Edad de oro
Hiela la sangre la extremada elegancia y exactitud del trazo de la pintura rupestre
He asistido a uno de los admirables cursos de la Fundaci¨®n March. Esta vez, sobre la pintura paleol¨ªtica. En realidad, sobre la vida en las cavernas hace 40.000 a?os. No hay nada m¨¢s actual, porque no tenemos ni idea de cu¨¢les son nuestros or¨ªgenes, de manera que mal hemos de saber cu¨¢l ser¨¢ nuestro destino. La prehistoria comienza, para nosotros, a mediados del siglo XIX. La prehistoria es algo muy reciente. Antes los sabios cre¨ªan que la edad de la Tierra era de 6.000 a?os. Desde entonces nuestro pasado ha crecido en millones de a?os. Nuestro futuro, en cambio, se ha esfumado.
Fue Picasso quien dijo: ¡°Despu¨¦s de Altamira todo es decadencia¡±. Se refer¨ªa a la inexplicable delicadeza de las pinturas que se han conservado en cuevas como la c¨¢ntabra o las francesas de Chauvet y Lascaux. La extremada elegancia y exactitud del trazo hiela la sangre. Las primeras im¨¢genes de la humanidad son perfectas. Nadie sabe c¨®mo fue posible, pero seguimos echando luz sobre el enigma del Paleol¨ªtico. De hecho, nada envejece m¨¢s deprisa que la prehistoria. Lo que dec¨ªa sobre Lascaux un talento como Georges Bataille hace 50 a?os sigue siendo inteligente y po¨¦tico, pero apenas hay datos que no est¨¦n equivocados.
Los ponentes del curso, Alcolea, Garc¨ªa-Diez, Baquedano, describieron minuciosamente el mundo de los cazadores cavernarios, hermanos de bisontes, ciervos, caballos, renos o mamuts, y a m¨ª me pareci¨® un mundo ejemplar, civilizado, profundo, respetuoso con lo viviente, en comuni¨®n con los animales a los que admiraban.
Su esperanza de vida era de 25 a?os. As¨ª que, comparados con aquellas sociedades juveniles que mantuvieron una mesura vital milagrosa durante 40.000 a?os, nosotros somos unos salvajes.
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