S¨¢nchez: ?y ahora, qu¨¦?
Si Pedro S¨¢nchez quiere intentar realmente un asalto a la Moncloa, tiene que pasar por Catalu?a
Hay muchas maneras de leer la victoria de S¨¢nchez. La mayor¨ªa de opiniones terminan en la abstenci¨®n del Grupo Parlamentario Socialista que hizo presidente a Rajoy. Un hecho que normalmente se lee como un movimiento a la derecha del partido. Lo cual es innegable, en t¨¦rminos estrictamente espaciales. Se deriva de ello, por tanto, que un regreso a la izquierda ser¨¢ suficiente para deshacer el camino andado. Por ejemplo, a trav¨¦s de una moci¨®n de censura.
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Sin embargo, extrapolar desde el pasado para extraer conclusiones estrat¨¦gicas en el presente es delicado. Tras el proceso de negociaci¨®n fallido de 2016, Ciudadanos no est¨¢ ni se le espera en la ¨®rbita de la oposici¨®n. Por tanto, y por pura aritm¨¦tica, cualquier intento de moci¨®n de censura pasa por ERC y el PDECat. Es decir: pasa por las reclamaciones del independentismo catal¨¢n.
Si una divisi¨®n ha atravesado al PSOE en el ¨²ltimo a?o y medio (y m¨¢s all¨¢) ha sido la territorial. Se vio en el reparto de culpas entre la gestora y el depuesto Secretario General tras la crisis de octubre, cuando dirigentes de la primera acusaron al segundo de ¡°hablar con independentistas¡±. Se vio tambi¨¦n en la recogida de avales para estas primarias, y de nuevo en el recuento del domingo por la noche, con las federaciones menos amigas de la centralizaci¨®n dando su apoyo a Pedro S¨¢nchez. La Comunidad Valenciana se ha convertido en un caso paradigm¨¢tico, con un liderazgo que en principio era favorable a D¨ªaz, y unos resultados que fueron en la direcci¨®n opuesta.
Cualquier intento de moci¨®n de censura pasa por ERC y el PDECat, es decir, por las reclamaciones del independentismo catal¨¢n
Si S¨¢nchez quiere intentar realmente un asalto a la Moncloa, este asalto tiene que pasar por Catalu?a. Pero, a pesar de haber ganado gracias en parte a las federaciones mediterr¨¢neas, ni siquiera en estas la posici¨®n actual del partido est¨¢ cercana a las demandas (de refer¨¦ndum) de los independentistas. Por no hablar de Andaluc¨ªa, Extremadura o las Castillas. Al mismo tiempo, el Estado tiene una negociaci¨®n sobre financiaci¨®n auton¨®mica en pausa. La batalla entre comunidades que se consideran a s¨ª mismas infra-financiadas y las dem¨¢s se reproduce dentro de una formaci¨®n federal como el PSOE de una forma particularmente intensa. Y todo ello deja a S¨¢nchez con un reto por encima de todos los dem¨¢s: retejer un pa¨ªs al mismo tiempo que un partido.
Cuando el PSOE era el partido que m¨¢s se parec¨ªa a Espa?a, lo era tambi¨¦n, y quiz¨¢s sobre todo, porque reproduc¨ªa un acuerdo territorial que hoy en d¨ªa ha saltado en pedazos. La tarea de S¨¢nchez es reconstruir ese mismo pacto, pero esta vez entre posiciones much¨ªsimo m¨¢s polarizadas. Para ello, tiene dos opciones. La m¨¢s obvia es una reedici¨®n de lo que podr¨ªamos llamar ¡°v¨ªa Zapatero¡±, recordando los intentos del ex-Presidente por redefinir el pacto entre Barcelona y Madrid. Esta vez, sin embargo, ser¨ªa necesario algo m¨¢s que un nuevo Estatut: una reforma constitucional, incluyendo profundizaci¨®n federal, y un reconocimiento nacional inequ¨ªvoco. Sin embargo, ya vemos en qu¨¦ acab¨® ese camino: estrell¨¢ndose contra el muro del unionismo dentro y fuera del PSOE, creando as¨ª una ventana de oportunidad para que el independentismo tomase por asalto el espectro nacionalista moderado. As¨ª las cosas, S¨¢nchez puede sentirse tentado de ir m¨¢s all¨¢, contemplando incluso la opci¨®n de discutir lo que hasta ahora hab¨ªa sido una l¨ªnea roja: el refer¨¦ndum. Sin embargo, esto pondr¨ªa a prueba la unidad de su propia organizaci¨®n, y si su principal objetivo es asegurar su posici¨®n como secretario general, tiene pocas razones para cruzar dicha l¨ªnea.
A S¨¢nchez la historia le encomienda una tarea aparentemente imposible. Sin resolver el nudo territorial, su liderazgo ser¨¢ necesariamente inestable. Y Espa?a, como reflejo del partido que era su espejo, seguir¨¢ sumida en la incertidumbre. Mientras tanto, Rajoy esperar¨¢, paciente, y seguir¨¢ haciendo cosas. Hasta que el PSOE y las divisiones territoriales solo le dejen hacer una: convocar unas nuevas elecciones que, quiz¨¢s, ampl¨ªen un poco m¨¢s su mayor¨ªa.
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