?D¨®nde demonios est¨¢ la Concordia en esta Europa?

Los Premios Princesa de Asturias se han ganado una cierta reputaci¨®n de oportunistas por su tendencia a jugar al hueco. Sin embargo, con el Premio a la Concordia 2017, concedido hoy a la UE, el jurado se ha pasado de frenada. Incluso considerando las dificultades por las que atraviesa el continente tras el refer¨¦ndum del Brexit, conceder un premio de este tipo a quien est¨¢ cometiendo un crimen hist¨®rico con quienes huyen desesperados de uno de los peores conflictos modernos constituye un sarcasmo peligroso.

Ayer, D¨ªa Mundial del Refugiado, se nos recordaba que no menos de 14.000 personas han perdido la vida desde 2014 intentando llegar a Europa. El n¨²mero de quienes se han dejado la dignidad y los ahorros en el intento, condenados a una vida de incertidumbre e inseguridad, se puede contar por millones.

Esto no habr¨ªa ocurrido si Europa, Estados Unidos, Australia y otros pa¨ªses hubiesen honrado sus obligaciones legales y establecido pasajes seguros y masivos que garanticen la protecci¨®n internacional.

La abracadabrante nota de prensa de la Fundaci¨®n Princesa de Asturias hace referencia a la ¡°relaci¨®n m¨¢s integradora y constructiva con vecinos como Turqu¨ªa, Oriente Pr¨®ximo o el norte de ?frica¡±. Precisamente cuando en estos pa¨ªses est¨¢ teniendo lugar una monumental operaci¨®n de chantaje y soborno para la externalizaci¨®n y securitizaci¨®n de las fronteras europeas.

?C¨®mo es posible ignorar estos asuntos a la hora de deliberar un premio de esta categor¨ªa?

Por supuesto que los gobiernos de Alemania y Suecia se han comportado de otro modo. Que las autoridades griegas e italianas han hecho frente como han podido a una emergencia humanitaria de una magnitud intolerable. Pero estos casos son la excepci¨®n, no la regla. Sus respuestas ha tenido lugar a pesar de los dem¨¢s Estados miembros y no con su apoyo.

Unos, como la Hungr¨ªa de Orb¨¢n o la Polonia de Kaczynski, ladran su xenofobia en cuanto tienen una oportunidad. Otros, como la Espa?a de Rajoy o el Reino Unido de May, tiran exactamente la misma piedra y despu¨¦s esconden la mano.

?D¨®nde demonios est¨¢ la Concordia en esta Europa?

El hecho de que se est¨¦n saliendo con la suya no significa que no nos enteremos. La responsabilidad hist¨®rica nos marcar¨¢ para siempre, como marc¨® a toda Europa su inanidad frente al genocidio jud¨ªo. Y, cuando echemos la vista atr¨¢s y comprobemos que, mientras la UE miraba hacia otro lado, sus l¨ªderes se palmeaban la espalda concedi¨¦ndose premios como el Princesa de Asturias a la Concordia, el asunto nos parecer¨¢ sencillamente repulsivo.