?D¨®nde esta Wally?

No s¨¦ en qu¨¦ estar¨ªa pensando Martin Handford cuando invent¨® a finales de los ochenta esos libros en los que un larguirucho y simp¨¢tico gafotas, vestido con jersey de rayas horizontales y gorro de lana, nos volv¨ªa locos hasta que d¨¢bamos con ¨¦l en medio del gent¨ªo en los escenarios m¨¢s dispares. Pero s¨ª s¨¦ que se hizo carne cuando me top¨¦ con la imagen de Gauthier Destenay en la foto de familia del encuentro de primeras damas de los pa¨ªses miembros de la OTAN. All¨ª estaba ¨¦l, el ¨²nico hombre entre otras egregias consortes, sin cuestionarse nada, sin simular lo que no es, confirmando con su sonrisa de debutante ¡°s¨ª, soy un t¨ªo y estoy entre estas se?oras tan contento porque soy el marido del primer ministro de Luxemburgo y reivindico mi sitio¡±.

Recuerdo otras muchas im¨¢genes de mujeres ¨²nicas entre hombres incontables y no me viene al imaginario una tan natural. Somos an¨®malas en los Consejos de las empresas, en los primeros puestos de los gobiernos, incluso entre los mandos intermedios, pero tambi¨¦n constituimos el 49,6% de la poblaci¨®n. No somos impostoras en un mundo que no es el nuestro. No estamos fuera de lugar solo porque la Historia no haya hecho justicia a tanta f¨¦mina brillante y olvidada. No podemos excusarnos por ser feministas y confundir derechos con extremismos como Paula Echevarr¨ªa.

Qu¨¦ cambien otros. Hay que sonre¨ªr y cre¨¦rselo. Sentirse como pez en el agua rodeadas de corbatas y aburridos trajes grises. Como Destany entre se?oras con tacones. Como Wally con su gorro con borla a cuarenta grados en mitad de una playa.