?Programa de citas? ?Magac¨ªn de cotilleo? Te explicamos de qu¨¦ va esta cosa nueva de Risto
Antonia Dell'atte tambi¨¦n ha querido pasar por 'All you need is love... o no', el show patricio del presentador
All you need is love¡ o no, el ¨²ltimo veh¨ªculo televisivo al servicio de Risto Mejide, es un programa antip¨¢tico ya desde el t¨ªtulo. ?C¨®mo que ¡°o no¡±? ?C¨®mo que puntos suspensivos? Los puntos suspensivos en los t¨ªtulos son un cascabel que suena a repelente ni?o Vicente, a graciosete de codazo en las costillas. Tampoco suelen ser un buen augurio para presentadores que estrenen programas tratando de demostrarse algo a s¨ª mismos: cuando Javier Capit¨¢n, la parte menos graciosa de El Informal, quiso volar en solitario, lo hizo con un late night que dur¨® pocas semanas en antena. ?Su nombre? Ya es viernes¡ o no.
?De qu¨¦ va esta cosa nueva de Risto? ?Qu¨¦ es? ?Un talk show patricio de personajes an¨®nimos? ?Un dating a lo Jes¨²s Puente? ?Un formato de entrevistas a famosos? ?Un magac¨ªn de cotilleo m¨¢s o menos blanqueado? Pues tiene un poco de todo eso y no acaba de saber a nada. El Risto Mejide jurado, aquel papel de secundario robaescenas que encarnaba en sus inicios televisivos, y cuya identidad se coloreaba con insultos f¨¢cilmente recordables, dir¨ªa que un programa imposible de resumirse en cinco segundos es un programa abocado a que nadie lo vea m¨¢s de cinco minutos. Yo no quiero ce?irme a esl¨®ganes absolutistas que hagan esa cosa tan tentadora y peligrosa de sonar bien, de quedarse mariposeando alrededor de nuestra corteza prefrontal, que es donde reside la memoria, gracias a su viveza de aleteo, sin dejar por ello ning¨²n poso de verdad. Un buen programa, como un buen libro o un buen plato de lentejas, puede ser eso, bueno, de muchas maneras distintas. Tratar de condensar la receta del ¨¦xito o del fracaso en un ingenio verbal es un arte vistoso pero totalitario.
Mi rechazo a All you need is love no se adscribe a mi rechazo a Risto, porque de su otro juguete, ese Chester que ahora calienta con alivio de trono recuperado, no se puede decir que flaquee. Lo vea yo o no en mis ratos libres, es una evidencia que gusta, genera titulares y hace que la tele se mueva, generando expectativas sobre qu¨¦ dir¨¢n qui¨¦n y todos esos rudimentos del engranaje medi¨¢tico. Hasta ahora, el titular m¨¢s cacareado de All you need is love pasa por esto que dijo Risto en su conversaci¨®n con B¨¢rbara Rey. No s¨¦. Ya hay que tener el ego nutrido para que, presentando un programa sobre vaivenes sentimentales, y teniendo enfrente a una vedette de bagaje rom¨¢ntico, digamos, majestuoso, acabes hablando de tus propios polvos. En t¨¦rminos, adem¨¢s, tan grimosetes.
Que ¨¦sa es otra. ?Por qu¨¦ Risto va de este palo ahora? ?Por qu¨¦ se ha instalado en la impudicia feliz de una segunda pubertad? Presenta dos programas con la palabra ¡°love¡± en el t¨ªtulo, vende exclusivas al Hola y retransmite su vida de pareja con cibereuforia. Hasta hace poco, yo cre¨ªa que est¨¢bamos ante un caso de ingenuidad trastornada; que, en tres o cuatro a?os, el publicista tomar¨ªa conciencia de Todo Lo Que Ha Hecho y se llevar¨ªa las manos a la cabeza, derretida ya para entonces en un cuadro de Munch. Fue la ilustradora Camila Vi¨¦itez la que me hizo cambiar de opini¨®n. Cuando le cont¨¦ mi teor¨ªa del Risto devorado por la crisis de los cuarenta, ella me dijo:
¡ªNo me creo nada. Es todo una maniobra para hacerse el humano. Est¨¢ creando marca.
Fue una de estas conversaciones aparentemente intrascendentes que se tienen con una copa en la mano y que poco a poco van creciendo hasta ara?ar el l¨ªmite de la neurosis. Las en¨¦rgicas explicaciones de Camila, que ten¨ªa el tema muy estudiado, encendieron sobre mi cabeza una bombilla rabiosa, que poco a poco extend¨ªa su luz sobre toda la trayectoria del ex merendador de triunfitos. Es verdad. Risto ser¨¢ lo que sea (y yo, desde luego, creo que es algunas cosas, incluso dir¨ªa que muchas cosas, pocas de ellas agradables), pero es un hombre con discurso, algo que no est¨¢ al alcance de cualquiera. ?Tiene Jaime Cantizano un discurso? ?Lo tiene Jorge Fern¨¢ndez? Risto es su propia marca. Que yo recuerde, defiende esta l¨ªnea de pensamiento desde que llamaba productos a los concursantes de OT. ¡°S¨¦ tu propio spot¡±, les dec¨ªa. ¡°Tienes el privilegio de contar con tres minutos para ti en prime time, ¨²salos, v¨¦ndete.¡± Bla, bla, bla, ristadas. Ch¨¢chara de publicista. Pero es una ch¨¢chara coherente con quien la suelta porque ¨¦l, s¨ª, es su propia marca, y me temo que la estamos comprando todos. Yo el primero por escribir estas l¨ªneas.
