Estoy en Babia
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N BABIA me siento como en una buena librer¨ªa o en el interior de una c¨¢mara estenopeica. De repente, todo es resplandor y secreto. En una de esas peque?as librer¨ªas, Desperate Literature, en la calle de Campomanes, 13, de Madrid, min¨²scula e infinita, encuentro una edici¨®n biling¨¹e de los poemas en que Emily Dickinson nombra sin nombrar a su amiga y amante Susan Gilbert, que era tambi¨¦n la mujer de su hermano: ?Noches salvajes ¨C noches salvajes!, de Sabina Editorial. Traducci¨®n al castellano de Ana Ma?eru y Mar¨ªa Milagros Rivera. La primera mirada es un verso que dice: ¡°Ella hace una se?al, y comienzan los bosques¡± (She beckons, and the woods start). Y el siguiente: ¡°Ella alza la cabeza, y empieza todo¡±. Y lo siguiente: ¡°?Ciertamente, en un pa¨ªs as¨ª / Yo no hab¨ªa estado nunca!¡±.
Yo no hab¨ªa estado nunca en Babia, pero Babia hab¨ªa estado dentro de m¨ª. Los revolucionarios del Romanticismo alem¨¢n hablaban de un ¡°para¨ªso de la posibilidad¡± y Ernst Bloch de ¡°utop¨ªas geogr¨¢ficas¡±. Eso es lo que tienen hoy en com¨²n las buenas librer¨ªas urbanas y los espacios naturales salvajes como los que todav¨ªa encuentras en Babia. Ser para¨ªsos de la posibilidad, utop¨ªas geogr¨¢ficas. Y hogares de lo desconocido.
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En la Feria del Libro de Valladolid se apunta una idea futurista: contra la nueva barbarie que afecta por igual a la cultura y a la naturaleza, se?alizar en verde la senda de las librer¨ªas.
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La expresi¨®n ¡°estar en Babia¡± tiene su origen en las escapadas de la realeza a esa comarca remota donde abundaba la caza. Escapadas que se eternizaban.
¨C?D¨®nde est¨¢n los reyes?
La expresi¨®n ¡°estar en Babia¡± tiene su origen en las escapadas de la realeza a esa comarca remota donde abundaba la caza.
¨C?En Babia!
Hay una versi¨®n menos convencional, pero m¨¢s cercana. La que me cuenta Ernesto D¨ªaz, un centinela de los bosques. En invierno, desde Babia, bajaban los reba?os trashumantes hasta Extremadura. Los pastores dejaban atr¨¢s las monta?as, pero Babia iba con ellos, tras-el-humo. Ya en las llanuras, cuando el pastor quedaba absorto, como ausente, dec¨ªan de ¨¦l: ¡°?Que qu¨¦ le pasa al muchacho? ?Est¨¢ en Babia!¡±.
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Est¨¢n, pero no los ves. Los otros, los salvajes, los desconocidos. Babia te ayuda a esa forma de ver que es presentir. Cuando est¨¢n en peligro de irse para siempre, so?amos con verlos. Estaban ¡°mal¡± vistos, y hubo leyes de exterminio. Ahora est¨¢n ¡°bien¡± vistos, pero su salvaci¨®n depende de no estar a la vista. Ernesto nos habla del lobo err¨¢tico, del oso divagante. Los animales son buenos para pensar. Un quebrantahuesos, joven y err¨¢tico, abre profundidad en el cielo. Si encuentra una tortuga en las nubes, como aquel que mat¨® al tr¨¢gico Esquilo, tal vez nos la arroje. Los animales son buenos para re¨ªr.
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Ahora, todos somos trashumantes, menos las ovejas.
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Cuando obreros y soldados tomaron el Palacio de Invierno se encontraron con las bodegas repletas de botellas de vino y muchos mamaron hasta emborracharse. Los dirigentes bolcheviques trataron de parar el desenfreno, pero Lenin intervino y dijo: ¡°Dejadlos tranquilos, la revoluci¨®n es tambi¨¦n la Gran Fiesta¡±. Creo que fue el mejor minuto de Lenin en la historia.
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Marc Chagall se uni¨® a la revoluci¨®n. Abri¨® su taller al pueblo y ense?¨® a pintar a las manos hambrientas. Todas quer¨ªan colorear caballos. Despu¨¦s de aquel invierno de 1917, se celebr¨® el Primero de Mayo como la Gran Fiesta. Chagall recuerda que fue un d¨ªa ¨²nico, irrepetible. La gente llevaba alzada la cabeza con la mirada f¨¦rtil. En todos los balcones colgaban lienzos con caballos de colores. Un d¨ªa lleg¨® desde Mosc¨² un comisario encargado del arte. Tra¨ªa retratos de los nuevos jefes. Sus caras, eso era lo que hab¨ªa que pintar una y otra vez, y no caballos de colores.
Y ah¨ª se jodi¨® todo.
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Maravillosos caballos de Babia. Caballos de colores. Una salvaje elegancia, mezcla de estirpes ib¨¦rica y bretona. Fueron caballos explotados para la guerra, para la miner¨ªa. No, no puedo imaginar que acaben descuartizados para exquisitez de humanos carn¨ªvoros y ricos, o ricos y carn¨ªvoros, en la nueva gastronom¨ªa del retroceso. Pero es posible que suceda.
Y es que yo estoy en Babia.
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