Auto de fe

Conversaci¨®n interceptada por la unidad sobrenatural del CNI entre la Virgen del Roc¨ªo y la diosa Cibeles, aunque no ha logrado saber qui¨¦n es qui¨¦n.

- Menuda nochecita otra vez, maja.

- S¨ª, cada a?o lo mismo.

- Vienen en masa, como locos. Dan miedo, subi¨¦ndose por todas partes.

- Y siempre a deshoras.

- ?Pero no estamos en el siglo XXI? Pensaba que esto con el tiempo se calmar¨ªa un poco, pero les veo cada vez peor.

- Luego ven procesiones chi¨ªes en la tele y cosas as¨ª, exaltadas, y se llevan las manos a la cabeza, pero a ellos hay que verlos.

- Por lo menos a ti te veneran un poco, lo m¨ªo yo creo que es un poco folcl¨®rico. Por la fiesta, el jolgorio.

- No, mujer, peor es lo m¨ªo, paganismo puro. ?Has visto qu¨¦ c¨¢nticos? ?C¨®mo van vestidos? A ver qui¨¦n grita m¨¢s, qui¨¦n es el m¨¢s bruto. Y todo t¨ªos. Me sale la testosterona por la corona.

- A m¨ª un d¨ªa me rompen algo.

- Esto no es normal. Es todo muy ateo. Y cualquiera dice nada, ni con lo tuyo ni con lo m¨ªo te puedes meter, se te echan encima.

- Hija, no s¨¦, qu¨¦ nos cuesta. Mejor que se desahoguen a que hagan alguna barrabasada. Qu¨¦ har¨ªan sin nosotras.

- Lo mismo. Todos los hombres son iguales, los seres humanos quiero decir.

Entonces, anotan los agentes, se aparece un ente de acento gaditano:

- Sois unas descre¨ªdas. Est¨¢is fuera de la realidad. Os hab¨¦is acomodado. Hay que estar del lado de la gente.

- Ay, Rosario, desde que te han condecorado no hay quien te aguante.

- Uf, yo es que no puedo con las v¨ªrgenes de Podemos.