El p¨¦ndulo emocional
ES LUNES Y SONIA, una joven en su primer a?o de universidad, sale de casa a toda prisa dejando la habitaci¨®n hecha un desastre. Su madre, resignada, decide dejarlo pasar y no le dice nada. Llegado el martes, la hija vuelve a hacer exactamente lo mismo. Su madre piensa que esta vez s¨ª debe decirle algo, pero, como ya se ha marchado, tendr¨¢ que esperar a la hora de la cena. Para entonces, Sonia llama diciendo que va a llegar m¨¢s tarde a casa porque ha quedado con unas amigas. Ya es mi¨¦rcoles y vuelve a irse con igual descuido. Es la tercera vez. A mediod¨ªa llega a casa y saluda a su madre:
-Hola mam¨¢. ?Te ayudo con la comida?
Levantando desmesuradamente la voz, su madre le contesta:
-Te lo puedes ahorrar. ?Y haz el favor de mirar c¨®mo est¨¢ tu habitaci¨®n! ?Es impresentable que la dejes as¨ª cada d¨ªa!
Esta es una respuesta que Sonia no entiende, y que su madre probablemente no quer¨ªa dar. Ha sido v¨ªctima del p¨¦ndulo asertivo.
La asertividad representa la habilidad de decir las cosas de forma que lleguen a los dem¨¢s apropiadamente. Que se exterioricen de forma clara y al mismo tiempo respetuosa, evitando que la otra persona se sienta agredida. Se trata del arte de elegir el momento oportuno, el tono adecuado y el ritmo justo para expresar lo que queremos o necesitamos decir.
Como habilidad, se encuentra en el punto intermedio entre dos actitudes: la pasividad (cuando no nos atrevemos a decir las cosas) y la agresividad (cuando las decimos hiriendo a los dem¨¢s). Todos tenemos nuestra particular forma de vivir la asertividad entre estos dos extremos. Pero lo verdaderamente relevante es que este sistema se mueve como un p¨¦ndulo: si nos comportamos de manera pasiva, nos vamos cargando emocionalmente, de manera que, cuando finalmente hablamos, nos vamos al otro extremo y resultamos exageradamente agresivos.
La asertividad representa el punto medio entre dos extremos: la pasividad y la agresividad.
As¨ª funciona el llamado p¨¦ndulo asertivo, que explica las salidas de tono que algunas veces tienen personas que sabemos razonables y ponderadas, y que un d¨ªa nos sorprenden con una belicosidad desproporcionada. Si nos callamos las cosas porque no encontramos la manera o el momento de decirlas, estamos inevitablemente cargando el p¨¦ndulo. Y tarde o temprano se soltar¨¢ y pasaremos del silencio a la agresividad.
Controlar el efecto p¨¦ndulo es dif¨ªcil; una vez lo ?hemos cargado, detenerlo en el centro (entendido como la asertividad pura) supone un ejercicio tit¨¢nico de ?autocontrol que raras veces seremos capaces de ?llevar a cabo. Si no queremos caer en los extremos, pr¨¢cticamente solo hay una soluci¨®n: decir las cosas enseguida en vez de call¨¢rnoslas y acumular agravios. Porque, si las soltamos a la primera, todav¨ªa no habr¨¢ carga emocional y seremos capaces de mantener el tono asertivo. Si por el contrario vamos aguantando y guard¨¢ndonos dentro disgusto tras disgusto, cuando nos decidamos a manifestarlo probablemente acabaremos siendo v¨ªctimas de nuestras emociones.
El p¨¦ndulo tambi¨¦n act¨²a (aunque es menos evidente) en el sentido contrario: cuando somos sistem¨¢ticamente agresivos diciendo las cosas, acabamos provocando el enfado de los otros. Si nos hacen ver esa reacci¨®n por nuestra parte, entonces optamos por no decir nada m¨¢s, callarnos las cosas y mostrarnos pasivos.
A casi nadie nos gusta mostrarnos agresivos y cuando lo ?hacemos somos los primeros en pasarlo mal. Tener en cuenta este efecto p¨¦ndulo nos puede ayudar a ser m¨¢s conscientes de la necesidad de decir las cosas a la primera, sin guard¨¢rnoslas dentro. Y si la agresividad es nuestra pauta, es importante tomar consciencia del impacto de nuestra comunicaci¨®n en los dem¨¢s. Observar c¨®mo sienta lo que decimos nos ayudar¨¢ a encontrar el tono adecuado.
Haga un test de actitud
¡ª La forma en que decimos las cosas desempe?a un papel fundamental. Dependiendo de c¨®mo se exprese, el mismo mensaje puede no llegarnos o hacerlo con sorprendente agresividad. Estas son algunas pautas de observaci¨®n que pueden ayudarnos a identificar el grado de asertividad.
Desde la pasividad¡
¡ª Observamos una mirada desviada, que muchas veces se dirige al suelo, una postura corporal encogida, retra¨ªda, gestos inquietos, un tono de voz bajo y una forma de hablar vacilante, insegura. Los mensajes nos llegan difusos y no nos resulta f¨¢cil comprender lo que nos quieren decir.
Desde la agresividad¡
¡ª Vemos una mirada desafiante, una postura tensa y una expresi¨®n fr¨ªa. Los gestos son el¨¦ctricos, a veces con sentido acusador (dedos que se?alan o amenazan). El tono de voz es alto y escuchamos iron¨ªas o sarcasmos. Los mensajes son tajantes.
Desde la asertividad¡
¡ª Nos miramos a los ojos. La postura corporal es cercana y relajada. Los gestos son arm¨®nicos, serenos. La voz es firme y los mensajes resultan claros, sin sobreexplicaciones ni rodeos.
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