El arte de dar bien la mano
Indagamos en las sutilezas de un gesto que dice mucho de nosotros
Anax¨¢goras, expulsado de Atenas por imp¨ªo al defender la existencia de las part¨ªculas y del movimiento de los astros, dec¨ªa que el hombre piensa porque tiene manos. Dos milenios y medio despu¨¦s, Bukowski se preguntaba qu¨¦ hab¨ªan hecho sus manos aparte de acariciar partes ¨ªntimas, firmar cheques y tirar de la cadena del inodoro y, lac¨®nico, conclu¨ªa: ¡°He malgastado las manos. Y la cabeza¡±. Sin embargo, hay un gesto at¨¢vico que no es una p¨¦rdida de tiempo, y que dice mucho de nosotros: estrechar la mano. Por ejemplo, cuando lo hacemos aferrando el hombro del otro, en un acto ¨ªntimo de amistad que nunca deber¨ªa emplearse con un desconocido, como de hecho hacen muchos pol¨ªticos sin pensarlo mucho (y sin que se les acuse de impiedad). Aqu¨ª analizamos las distintas opciones y su significado.
CON LAS DOS MANOS
Estrechar la mano a alguien es como abrir el baile o saltar al ring. Hay que elegir la distancia, el tipo de contacto y la actitud que queremos transmitir. Tenga cuidado de no pisarle el pie al otro y no se pase con la efusividad. Dar la mano as¨ª, con las dos a la vez, indica cordialidad, pero tambi¨¦n paternalismo.
A TRES
La humanidad es un zoo lleno de animales diversos, cada uno con su propio arsenal de gestos. Al estrechar la mano, igual que en los encuentros rom¨¢nticos, dos son compa?¨ªa y tres son multitud. ?Qui¨¦n le da la mano a qui¨¦n y c¨®mo? ?Qui¨¦n sella el encuentro apoyando con autoridad su mano sobre las de los otros?
COMO SIEMPRE
Se pueden transmitir muchos mensajes con las manos, y la f¨®rmula m¨¢s cl¨¢sica de apret¨®n de manos es un veh¨ªculo privilegiado de nuestra actitud: dominante (dorso en alto), desconfiada (pez muerto), insensible (es-trujar la mano del otro). La mejor soluci¨®n es el encuentro perpendicular con sobrio movimiento vertical.
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