A Venezuela por Cuba
No hay una soluci¨®n para la tragedia de Caracas que no pase por Washington y La Habana
Una de las posibles explicaciones de la interminable tragedia venezolana yace en la persistente indiferencia o complicidad de la regi¨®n latinoamericana. Hace a?os que los vecinos de Venezuela debieron haber tomado cartas en el asunto y evitar el paulatino deslizamiento del r¨¦gimen de Ch¨¢vez y ahora de Maduro hacia la dictadura en el que se ha convertido. Una vez iniciada la espiral descendente, debieron actuar para revertir la tendencia. Nada de eso sucedi¨®. Hasta ahora. Ya era tiempo.
Hay varios resultados de la Reuni¨®n de Consulta y de la Asamblea General de la OEA, celebradas en Canc¨²n entre el 19 y el 21 de junio. Tres revisten particular relevancia, tanto para M¨¦xico, como pa¨ªs anfitri¨®n, como para el resto de Am¨¦rica Latina, sin menosprecio de las consecuencias y balances para Venezuela, tema central de los debates.
Empezando por M¨¦xico, por fin vuelve a contar con una postura moderna, digna y correcta. En Canc¨²n, el pa¨ªs antepuso los compromisos regionales de defensa colectiva de la democracia representativa y de derechos humanos a los principios caducos de no intervenci¨®n y de supuesta autodeterminaci¨®n de los pueblos. Durante muchos a?os, M¨¦xico combin¨®, en ocasiones con una leve dosis de hipocres¨ªa, la no intervenci¨®n con el combate diplom¨¢tico a las dictaduras latinoamericanas (y al r¨¦gimen de Franco, por cierto). Rompi¨® relaciones con Pinochet y con Somoza; apoy¨® a la oposici¨®n chilena, nicarag¨¹ense y salvadore?a contra los Gobiernos autoritarios de esos pa¨ªses, tanto localmente como en foros internacionales. Coloc¨® esta encomiable definici¨®n en una l¨ªnea m¨¢s congruente al censurar, desde 2001, a la dictadura castrista en la ONU, y en el plano bilateral, desde 1998. Hoy, con Venezuela, vuelve a esa tradici¨®n, al cabo de un decenio de abandono.
Este avance de pol¨ªtica exterior de inmediato gener¨® repercusiones en la pol¨ªtica interna. No se puede disociar la posici¨®n mexicana ante Venezuela de la decisi¨®n de duplicar las aportaciones aztecas y de los dem¨¢s pa¨ªses al sistema interamericano de derechos humanos. Tampoco es ¨²til separarla de la declaraci¨®n del canciller Luis Videgaray de dar la bienvenida a todo escrutinio externo, incluyendo observadores internacionales para las elecciones del 2018. No se puede lo uno sin lo otro, aunque el abogado de los padres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa admire a la dictadura de Maduro.
Los Gobiernos que representan a m¨¢s de 90% de la poblaci¨®n y del PIB de Am¨¦rica Latina votaron por una resoluci¨®n sobre Venezuela contra la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Hace pocos a?os, Brasil, Argentina, Per¨² y M¨¦xico no lo hubieran hecho. Solo Bolivia y Nicaragua se solidarizaron con Maduro; ni Ecuador ni El Salvador los siguieron. El cambio es notable. Sin embargo, M¨¦xico y sus aliados fracasaron. No se consiguieron los votos necesarios para que el proyecto de resoluci¨®n fuera aprobado. Fue imposible arrancar tres votos m¨¢s a los pa¨ªses del Caribe, que hicieron la diferencia, entre abstenciones y votos en contra.
Hay varias explicaciones. La primera es la que parte del petr¨®leo que Venezuela regala o vende con subsidio a las islas caribe?as. La segunda consiste en que EE?UU no hizo la tarea. Rex Tillerson, el secretario de Estado, no viaj¨® a Canc¨²n, y debilit¨® as¨ª el esfuerzo de todos. Hay un caso especialmente escandaloso: Rep¨²blica Dominicana. Que EE?UU no pueda convencer a Santo Domingo que vote con ¨¦l es incre¨ªble. Otra interpretaci¨®n adicional involucra a otro pa¨ªs formalmente ausente en Canc¨²n: Cuba, que ejerce una enorme influencia sobre esos peque?os pa¨ªses vecinos porque ha puesto en pr¨¢ctica una pol¨ªtica de cooperaci¨®n, desde hace muchos a?os. Ha enviado a miles de agentes de inteligencia, m¨¦dicos, maestros, instructores deportivos y militares. Esto le ha aportado a Cuba un gran ascendiente sobre sus gobernantes.
Por otro lado, M¨¦xico, Brasil, Argentina y Colombia han hecho hasta lo imposible para complacer a la dictadura cubana, en detrimento de sus propios valores y principios. Ya es hora de que haya un m¨ªnimo de reciprocidad cubana por estos esfuerzos desmedidos que todos han llevado a cabo por Cuba. Tal vez no surgieron las condiciones para alcanzar esta correspondencia cubana en las reuniones de Canc¨²n. Pronto se celebrar¨¢n otras reuniones y surgir¨¢n otras oportunidades. Pero tres tesis parecen evidentes. No hay salida de la tragedia de Caracas sin Cuba; no habr¨¢ cooperaci¨®n cubana sin algo a cambio; solo EE?UU tiene algo que dar a cambio.
Jorge G. Casta?eda es exministro de Asuntos Exteriores de M¨¦xico.
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