Cada vez menos gente quiere trabajar con Trump
El esc¨¢ndalo ahuyenta a los candidatos a cubrir vacantes en la Casa Blanca
Hubo un tiempo en que trabajar para la Casa Blanca era un privilegio. Entrar en los segundos y terceros niveles de mando de la naci¨®n m¨¢s poderosa del mundo abr¨ªa las puertas a un futuro prometedor. Daba al elegido ese toque de experiencia premium y contacto exclusivo que tan apreciado es por las ¨¦lites de Washington. Eso era as¨ª antes del terremoto.
Con Donald Trump, la corte ha cambiado. Al frente de la Casa Blanca ya no hay una idea de naci¨®n, sino un hombre enfadado con el mundo, que desprecia a sus vecinos y no duda en utilizar el l¨¢tigo de Twitter para humillar a sus propios colaboradores. Un gobernante asediado por un esc¨¢ndalo que todo lo devora y que le ha obligado hasta a contratar un abogado privado. Los efectos de ese universo en llamas, de sus continuos sobresaltos e incierto futuro, han alterado los equilibrios tradicionales. Lo que antes eran puestos por los que se peleaba a dentelladas, ahora son despachos radiactivos, capaces de contaminar a quien los tome. Los datos hablan por s¨ª mismos.
A estas alturas de mandato, la Administraci¨®n de George W. Bush hab¨ªa confirmado a 130 de estos cargos medios, la de Barack Obama a 150, la de Trump solo a 43. El vac¨ªo es grande y tiene a departamentos enteros trabajando a medio gas. En este despoblamiento interviene tambi¨¦n la exigencia del presidente, cada d¨ªa m¨¢s desconfiado, de rodearse de colaboradores que hayan demostrado una lealtad extrema. Basta haber tuiteado en contra de alguna idea de campa?a para ser descartado. Pero, como se?alan los medios estadounidenses, no es un problema de selecci¨®n, sino de oferta: Trump desincentiva. Los republicanos no solo tienen dificultades para lograr cubrir los puestos medios, sino que sienten la verg¨¹enza del portazo en los m¨¢s altos. Desde despachos de abogados que se niegan a defender al presidente, generales que rechazan el Consejo de Seguridad Nacional y estrategas que se niegan a cubrir la vacante de director de Comunicaciones de la Casa Blanca. Cada vez son menos los dispuestos a inmolarse por el presidente.
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