La reina de los escoceses
Lo m¨¢s revelador de las elecciones brit¨¢nicas fue que los conservadores de May resucitaron en Escocia con Ruth Davidson
Un l¨ªder vende esperanza.
De Napol¨¦on Bonaparte
Liderazgo, liderazgo, liderazgo. No se obsesionen tanto con la globalizaci¨®n, con ¡°los que han quedado atr¨¢s¡±, con el ¡°rechazo a las ¨¦lites¡± y dem¨¢s abstracciones socioecon¨®micas tan de moda estos d¨ªas. No las olviden, denles su justo peso. Pero no les den tanta importancia a la hora de analizar c¨®mo y por qu¨¦ determinado partido asciende al poder, c¨®mo y por qu¨¦ otro pierde. Lo que m¨¢s cuenta en las supuestamente avanzadas democracias occidentales es, como siempre y como en todos lados, la capacidad de persuasi¨®n del l¨ªder.
?Veamos los resultados de las elecciones generales celebradas la semana pasada en Reino Unido. Todos perdieron. Los conservadores perdieron su mayor¨ªa parlamentaria. Los laboristas sufrieron su tercera derrota electoral consecutiva. Los liberaldem¨®cratas siguen siendo num¨¦ricamente irrelevantes. Los nacionalistas escoceses perdieron el 40% de sus votos respecto a las elecciones de 2015, frenando la locomotora independentista.
La diferencia fue que algunos perdieron mejor que otros. Y aunque lo habitual estos d¨ªas ha sido se?alar el relativo triunfo de los laboristas de Jeremy Corbyn al lograr quedar solo 56 esca?os detr¨¢s del Partido Conservador de Theresa May, la haza?a m¨¢s extraordinaria fue otra. El dato m¨¢s sorprendente y m¨¢s revelador de las elecciones brit¨¢nicas fue que el Partido Conservador de May resucit¨® en Escocia. Parec¨ªa estar muerto, tan muerto como el Partido Popular en Catalunya, tras conseguir solo un esca?o de un total de 59 en Escocia en las elecciones de 2015. La semana pasada gan¨® 13 parlamentarios, seis m¨¢s que el Partido Laborista, la fuerza dominante pol¨ªtica en Escocia durante la segunda mitad del siglo XX.
El dato es sorprendente porque, primero, los escoceses se oponen mucho m¨¢s que los ingleses al Brexit, fen¨®meno asociado con el Partido Conservador; y segundo, y motivo de a¨²n mayor perplejidad, porque Theresa May obedece exactamente al estereotipo de personalidad inglesa provinciana, insular, tiesa y estirada que los escoceses generalmente deploran.
El dato es revelador porque resuelve el misterio y de la siguiente manera: para los escoceses la figura emblem¨¢tica del partido conservador no es Theresa May sino Ruth Davidson, la l¨ªder del partido en Escocia. Ruth Davidson es una crack. Es todo lo que no ha resultado ser May: simp¨¢tica, divertida, l¨²cida, astuta, optimista y segur¨ªsima de s¨ª misma. May es t¨ªmida y rob¨®tica, Davidson es c¨¢lida y extrovertida. Tiene el don populista. Toma pintas de cerveza ante las c¨¢maras, juega al f¨²tbol, se sube a un toro como si fuera un caballo, sirve helados a sus fieles. Pero, nacida en una familia de clase obrera, no comete el pecado original del populismo de tratar a los votantes como imb¨¦ciles, repitiendo esl¨®ganes burdos, claramente manipuladores. Davidson transmite esperanza pero al mismo tiempo honestidad. Sus discursos, entrevistas y apariciones en debates p¨²blicos parten de la premisa de que se est¨¢ dirigiendo a gente inteligente e informada, sensata y con sentido del humor.
Uno podr¨ªa haber pensado que el hecho de ser lesbiana ¡ªy encima no ha dudado en exhibirse en p¨²blico cogida de la mano de su futura esposa¡ª le habr¨ªa supuesto un coste entre los votantes conservadores pero habla bien de la apertura mental de los escoceses que la orientaci¨®n sexual de Davidson no parece haber influido en absoluto en sus c¨¢lculos electorales. La fuerza de la personalidad de Ruth Davidson fue el motor de la espectacular remontada tory en Escocia.
El motor del fiasco tory en el resto de las islas fue Theresa May, que en las siete semanas entre el anuncio de la convocatoria electoral y el voto del jueves pasado se derriti¨® ante los focos y se revel¨® como una persona asustadiza sin ideas claras. La distancia entre la imagen que quiso proyectar de solidez y el miedo que su rostro delat¨® en televisi¨®n fue tan abismal que la mujer dio pena incluso a algunos laboristas. El liderazgo de May, o la ausencia de ¨¦l, fue el factor decisivo en la p¨¦rdida de la mayor¨ªa tory.
Tal fue ineptitud de May que Jeremy Corbyn, al que nadie puede acusar de poseer carisma, acab¨® conquistando m¨¢s corazones de lo esperado por el simple hecho de transmitir una relativa calma, simpat¨ªa y buenas intenciones, elementos suficientes para lograr que los j¨®venes proeuropeos que le votaron se olvidaran de que en el refer¨¦ndum el a?o pasado se abstuvo de obedecer la pol¨ªtica oficial de su partido y hacer campa?a a favor de la permanencia de Reino Unido en la Uni¨®n Europea. Que Corbyn acabase transmitiendo m¨¢s credibilidad que May demuestra, una vez m¨¢s, que en el pa¨ªs de los ciegos el tuerto es rey.
Nadie fue m¨¢s convincente en el refer¨¦ndum sobre el Brexit, en cambio, que Ruth Davidson, cuyos argumentos contribuyeron poderosamente a que dos tercios de los escoceses votasen por permanecer en la UE. A sus 38 a?os, Davidson es lo m¨¢s parecido en el mundo pol¨ªtico brit¨¢nico al nuevo presidente franc¨¦s Emmanuel Macron, la prueba hecha carne de que en unas elecciones el liderazgo es casi todo. Davidson es menos refinada que Macron, pero brilla con la misma luz.
Ante la probabilidad de que May dure poco como primera ministra y de que, quiz¨¢ este oto?o, se vuelvan a celebrar elecciones generales en Reino Unido, hay pocos motivos para pensar que el Partido Conservador tendr¨¢ la sensatez de elegir a Davidson como l¨ªder. Ya que en los pa¨ªses anglosajones la tendencia ¨²ltimamente es optar por la mediocridad o por payasos sin principios, el favorito para enfrentarse a Corbyn es el actual canciller y exalcalde de Londres Boris Johnson.
Lo fascinante ser¨ªa que Davidson, que representa al Partido Conservador pero tiene alma de laborista socialdem¨®crata, pusiera a prueba en Reino Unido el ejemplo de Macron; que formase su propio partido y se presentase como candidata a jefa de Gobierno. Es un sue?o casi imposible pero, si se hiciera realidad, Davidson podr¨ªa llegar lejos, y m¨¢s en el clima de confusi¨®n que padece su pa¨ªs hoy. Podr¨ªa ganar porque no son las pol¨ªticas declaradas de los partidos las que a fin de cuentas influyen decisivamente en los votantes, las que ganan o pierden elecciones. Son los l¨ªderes. Y no hay nadie mejor que la joven escocesa, ni de cerca, en el panorama pol¨ªtico brit¨¢nico actual.
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