La dinamita del desprestigio
Donald Trump ha roto todas las plusmarcas de impopularidad interior y exterior en seis meses
En el pa¨ªs de la competencia y del m¨¦rito, ¨¢vido de clasificaciones y plusmarcas, hay desde siempre un debate sobre qui¨¦nes han sido el mejor y el peor presidente de la historia. As¨ª como hay casi unanimidad en la consideraci¨®n de la excelencia, en la que compiten Washington, Roosevelt y Lincoln, el farolillo rojo suele ser m¨¢s cambiante en funci¨®n de la perspectiva temporal. Hasta que lleg¨® Donald Trump, el presidente que rompe todos los esquemas y tambi¨¦n las plusmarcas negativas.
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Nada se puede decir todav¨ªa sobre su puesto en el ranking hist¨®rico, dado que las sesudas clasificaciones a cargo de historiadores y polit¨®logos no llegar¨¢n al menos hasta que finalice el mandato. De momento, si nos fiamos de las encuestas sobre el nivel de aprobaci¨®n entre sus conciudadanos y los estudios de opini¨®n sobre su imagen y la de su pa¨ªs en el mundo, el resultado no puede ser peor. Trump ha empezado con el bald¨®n del desprestigio dentro, donde consigue los niveles de aceptaci¨®n m¨¢s bajos que haya obtenido cualquier otro presidente desde que vienen realiz¨¢ndose encuestas, y tambi¨¦n fuera, de forma que solo pisar la Casa Blanca se ha producido una brusca e ins¨®lita ca¨ªda en la imagen del pa¨ªs en el mundo, tal como registra la sombr¨ªa encuesta del Pew Research Center.
George W. Bush, que anduvo peleando por la medalla de oro de la ineptitud, ya es, gracias a Trump, un presidente del mont¨®n, ni m¨¢s bueno ni m¨¢s malo que muchos otros presidentes. Bush hizo sus m¨¦ritos para conseguir la plusmarca: su doctrina sobre la guerra unilateral y preventiva, sus mentiras sobre las armas de destrucci¨®n masiva, la apertura del limbo legal que es el campo de detenci¨®n indefinida de Guant¨¢namo, la legalizaci¨®n de la tortura, la desastrosa ocupaci¨®n de Irak y, como culminaci¨®n, la penosa gesti¨®n de la cat¨¢strofe del hurac¨¢n Katrina fueron recortando su popularidad hasta alcanzar niveles ¨ªnfimos poco antes de terminar su mandato. El imbatible Trump ha conseguido en seis meses lo que a Bush le cost¨® al menos seis a?os y, reconozc¨¢moslo, sin apenas hacer efectivo ning¨²n punto de su programa, solo con sus declaraciones intempestivas, sus promesas electorales y la exhibici¨®n de su car¨¢cter volc¨¢nico y err¨¢tico de usuario compulsivo de Twitter.
George W. Bush, que anduvo peleando por la medalla de oro de la ineptitud, ya es, gracias a Trump, un presidente del mont¨®n
Es dif¨ªcil pensar que Trump pueda recuperarse, a menos que medie un acontecimiento inesperado capaz de desbordar su car¨¢cter y su programa. Este tipo de remontadas, normalmente vol¨¢tiles, suelen producirse con ocasi¨®n de un ataque exterior o una declaraci¨®n de guerra, cuando funciona el s¨ªndrome de la unidad nacional alrededor de la bandera y del presidente. George W. Bush con el 11-S ha sido el ¨²ltimo en beneficiarse de una situaci¨®n de este tipo, que no deja de ser tentadora para presidentes arruinados y con un amplio men¨² de conflictos en la mano ¡ªCorea del Norte, el Mar del Sur de China, Ir¨¢n, Siria, e incluso Ucrania¡ª entre los que optar para librar una peque?a gran guerra de oportunidad. El desprestigio desbocado del presidente es dinamita pura para la seguridad mundial.
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