La pregunta y sus respuestas
Una salida en el marco auton¨®mico permitir¨ªa un acuerdo sin derrotados absolutos
¡°Si llegara el triste momento de la separaci¨®n, esta no podr¨ªa llevarse a cabo de manera unilateral sino mediante una negociaci¨®n seguida de un acuerdo en el que todos participar¨ªamos y que requerir¨ªa probablemente una reforma constitucional¡±, escribi¨® aqu¨ª en febrero de 2013 el profesor Rubio Llorente, expresidente del Consejo de Estado, fallecido en enero del a?o pasado. Y a?ad¨ªa esto: ¡°La cat¨¢strofe que significar¨ªa para todos la secesi¨®n de Catalu?a lleva a pensar que es sumamente improbable que esta tenga un apoyo popular tan extenso e intenso que aconseje abrir esa negociaci¨®n¡±.
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El 62% de los catalanes y el 85% del resto de ciudadanos espa?oles considera que la independencia de Catalu?a tiene ¡°muy pocas o nulas probabilidades de hacerse realidad¡±, seg¨²n el sondeo de Metroscopia publicado en EL PA?S el pasado d¨ªa 28. Porcentajes similares (60% y 79%) consideraban que ¡°tal como est¨¢n las cosas¡± lo mejor ser¨ªa que el Govern optase por una ¡°estrategia negociadora¡±.
Negociaci¨®n para explorar la posibilidad de un refer¨¦ndum acordado con el Estado, como insiste Puigdemont jugando al equ¨ªvoco. Porque ese acuerdo puede referirse a dos cosas diferentes: a que se regulen las condiciones de validez de la consulta (quorum, mayor¨ªa necesaria...). O bien, al contenido de la consulta: sobre qu¨¦ se pregunta. Si es sobre la independencia, no podr¨¢ ser pactada porque ning¨²n Gobierno de Espa?a podr¨ªa aceptar un derecho unilateral a la separaci¨®n.
Como dijo Raimon, ¡°al final ser¨¢ necesario votar para desencallar la situaci¨®n¡±
A la vista de los resultados electorales y de las encuestas, muchas personas se preguntan por qu¨¦ no aceptar la votaci¨®n en esos t¨¦rminos para resolver de una vez el problema. La respuesta es: porque no se resolver¨ªa. Si el Estado aceptase un refer¨¦ndum vinculante sobre s¨ª o no a la separaci¨®n, opci¨®n con incierto desenlace, quedar¨ªa sentado un precedente a invocar en cualquier situaci¨®n futura m¨¢s propicia. Y ello con independencia del resultado.
Es cierto que casi la mitad de los catalanes son favorables a la separaci¨®n (47,8%, en las plebiscitarias de 2015), pero algo m¨¢s de la mitad est¨¢n en contra. De ah¨ª el af¨¢n de los partidos independentistas por superar el 50% en alguna votaci¨®n, para legitimar la continuidad del proc¨¦s. Para lo que necesitan captar el voto de los sectores que defienden el refer¨¦ndum pero dudan sobre la secesi¨®n, como el grupo de Ada Colau, que han asumido como se?a de identidad de la izquierda la adhesi¨®n al principio de autodeterminaci¨®n.
Pero ese principio solo es aplicable a situaciones coloniales o de opresi¨®n manifiesta, y de ah¨ª su empe?o en magnificar errores reales o supuestos del Gobierno con paralelismos absurdos o desmesurados. Como la pregunta insidiosa de Puigdemont a Rajoy sobre si pensaba recurrir a la fuerza ¡°contra Catalu?a¡±. Invocaci¨®n que esconde el anhelo de un clima de tensi¨®n que radicalice a los dubitativos.
Es cierto que, como dijo Raimon, ¡°al final ser¨¢ necesario votar para desencallar la situaci¨®n¡±. Al final, porque como explicaba ayer aqu¨ª el polit¨®logo Matt Qvortrup, un refer¨¦ndum sin acuerdo previo negociado entre las partes, es entre improductivo y peligroso. Y para acordarlo ser¨¢ necesario no dejar fuera las salidas intermedias,incluyendo una autonom¨ªa reforzada que seg¨²n las encuestas ser¨ªa la opci¨®n mayoritaria. Porque a diferencia de la independencia, no ser¨ªa irreversible y permitir¨ªa modular las demandas ciudadanas, evitando el todo o nada. Lo que a su vez favorecer¨ªa el acuerdo entre ambos Gobiernos, como recomienda el Consejo de Europa.
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