¡®Gru 3. Mi villano favorito¡¯. Acci¨®n, diversi¨®n y un malvado memorable

Un villano embutido en un traje morado torero y con hombreras que masca terribles chicles, un pueblecito de la costa del sur de Francia (ficticia), un millonario hortera y encantador, un diamante del tama?o de una sand¨ªa, acci¨®n, carreras, su dosis de ternura, su pizca de adultez frente a infancia, y su bocadito de debate interno. Todo esto, cocinado en la excelencia t¨¦cnica ya habitual en las grandes pelis de animaci¨®n, se puede encontrar en Gru 3 Mi villano favorito, la tercera entrega del ?exvillano? calvo de los adorables esbirros amarillos. A los seguidores de Gru les gustar¨¢, los seguidores de los Minions los echar¨¢n un poquito (solo) de menos y los amantes del cine de animaci¨®n en general la disfrutar¨¢n sin mayor complicaci¨®n. Y los nost¨¢lgicos cazar¨¢n los suficientes gui?os.

Tiene Gru 3 varias escenas muy divertidas, empezando por la primera, en la que el malo (mal¨ªsimo) Balthazar Bratt, un personaje memorable, comete su primera maldad. Es un malo que pelea bailando ¨¦xitos de los 80, su infancia dorada, de la que proviene tambi¨¦n su cuestionable peinado (?os acord¨¢is de Desireless, la de Voyage, Voyage?) y su m¨¢s que cuestionable vestimenta (cuello alto, mitones, bombachos, zapato blanco). El primer cara a cara con Gru, que marcar¨¢ el resto de la pel¨ªcula, es antol¨®gico. Tambi¨¦n el paseo por la costa en el ¡°villanom¨®vil de pap¨¢¡± del protagonista y su reci¨¦n descubierto hermano millonario melenudo Dru, otro alarde de t¨¦cnica al servicio de una desbordada imaginaci¨®n. Y, por supuesto, la secuencia final, sobre las colinas de Hollywood, con mucho chicle e ingenio a raudales. Menci¨®n aparte y destacada merece la secuencia en la que los Minions se convierten en los amos de una terrible prisi¨®n.

A todo esto se a?ade un argumento sencillo, recomendable para ni?os desde los cinco a?itos, en mi opini¨®n. Eso s¨ª, con los suficientes recovecos ¨Clas dudas de Gru sobre la villan¨ªa, el mal crecer de Bratt, el af¨¢n maternal de Lucy, los primeros escarceos amorosos de Margo, la lucha entre la fantas¨ªa y la realidad de Agnes- como para satisfacer paladares m¨¢s adultos. Por no citar la banda sonora M80 que acompa?a al malo de las hombreras o esos gui?os a los ochenta en forma de canciones, bailes o escenas de series con efectos especiales de chiste.

La ¨²nica pega que puedo poner a la peli es el doblaje. Acaba uno con una especie de sobredosis de Florentino Fern¨¢ndez, que dobla a los dos hermanos, pero el que sale peor parado es el de Patricia Conde. Si se puede optar por la versi¨®n original, yo lo har¨ªa.

Entonces, ?qu¨¦ hacemos? ?Vamos? Sin duda, s¨ª, vamos. Porque se pasa bien, a ratos muy bien, porque est¨¢ bien hecha, porque no es larga -al rev¨¦s, se hace corta-, porque est¨¢n los Minions, porque ya no hay cole, porque nos embarga la nostalgia ochentera, aunque nos averg¨¹ence ¡­ No hacen falta excusas.