Por qu¨¦ nos da felicidad ordenar el armario o trasplantar un geranio: lo que esconden los ¡°placeres refugio¡±
En un mundo cada vez m¨¢s ca¨®tico e incierto todos encontramos calma y placer en peque?as tareas cotidianas que son f¨¢ciles de ejecutar y dejan un efecto inmediato. Pero es importante no terminar siendo esclavos de ellas
El gustillo, quiz¨¢s el diminutivo m¨¢s poderoso de la lengua castellana, capaz de dominar voluntades muy encima de su forma empeque?ecida y rid¨ªcula, tiene casi siempre un origen evidente. No es necesario una lupa de detective para encontrar el rastro del placer tras la mordedura de una onza de chocolate; tampoco tras los verbos que aplacan tradicionalmente el hambre, el sue?o y las ganas. Y al mismo tiempo es conocida la recompensa en serotonina de las proezas, los esfuerzos heroicos que el cuerpo premia accionando el spray interno del bienestar, como ese volver a casa en aparente levitaci¨®n de quien ha estado una hora machac¨¢ndose en el gimnasio. Pero hay otros placeres banales, microsc¨®picos, lejos de la virtud (hacer deporte) o el vicio (consumir drogas), que nos equilibran por dentro. Tareas casi siempre dom¨¦sticas como ordenar los armarios o cortar las u?as a una mascota que pueden convertirse en un amparo frente al caos de la vida. Peque?as minucias que no a todo el mundo le gusta hacer pero que a algunas personas les centra. Son los placeres refugio.
¡°Nuestras rutinas diarias, tanto si son dom¨¦sticas como si no, pueden ser sorprendentemente efectivas para desconectar del estr¨¦s porque ofrecen una combinaci¨®n de automatismo, atenci¨®n y sensaci¨®n de haber completado una tarea¡±, informa a ICON la neuropsic¨®loga Beatriz Gonz¨¢lez. ¡°Estas actividades suelen ser simples, repetitivas y requieren concentraci¨®n moderada, lo que ayuda a enfocar la mente en el presente y alejarla de las preocupaciones. Es, en definitiva, algo similar en cierto modo a la meditaci¨®n o el mindfulness¡±.
En el a?o 2014 se populariz¨® en Espa?a El m¨¦todo Osmin, un programa de televisi¨®n que animaba tonificar la autoestima tonificando el cuerpo presentado por un culturista histri¨®nico cuya frase a¨²n resuena en los memes de hoy, diez a?os m¨¢s tarde. ¡°La calle es mi gimnasio¡±, dec¨ªa Osmin mientras convert¨ªa cualquier farola en tecnolog¨ªa propicia para las dominadas. La naturalizaci¨®n del trabajo en remoto desde la pandemia ha facilitado que muchos profesionales tengan en sus propias casas un gimnasio para el estr¨¦s. La periodista Raquel Pi?eiro, autora del libro Manual de supervivencia para viajar por Espa?a y teletrabajadora nata, est¨¢ familiarizada con estos trucos para sobrevivir a la tensi¨®n del cursor de Word parpadeando burlonamente sobre un enorme espacio blanco. ¡°Mi placer oculto para liberar serotonina es tender la ropa. Recogerla y doblarla no me gusta nada, pero tenderla, darle vueltas para que seque... Oh, s¨ª¡±, revela.
Todo don lleva aparejado una maldici¨®n; y la posibilidad de esquivar la presi¨®n mental con unas pinzas tambi¨¦n tiene su contrapartida. Por eso Pi?eiro ha de mantenerse sujeta a unas reglas de hierro para que su truco funcione: ¡°Las camisas siempre colgadas boca abajo y con las pinzas en las costuras que unen espalda con delanteros. Si es una prenda muy gruesa o de algod¨®n gordo, la pinza s¨®lo debe sujetar la parte delantera o trasera, no las dos a la vez, para que se aireen bien por dentro. Me gusta darles al menos una vuelta a todas las prendas a mitad de secado para que les d¨¦ el aire en la zona que ha estado previamente sujeta por una pinza. Jam¨¢s una pinza en medio de una prenda, da igual que sea una braga, una camiseta o un pantal¨®n. Siempre en una esquina y en una costura, a poder ser¡±. Esta ¨²ltima norma s¨®lo admite excepciones en el caso de toallas, s¨¢banas y manteles.
Pi?eiro sabe que ha llevado esta t¨¦cnica demasiado lejos. ¡°En momentos de estr¨¦s, he llegado a poner lavadoras que no necesitaba s¨®lo por el placer de tender despu¨¦s¡±, admite. ¡°Soy consciente de lo absurdo que es encontrar placer en algo que hay que hacer, de una forma u otra, en alg¨²n momento. Por un lado lo veo como el placer m¨ªsero de quien no conoce placeres m¨¢s grandes, me da hasta un poco de verg¨¹enza. Algo dom¨¦stico, peque?o, como esa gente que dice: el hobby de mi madre es limpiar. Eso no es un hobby, es una obligaci¨®n, maldita sea. Por otro, ojal¨¢ obtener el mismo placer de tareas que odio como pasar el aspirador, la verdad¡±.
