece muerto Mikel Zabalza en el r¨ªo Bidasoa, el ministro de Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, se hubiera puesto firme y hubiera dicho: ¡°Por aqu¨ª no¡±, algunas cosas habr¨ªan sido distintas. A m¨ª me quemaron el coche en 1985. Descubrimos casos que acabaron con condenas de agentes de la Guardia Civil, y a un compa?ero le volaron el coche con una bomba. Para intimidarnos. ?Qui¨¦n la puso? No lo voy a decir, pero s¨¦ qui¨¦n lo hizo.
El caso de Lasa y Zabala, resuelto en 1995 tras su secuestro, asesinato y desaparici¨®n en 1983, marc¨® un punto de inflexi¨®n. ?T¨² sabes que en democracia exist¨ªa en San Sebasti¨¢n un centro clandestino de detenci¨®n? ?A m¨ª esto me supera! No estabas en comisar¨ªa, estabas en un sitio, como en Chile o Argentina, donde, si ca¨ªas, pod¨ªas desaparecer, que es lo que pas¨®. Y lo montaron las autoridades.
Y sali¨® a la luz por un polic¨ªa. Por un honrado polic¨ªa, Jes¨²s Garc¨ªa, que at¨® cabos. Habl¨® con la Audiencia Nacional. Intervino un fiscal, Ignacio Gordillo, que pod¨ªa haber mirado para otro lado, y estaba Belloch de ministro, y Margarita Robles. Se lo tomaron en serio. La democracia se mejora y se refuerza esclareciendo estos temas.
¡°me encanta que me escriba un chaval para un trabajo de clase. Con un empuj¨®n canalizas una vocaci¨®n¡±.
Aqu¨ª hay un problema de desconfianza mutua. Con las torturas le creer¨¢n m¨¢s en el Pa¨ªs Vasco, pero fuera a muchos les parecer¨¢ inconcebible. ?C¨®mo se salta ese abismo para un debate serio y saber lo que ha pasado, si ha pasado? Es muy dif¨ªcil. A m¨ª me cuesta hablar de esto incluso con mi familia o amigos. Suelo ense?ar v¨ªdeos de testimonios que dicen: ¡°Yo no tengo nada contra el ?torturador, tendr¨¢n m¨¢s culpa sus jefes, lo ¨²nico que quiero es que se sepa, que esto no fue ninguna broma, a m¨ª me marc¨® la vida¡±. Yo s¨¦, ellos saben, ahora hace falta que la sociedad sepa. Aunque ignoro c¨®mo se hace eso.
?Tiene la sensaci¨®n de que a veces su interlocutor se est¨¦ preguntando: este de qu¨¦ pie cojea? S¨ª, ya s¨¦ que piensan: este es de Batasuna. ?Pero si yo tengo la medalla al m¨¦rito policial! Cuando se trata de violaciones de derechos humanos, no cabe ser neutral.
?Qu¨¦ le dicen las asociaciones de v¨ªctimas? Saben que la barbarie de ETA ha pasado por sus manos. Conozco a algunas. Te dicen: ¡°Pero Paco, t¨² has nacido en Beasain, formas parte del entorno¡±. He conocido alguno de ETA en mi pueblo, s¨ª. El entorno es una mancha de aceite que nos pilla a todos, y s¨ª, estoy dentro. ETA asesin¨® a profesores m¨ªos y, luego, a alumnos m¨ªos. Tambi¨¦n fueron torturados profesores m¨ªos y, luego, alumnos m¨ªos.
Si quien est¨¦ en el entorno no puede acercarse a las presuntas torturas, y usted ha dicho que los que est¨¢n fuera tampoco, ?entonces qui¨¦n? En el Instituto de Criminolog¨ªa somos m¨¢s de 40 y hay de todo. Yo estoy preparado para las discrepancias y las cr¨ªticas, tiene que haberlas. Lo que me llama la atenci¨®n es que, cuando se condena alg¨²n caso, haya una cobertura institucional tan alta. Si se descubre que un profesor es pederasta, no sale el ministro de Educaci¨®n a hablar en su favor.
Usted tambi¨¦n ha sido muy medi¨¢tico en otros casos. He tenido momentos de buena suerte o casualidad, como el error en el caso de los ni?os de C¨®rdoba [caso de Jos¨¦ Bret¨®n, sentenciado en 2013 por el asesinato de sus dos hijos, Ruth y Jos¨¦], cuyos restos dijeron que eran de animales. Estaba en Badajoz, lleg¨® un compa?ero de all¨ª, me cont¨® y le dije que eso estaba mal. Muchos con mi preparaci¨®n prefieren no meterse en casos medi¨¢ticos. Yo salgo demasiado y reconozco que eso no es bueno.
Usted ha buscado a Cervantes. ?Qu¨¦ opina de las b¨²squedas de muertos famosos? Hubo mucha incomprensi¨®n. En Inglaterra nadie discutir¨ªa ese esfuerzo por Shakespeare. Somos como tontos. Dec¨ªan que era una tonter¨ªa porque era iniciativa de la alcaldesa de Madrid. Con Tierno Galv¨¢n habr¨ªa sido una magn¨ªfica idea del Viejo Profesor, pero como era Ana Botella, no. Para pol¨ªticos y ciudadanos se resume en lo que nos dijeron en un bar en Madrid: ¡°Antes era el manco de Lepanto y ahora el desdentado de la calle Huertas¡±. ?Eso solo se le ocurre a un espa?ol! En el resto del mundo se entendi¨® mejor. La combinaci¨®n de ciencia y cultura es maravillosa, disfruto mucho.
?Cu¨¢ndo dijo: ¡°A m¨ª esto me gusta, me voy a dedicar a esto¡±? Con 15 a?os, llegu¨¦ a la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Eran 1.600 socios: gente que sab¨ªa de setas, de estrellas, de d¨®lmenes; hab¨ªa ingenieros, farmac¨¦uticos¡ Flip¨¦ con un socio que proyect¨® una pel¨ªcula de una exploraci¨®n en los Alpes. Eso me cambi¨®, y por eso me encanta que ahora me manden mensajes chavales para que les ayude en un trabajo de clase. Ves que con un empuj¨®n canalizar¨¢s una vocaci¨®n. A otros les gusta ir a ver a la Real Sociedad o las regatas, pero a estos otros, que son pocos, hay que ayudarlos. Es lo que hacemos en Aranzadi.
Francisco EtxeberriaHablamos con Francisco Etxeberria, uno de los forenses m¨¢s conocidos de Espa?a. Ha participado en casos como el de Lasa y Zabala, y el de Jos¨¦ Bret¨®n.
Posted by El Pa¨ªs on Friday, May 12, 2017
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.