La amenaza perpetua
Para combatir el terrorismo es obligado reforzar los principios que dan sentido a Europa
Cada vez que el terrorismo atenta se encogen nuestros corazones y se agitan nuestras conciencias. Deja huellas imborrables, como las que han quedado marcadas en el M¨¢nchester Arena, en Zaventem, en Bataclan¡ o en Atocha. Hasta hace poco, Occidente se acog¨ªa al consuelo de pensar que era algo excepcional, una sangrienta an¨¦cdota en nuestra apacible sociedad del bienestar. Ese sue?o iba permitiendo a los terroristas consolidar sus avances, sin dar un paso atr¨¢s, dejando a Europa cada vez m¨¢s indefensa. El despertar ha sido dram¨¢tico al descubrir que, frente a los que con Fukuyama a la cabeza buscaban el fin de la historia entre los cascotes del muro de Berl¨ªn, estamos viviendo en un mundo conflictivo y peligroso que exige firmeza y determinaci¨®n para proteger nuestras libertades y nuestra seguridad.
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La respuesta emocional no es suficiente, no bastan los hashtags f¨²nebres en las redes sociales, ni los peluches en los escenarios de matanzas indiscriminadas. Tampoco se debe caer en reacciones desproporcionadas como las de aquellos que arremeten contra todo lo musulm¨¢n o piden restringir sus derechos. Es necesario plantear respuestas profundas y estructurales, desterrando el buenismo narcisista de una falsa paz, y el efecto paralizante del ¡°algo habremos hecho¡±, que tiende a igualar al verdugo con la v¨ªctima. Como alertaba Glucksmann, la amenaza yihadista es hoy en d¨ªa ¡°una amenaza perpetua que ni la econom¨ªa ni los buenos pensamientos son capaces de frenar¡±.
El Estado Isl¨¢mico es un ¡°Estado en red¡± que se alimenta de las lagunas de Estados fallidos y ha ido aumentando su extensi¨®n con territorios repartidos por Oriente Pr¨®ximo, el Magreb y el Sahel, algunos de ellos a menos distancia de la pen¨ªnsula que alguna regi¨®n espa?ola. Pero su estructura va m¨¢s all¨¢, y en Europa ya ha construido una red que se alimenta del rencor de miles de europeos radicalizados y captados a trav¨¦s de Internet, y de soldados que retornan tras haber recibido formaci¨®n militar avanzada.
Es necesario entender que, por algunos a?os, tenemos que estar dispuestos a dedicar los recursos necesarios para garantizar nuestra seguridad
La capacidad de encarar el mal define a la civilizaci¨®n occidental, que necesita soluciones ante esta amenaza perpetua. No basta con recetas simples, de corte populista, sino respuestas globales y coordinadas. En Espa?a sabemos bien qu¨¦ es el terrorismo; tambi¨¦n sabemos c¨®mo derrotarlo. Para luchar contra el terror es necesaria la fuerza de la ley, traducida no solo en la persecuci¨®n de cualquier c¨¦lula terrorista en sus or¨ªgenes, sino en la asfixia de sus aparatos de reclutamiento y financiaci¨®n. La unidad es tambi¨¦n indispensable, una unidad real, que pasa por compartir informaci¨®n a trav¨¦s de la cooperaci¨®n policial, militar y de los servicios de inteligencia y reforzando nuestros sistemas tecnol¨®gicos conscientes de que el ciberespacio se ha convertido en escenario principal de la batalla.
Y sobre todo, es imprescindible reforzar los principios que dan sentido a Europa. La ausencia de valores comunes y el silencio de los indiferentes son los verdaderos aliados de los enemigos de la libertad. Por eso debemos apoyar a los pa¨ªses donde el ISIS est¨¢ instalado, no solo en el campo militar, sino tambi¨¦n construyendo su institucionalidad y Estado de derecho. Y tambi¨¦n debemos actuar en casa, apostando por la integraci¨®n de las minor¨ªas musulmanas sin olvidar los peligros del relativismo moral y de un modelo multiculturalista que, como advert¨ªa Sartori, promueve identidades separadas y configura una sociedad de compartimentos estancos que se vuelven hostiles entre s¨ª, sin capacidad ni deseo de integraci¨®n, destruyendo el pluralismo con el que deliberadamente intentan confundirse.
Nunca nos podremos acostumbrar al terror, acostumbrarnos ser¨ªa su victoria, pero es necesario entender que, por algunos a?os, tenemos que estar dispuestos a dedicar los recursos necesarios para garantizar nuestra seguridad. No podemos caer en el derrotismo ni en el miedo, que s¨®lo fortalece a los terroristas, pero es necesario recuperar la indignaci¨®n, que parece que reservamos s¨®lo para la pol¨ªtica dom¨¦stica, y que se vuelve triste resignaci¨®n cuando de terrorismo internacional se trata. El yihadismo intentar¨¢ golpear a Europa donde m¨¢s le duele, con atentados brutales contra la poblaci¨®n civil, tratando de maximizar y publicitar el horror, como midiendo cu¨¢nto dolor puede soportar una sociedad sana. Pero si redoblamos nuestra firmeza para defender nuestra sociedad abierta y nuestra democracia venceremos. Porque lo que nos une, la defensa de la dignidad humana, de sus derechos, de su libertad, es mucho m¨¢s fuerte que el odio con el que nos atacan.
Pablo Casado es vicesecretario de Comunicaci¨®n del PP.
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