A mitad de camino entre el sexo t¨¢ntrico y la meditaci¨®n, cada vez son m¨¢s las adeptas a intentar dominar la mente hasta tener orgasmos mentales. Los hombres tambi¨¦n pueden, pero son muchos menos los que se atreven a intentarlo.
Pushkar es una peque?a poblaci¨®n situada en el Rajast¨¢n indio. Seg¨²n la leyenda, fue el mism¨ªsimo Brahma el que dej¨® libre un cisne con una flor de loto en el pico para crear, all¨¢ donde cayera la flor, una ciudad para la oraci¨®n. La vida en Pushkar discurre alrededor del lago y la religi¨®n no es una forma de vida: es la ley. En Pushkar no se pueden comer ni carne ni huevos y las demostraciones de cari?o est¨¢n expresamente prohibidas. Cuando yo estuve hace veinti¨²n a?os, si no respetabas las reglas, pod¨ªas llevarte un coscorr¨®n de cualquiera.
Cruzarse con sadhus en India es muy f¨¢cil. M¨¢s en las ciudades sagradas. Pero no lo es tanto ver una sacerdotisa, una sadhvi. Las dos ¨²nicas que hab¨ªa visto eran muy ancianas, pero aquella no deb¨ªa de tener muchos m¨¢s a?os que yo, si acaso mitad de la treintena. Con su sari color azafr¨¢n, muy ro¨ªdo pero limpio, con los brazos embadurnados de vibhuti, la ceniza sagrada y el pelo enroscado en una mara?a de rastas sobre la cabeza, la mujer bailaba en una especie de ¨¦xtasis al ritmo de la m¨²sica y las oraciones. Se contoneaba con los ojos cerrados en una danza turbadora y enigm¨¢tica que a m¨ª me fascin¨®. Siguiendo el comp¨¢s de los instrumentos, junt¨® las palmas de sus manos movi¨¦ndolas alrededor de la cara y clamando al cielo se dej¨® caer enrosc¨¢ndose sobre s¨ª misma. Pens¨¦ que su respiraci¨®n agitada correspond¨ªa al esfuerzo del baile que se hab¨ªa prolongado durante m¨¢s de quince minutos. Pero no. Kavita, la se?ora del hostal en el que me hospedaba y que me hab¨ªa acompa?ado a mi primera puesta de sol junto al lago, me lo aclar¨®: "She has come praying to Brahma".
Nadie la hab¨ªa tocado. Ni hombre ni mujer. Si acaso le hab¨ªamos dejado espacio suficiente para que pudiera bailar. Y la mujer hab¨ªa entrado en ¨¦xtasis con la ¨²nica ayuda de su mente. Los sacerdotes y sacerdotisas hind¨²es llevan milenios teniendo este tipo de orgasmos m¨ªsticos. Algo que a una veintea?era a la que le hab¨ªan roto el coraz¨®n y se hab¨ªa refugiado en la ciudad en la que estaban prohibidas las caricias, le explot¨® en la cara. Faltaban a¨²n once a?os para que Ray Loriga dirigiera la pel¨ªcula en la que queda claro que con la mente se pueden tener orgasmos. Basta con tener fe.
Afortunadamente, ni siquiera hace falta ser santa para tenerlos. Solo requiere concentraci¨®n, pr¨¢ctica y fuerza de voluntad para no terminar lo empezado a base de caricias.
"Los orgasmos tienen lugar en el cerebro. El cuerpo es, simplemente, un mero conductor". As¨ª explica la psic¨®loga y sex¨®loga Raquel Gra?a qu¨¦ es un orgasmo mental. La concentraci¨®n es indispensable. Como en el sexo t¨¢ntrico, necesitamos manejar la respiraci¨®n y abstraernos lo suficiente hasta guiar la excitaci¨®n por el cuerpo. Ya hemos hablado de orgasmos que pueden explotar en cualquier parte del cuerpo, pero en este caso, se trata de llevar el ardor a la entrepierna y corrernos. "No es sencillo lograrlo. Tienes que visualizar escenas er¨®ticas que te exciten mucho; much¨ªsimo. Y compaginarlas con la respiraci¨®n y los movimientos p¨¦lvicos y de cadera". Desconectar del mundo para centrarse solo en lo que te excita, ya sea una imagen sexual o, como en el caso de la sadhvi, la m¨²sica y las oraciones a Brahma y guiar a tu cuerpo controlando que toda la energ¨ªa sexual se concentre entre las piernas para explotar all¨ª mismo. "Poder tener estos orgasmos permite liberar tensi¨®n en cualquier momento, sin necesidad de contacto f¨ªsico alguno, lo que mejorar¨ªa nuestra vida", sostiene Gra?a, quien tambi¨¦n admite que no es un privilegio ¨²nicamente femenino, "La mayor¨ªa de las personas tienen orgasmos so?ando. Eso ya son orgasmos mentales". Y si se despiertan antes de correrse, no se amarguen, la explicaci¨®n est¨¢ en que se desvelaron de lo excitados que estaban.
Bienaventurados los orgasmos porque de ellos ser¨¢ el reino de los cielos.
"Es como si lo que visualizas para ponerte cachonda motivara que tu cuerpo lo deseara y fuera f¨ªsicamente hacia ello", describe F¨¢tima, una mujer que a trav¨¦s del sexo t¨¢ntrico ha conseguido conectar su mente y su cuerpo y tambi¨¦n tener orgasmos sin tocarse. " Mi propio cuerpo me pide hacer los ejercicios Kegel pensando esas escenas que yo misma elijo para ponerme cachonda. Es algo lento, mucho menos r¨¢pido que cuando me masturbo con los dedos o juguetes, pero a la vez, m¨¢s espiritual e intenso. Soy yo la que va acerc¨¢ndose poco a poco al cl¨ªmax hasta que esas aperturas y cierres de la vagina que hago, como conteniendo la orina, me devoran por completo y alcanzo el orgasmo". ?No saben c¨®mo hacer los ejercicios de suelo p¨¦lvico? Afortunadamente, YouTube est¨¢ lleno de tutoriales y sorpr¨¦ndanse, en la sanidad p¨²blica hay aut¨¦nticos especialistas en suelo p¨¦lvico. Caballeros, con estos ejercicios, ustedes controlar¨¢n la eyaculaci¨®n y la erecci¨®n.
?En Asia la meditaci¨®n, los ejercicios de suelo p¨¦lvico y la concentraci¨®n forma parte de la sabidur¨ªa popular y del aprendizaje de los infantes. De ah¨ª que la sacerdotisa pudiera entrar en ¨¦xtasis delante de todos los que est¨¢bamos alrededor y que la mujer que regentaba mi hostal distinguiera con absoluta normalidad lo que acababa de ocurrir.
El m¨¦rito lo tuvo santa Teresa de Jes¨²s...
A ver qui¨¦n es el valiente que ahora convence a la santa iglesia cat¨®lica de que aquello fueron fruct¨ªferas y exitosas pajas mentales. Y los obliga, por ejemplo, a que este episodio entre en la doctrina que predican.
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