Unidos, mucho mejor
La UE debe proseguir su exitosa ruta de firmeza con Londres: sin revanchas
La primera sesi¨®n negociadora entre la Uni¨®n Europea y Reino Unido para encauzar los problemas que genera el Brexit ha sido simb¨®lica y fruct¨ªfera. As¨ª debe seguir el proceso.
Simb¨®lica de que el peso de 27 pa¨ªses coordinados no puede sino ser superior al de uno solo: en un mundo global es mejor afrontar retos unidos que fragmentados.
Fruct¨ªfera, porque el planteamiento europeo se ha impuesto sin alharacas. El calendario, la tem¨¢tica y el formato de la negociaci¨®n responder¨¢n a las condiciones de los 27. Porque lo m¨¢s razonable era y es discutir por fases (primero el divorcio, despu¨¦s, la futura relaci¨®n, ojal¨¢ que amistosa). Y empezar por los temas m¨¢s urgentes: estatuto de los residentes brit¨¢nicos en el continente y viceversa, coste financiero de la retirada, y problemas fronterizos entre las dos Irlandas.
Frente a ello no hab¨ªa propuestas brit¨¢nicas. El resultado electoral del 8-J dej¨® al Gobierno de Theresa May en mantillas. Sin mandato. El objetivo de un Brexit duro ha sido desacreditado, y noqueado entre los j¨®venes y en las grandes ciudades. Pero la primera ministra no se atreve a cambiar hacia un Brexit suave, que desatar¨ªa las inquinas de sus colegas m¨¢s radicales.
Las dificultades para la formaci¨®n de su alianza con los unionistas del Ulster perfilan otro callej¨®n sin salida. Estos son la ¨²nica fuerza disponible para el pacto interno; pero apoyarse en ellos enconar¨¢ al Sinn Fein, el partido independentista norirland¨¦s, y en cascada, a todos los centrifuguismos. Con raz¨®n los de Gerry Adams alegan que la preferencia dispensada a una de las partes firmantes del Acuerdo del Viernes Santo (el cogollo legal de la pacificaci¨®n) no respeta la neutralidad a la que entonces se comprometi¨® Londres, y les libera para propugnar la unificaci¨®n con la Rep¨²blica de Irlanda.
Ante la inestabilidad del equipo de May, justo lo contrario de lo que pretend¨ªa apelando a elecciones anticipadas, Europa se ha mostrado m¨¢s preparada, m¨¢s ducha y m¨¢s firme en el inicio de la negociaci¨®n. Ello engarza con el tel¨®n de fondo de la recuperaci¨®n del sentimiento europe¨ªsta registrado en las elecciones de Holanda, y sobre todo, de Francia: pa¨ªses ambos que flaquearon en los referendos de distintos tratados europeos. La solvencia de algunos nuevos liderazgos (como el de Emmanuel Macron) se traduce en el estado de los esp¨ªritus: hace un a?o los europeos favorables a la integraci¨®n alcanzaban el 51% (por el 47% los contrarios) y hoy aquellos aventajan a estos por 63% a 34%.
Un cuerpo pol¨ªtico unido, un objetivo claro y la firmeza (que no significa dureza) en la defensa de las reglas es lo que sostiene la solidez de los 27. Es clave persistir en todo ello, sin esp¨ªritu revanchista: puede preverse que a los dos a?os (el plazo para alcanzar un acuerdo) los brit¨¢nicos hayan olvidado las zafias mentiras del refer¨¦ndum y sean sensibles a los perjuicios (tambi¨¦n econ¨®micos) del aislacionismo. Entre ellos, los m¨¢s portadores de futuro, la generaci¨®n joven que Jeremy Corbyn ha cultivado, pero desde una ambig¨¹edad sobre el Brexit que no deber¨ªa mantener. Si es as¨ª, y si Europa mantiene su acertada estrategia, ser¨ªa esperable que la pol¨ªtica brit¨¢nica acabe recuperando la racionalidad. Desde la cual, todo ser¨ªa posible.
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