Hablamos de un hombre obsesionado por el impacto f¨¢cil y pegadizo. Televisivamente, nunca renunci¨® a deconstruirse. Pas¨® de jurado canallita a presentador canallita. No funcion¨® del todo y volvi¨® a juradear. Su gran momento lleg¨® cuando supo adaptar ese personaje de provocateur faciloncillo al formato m¨¢s viejo del mundo: las entrevistas. El Chester fue un ¨¦xito inesperado que inaugur¨® la fiebre conversadora que vivimos ahora. La resurrecci¨®n de Bert¨ªn no hubiera tenido lugar sin la resurrecci¨®n de Mejide, casi como un eco cultural del efecto mariposa, la teor¨ªa del caos, las cat¨¢strofes seriales del Pac¨ªfico o las admoniciones de Mois¨¦s y Aar¨®n.
Tambi¨¦n supo inventarse una faceta como escritor de autoayuda de ¨¦sos que se dicen ¡°de antiayuda¡± para tener algo jejeable que poner en la faja. Su primer libro, recuerdo, estaba paginado al rev¨¦s para que el lector no se agobiara y supiera que cada vez le quedaba menos por leer (Risto siempre fue un abanderado de la honestidad y hay que admitir que ¨¦ste fue un gesto bastante honesto consigo mismo, ya que asum¨ªa desde el primer minuto el tipo de lectores que iba a tener). Despu¨¦s public¨® otros t¨ªtulos cr¨ªpticos, en plan X, ¡°ooh, qu¨¦ ser¨¢¡±. Y mantiene desde hace a?os una columna de prensa de estilo taquigr¨¢fico y tendente a la enumeraci¨®n l¨ªrica de baratillo. Como se le lee mucho, a quienes le cuestionan no tarda en demostrarles, elegancia mediante, que el complejo de superioridad es una v¨ªa de dos carriles en permanente y freudiana comunicaci¨®n. Y como se le sigue mucho, cada una de sus enganchadas en las redes sociales suele activar ese automatismo de ¡°incendiar las redes¡± que tantos titulares copa.
Risto sabe exactamente c¨®mo adaptarse a los tiempos. Ahora nos ofrece un hombre sensible donde antes hab¨ªa un abus¨®n, pero es que antes en Twitter lo petaban las cuentas c¨¢usticas con avatares del Dr. House y ahora se lleva m¨¢s el rollito de ofendido militante. Por eso ha contestado a su ¨²ltima pol¨¦mica con una especie de lamento desgarrado por el mucho sufrimiento que generan los chistes sobre parejas de distintas edades. Tal vez est¨¦ a punto de liderar un nuevo grupo de oprimidos: a los sexodiversos y neurodiversos est¨¢n a punto de sum¨¢rseles los generatiodiversos de Risto Mejide y Laura Escanes.
El All you need is love (a veces me olvido de poner el ¡°o no¡±, perd¨®n) de este lunes empieza con relatos melodram¨¢ticos de personas muy castigadas. Van all¨ª a compartir testimonios y decir que el amor les ha salvado. Que si drogas, que si enfermedades. Uno repite hasta tres veces que se met¨ªa coca¨ªna para dormir y suena la m¨²sica de Forrest Gump (de nuevo, honestidad). La receta es siempre la misma, claro: el amor. Luego entrevistan a Antonia Dell¡¯Atte, que detalla su feud ya superado con Ana Obreg¨®n, que interviene por tel¨¦fono. ?Por qu¨¦ se reconciliaron? Pues por amor. Ya en la parte final hablan de sexo, le hacen preguntas garrulas a Amarna Miller y sientan a una mu?eca sexual hiperrealista en la mesa a la que no le hacen preguntas menos garrulas.
Todo el formato es una proyecci¨®n tridimensional de cojines de San Valent¨ªn parlantes. Risto nos vende amor como ayer nos vend¨ªa misantrop¨ªa y ma?ana nos vender¨¢ otra cosa. Y nosotros lo compramos hasta cuando tenemos la necesidad de enarbolar una bandera rid¨ªcula para proclamar que no, eh, que no lo compramos, que nosotros estamos por encima de eso, porque pocos traficantes del ruido medi¨¢tico han sido tan h¨¢biles como ¨¦l a la hora de gestionar sus haters. Este art¨ªculo, como todos los art¨ªculos ¡°en contra¡± de Risto Mejide, es un fracaso, el reverso necesario de un spot pol¨¦mico del que habla todo el mundo. Mis jijis y vuestros jajas son a Risto lo que los chistes de Twitter fueron a la campa?a de Loewe de los hijos tontos: casito, imagen y marca.
Diseccionar a Risto Mejide desde la postiron¨ªa es un ejercicio est¨¦ril porque no es el villano que necesitamos para autoafirmarnos, sino el que nos merecemos por caer una y otra vez en la trampa de seguir d¨¢ndole cuerda, ya sea en su faceta de malote o en su metamorfosis cupidesca.
Y sin embargo aqu¨ª estamos, mientras ¨¦l r¨ªe.
Qu¨¦ mal, ?eh?
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