Lucas Su¨¢rez, que tambi¨¦n trabaja en casa, prefiere la bot¨¢nica como estrategia de evasi¨®n para combatir la ansiedad. ¡°Trasplanto cosas y compruebo la idoneidad de los sustratos. Voy de macetas m¨¢s peque?as a macetas m¨¢s grandes, o de macetas que est¨¢n bien a otras que me parecen m¨¢s id¨®neas. Tengo un mont¨®n de cachivaches para medir la acidez del suelo o la humedad o si no, el viejo y confiable m¨¦todo de meter el dedo en la tierra¡±, explica. No sabe cu¨¢ntas plantas tiene: calcula que unas 30. Este no es su ¨²nico salvoconducto hacia el nirvana en momentos de ruido mental. ¡°Tambi¨¦n me gusta mucho cortar verdura en trocitos exactamente iguales¡±, a?ade. A la pregunta de si alguna vez se ha visto obligado a preparar un plato espec¨ªfico porque previamente hab¨ªa sucumbido a la necesidad terap¨¦utica de verdurear, responde: ¡°Si necesito cortar doce kilos de zanahoria s¨¦ bien a qu¨¦ los voy a destinar¡±.
Lo cierto es que no deja de ser retorcido encontrar un b¨¢lsamo ansiol¨ªtico en actividades que, para muchas personas, suponen todo lo contrario, es decir, una carga, pues las asocian con todo ese trabajo gratis con el que la casa te castiga cuando terminas el trabajo que s¨ª te han remunerado. Seg¨²n la psic¨®loga Beatriz Gonz¨¢lez, ¡°este contraste refleja muy bien c¨®mo cada persona gestiona el estr¨¦s y da significado a sus actividades cotidianas: al igual que como tantas otras cosas, lo que a algunos les encanta, otros no lo soportan¡±. En el caso de Lucas y Raquel, ¡°estas mismas actividades pueden ser un refugio porque ofrecen estructura y predictibilidad en un d¨ªa a d¨ªa ca¨®tico. Las personas que se sienten c¨®modas realizando estas tareas suelen valorarlas como un espacio para desconectar o como una forma de recuperar el control¡±.
?Pueden llegar a generar este tipo de trucos caseros contra el estr¨¦s adicci¨®n? Seg¨²n Gonz¨¢lez, se puede desarrollar una cierta habituaci¨®n, pero la dependencia s¨®lo se da en supuestos demasiado extremos. ¡°Si la vida cambia, por ejemplo, si hay que volver al trabajo en la oficina, donde ya no se puede realizar esa actividad, es probable que la persona experimente una sensaci¨®n de vac¨ªo o ansiedad inicial al perder su recurso habitual. Por eso es importante diversificar las estrategias de manejo del estr¨¦s y no depender de una sola¡±, advierte. Es lo que le pas¨® a Daniel Ponte, cuyo placer refugio es ¡°estar al sol cuando hace mucho fr¨ªo y que se me calienten los pies, a ser posible apoyado contra una pared y con los ojos cerrados¡±. Es un deseo tan espec¨ªfico que plantea la duda de si dispone de alg¨²n rinc¨®n soleado en casa al que recurrir en momentos de estr¨¦s y fr¨ªo. ¡°Lo ten¨ªa¡±, responde Daniel sobre ese lugar m¨¢gico, y detalla: ¡°El balc¨®n interior de mi casa hasta hace dos meses, pero se lo qued¨® mi exmujer. Ahora... la calle, y me da igual que me mire la gente¡±.
Aunque no es lo habitual, Beatriz Gonz¨¢lez se ha enfrentado en su consulta a alg¨²n caso en el que el placer refugio acab¨® revel¨¢ndose como jaula. En particular, recuerda a una paciente que se acog¨ªa a ciertas rutinas como limpiarse con movimientos id¨¦nticos, levantarse a la misma hora o ponerse en pie de la cama siempre con el pie izquierdo. ¡°Evidentemente, en sesiones posteriores ella entendi¨® que no solo le relajaba, sino que tambi¨¦n representaba un momento de control en medio del caos que sent¨ªa en su vida laboral. Sin embargo, cuando empez¨® a darse cuenta de a qu¨¦ se deb¨ªa precisamente esa necesidad de desconexi¨®n, se convirti¨® en una fuente de ansiedad. Trabajamos para que pudiera mantener esa sensaci¨®n de control, pero desde una perspectiva positiva, no como una serie de obligaciones autoimpuestas. Lo recuerdo divertido, porque ella pensaba que eran algunas peque?as cosillas y ten¨ªa realmente todo un c¨²mulo de TOCs. En cualquier caso, el darse cuenta de que estas acciones eran compulsiones y a qu¨¦ se deb¨ªan le ayud¨® much¨ªsimo en el medio plazo a mejorar su bienestar personal¡±, relata la terapeuta.
De cara a evitar que la situaci¨®n se vaya de madre, adem¨¢s de diversificar las estrategias de relajaci¨®n, Gonz¨¢lez aconseja establecer l¨ªmites saludables: ¡°Hay que disfrutar de estas actividades, pero sin que lleguen a convertirse en una obligaci¨®n o en un escape constante que evite afrontar problemas de fondo. Hay que darles el tiempo y el espacio que merecen¡±. Pero, mientras las hagamos de forma pautada, razonable y no nos abandonemos a ellas como ¨²nico comp¨¢s mental de una realidad precaria y sobreestimulada, podremos mantenernos lejos del abismo, atravesando con la bala de la rutina a la ansiedad y a la intendencia dom¨¦stica de un solo disparo. ¡°Muchas de estas actividades, como tender la ropa, limpiar la casa o trasplantar arbustos implican un movimiento f¨ªsico suave que puede liberar tensi¨®n acumulada. Tambi¨¦n generan una sensaci¨®n de dominio, lo que resulta especialmente importante en momentos de estr¨¦s, cuando sentimos que todo est¨¢ fuera de control. Ver un espacio limpio u ordenado al finalizar refuerza esa satisfacci¨®n y calma emocional, lo que unido al proceso de realizaci¨®n de la tarea en s¨ª misma nos permite abstraernos durante un corto periodo de nuestras preocupaciones¡±, recalca la experta.
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