Por san Juan
Pudimos so?ar que esa noche hab¨ªamos encontrado el tr¨¦bol de cuatro hojas, un pa¨ªs sin corruptos en la pol¨ªtica, sin caimanes en las finanzas
Ba?arse desnudo en el mar la Noche de San Juan, asar sardinas en la playa, prender hogueras festivas y recordar cuando de ni?o saltabas a trav¨¦s de las llamas, enviar un deseo a las estrellas y esperar que la respuesta inmediata y voluptuosa se diluya en el licor de la copa que bebes en compa?¨ªa de unos amigos, o¨ªr risas y canciones en la oscuridad que te llevan a la infancia, saber que muchas parejas est¨¢n haciendo el amor en el agua, contemplar tumbado en la arena el universo y perder la memoria, no desear nada, no esperar nada, pero sentirte bien, son ritos que muchos habr¨¢n cumplido la Noche de San Juan. Tienes derecho a un momento de felicidad, pese a que en ese Mediterr¨¢neo en el que te ba?as flotan tambi¨¦n miles de muertos ahogados, y esas alegres fogatas con olor a sardina asada con que se honra a los dioses antiguos son tambi¨¦n incendios que ahora mismo est¨¢n devorando los bosques, y esos gemidos de amor que producen los j¨®venes enamorados no van a impedir que en ese mismo mar el manantial de sangre prosiga manando. Detr¨¢s de la belleza de las constelaciones, cuya armon¨ªa pitag¨®rica te subyuga con su ¨¢lgebra, existe un agujero negro como el que te engulle a menudo en los d¨ªas aciagos, pero aunque solo sea por una noche nos hemos permitido el placer de imaginarnos limpios, tributarios de los dioses paganos, inundados por unas olas oscuras que en el futuro ser¨¢n siempre azules y soleadas. Pudimos so?ar que esa noche hab¨ªamos encontrado el tr¨¦bol de cuatro hojas, un pa¨ªs sin corruptos en la pol¨ªtica, sin caimanes en las finanzas, libre de la peste del terror y de la fiebre inform¨¢tica. Fiestas de verano, revuelta de hormonas adolescentes que desaf¨ªa la furia del oleaje contra las rocas, esperanza de agarrarse al rabo del ¨²ltimo cometa que pasa, viejos que sue?an amores pret¨¦ritos bajo los sombreros de paja.
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