El pincho y el pinchazo
Frente a l¨¢piz (??) electr¨®nico y las siglas USB, alguien pens¨® en algo que se inserta en el ordenador
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El genio del idioma espa?ol es lento. ?l va acomodando a sus criterios a cuanto le cae cerca, pero nunca tiene prisa por mucho que le apuremos. Se comporta m¨¢s o menos como la justicia.
La historia de la lengua dispone de muchos ejemplos que refuerzan esa idea.
Al ¨¢rbitro de f¨²tbol se le hab¨ªa llamado en Espa?a referee, y al fuera de juego, offside. Pero ¨¦sos y otros t¨¦rminos ingleses se tradujeron con el tiempo (a veces con mucho tiempo) y se generalizaron. En el tenis ya no decimos out! sino ¡°?fuera!¡±, ni smash sino ¡°mate¡±¡ Wagons-lit ha ido dejando paso a ¡°coches cama¡±, link a ¡°enlace¡± y self-service a ¡°autoservicio¡±. La persona que cuida un ni?o por horas se llama ahora ¡°canguro¡±, pero antes se dec¨ªa babysitter (literalmente, sentadora de ni?os); y frente a ¡°tomar el sol en top-less¡± va progresando la castiza expresi¨®n ¡°tomar el sol en tetas¡±.
(Hubo quien ridiculiz¨® esta alternativa, por cierto, cuando se anot¨® por vez primera, en 1998, tomada al o¨ªdo en una playa. Pero ahora Google recoge 40.000 ejemplos de ¡°el sol en tetas¡± y la expresi¨®n ya figura en el banco de datos acad¨¦mico).
Todo esto viene a cuento de que ese mismo genio popular ha dado en la flor de denominar ¡°un pincho¡± aquello que se hab¨ªa venido llamando pendrive o pen drive, o ¡°memoria USB¡± (Universal Serial Bus).
Frente a la idea del l¨¢piz (??) port¨¢til (eso quiere decir pendrive), frente a la denominaci¨®n t¨¦cnica de unas siglas en ingl¨¦s, alguien imagin¨® lo m¨¢s b¨¢sico; un instrumento ligero que se inserta en el ordenador como la aguja moruna en la carne troceada.
Las met¨¢foras crean palabras desde los or¨ªgenes del espa?ol (y antes en lat¨ªn); as¨ª, la sierra monta?osa naci¨® de la sierra del carpintero, y del riego de los campos sali¨® el riego sangu¨ªneo. Y la memoria mental dio nombre a la memoria electr¨®nica.
He comprado algunas memorias USB estas semanas, para lo que he pedido deliberadamente ¡°un pincho¡± en las tiendas de productos inform¨¢ticos. Y me entregaron de inmediato lo que yo solicitaba. Si hubiera entrado en un bar, habr¨ªa obtenido sin duda algo muy diferente; pero estas ambig¨¹edades se suelen resolver gracias al contexto y al ambiente (como sucede cuando decimos ¡°voy a llamar a un canguro para que venga esta noche¡± o ¡°me he comprado una sierra para el taller¡±).
A veces s¨®lo hace falta traducir el t¨¦rmino del ingl¨¦s. As¨ª sucedi¨® por ejemplo con link y su derivado ¡°linkar¡± (que ya van quedando en desuso ante los evidentes ¡°enlace¡± y ¡°enlazar¡±). Pero en otras ocasiones se requiere algo m¨¢s: ver el objeto desde una nueva perspectiva. Eso sucedi¨® en el f¨²tbol, por ejemplo, con ¡°portero¡± (el que est¨¢ en la porter¨ªa) frente a goalkeeper (literalmente, ¡°el guardadador de la meta¡±, que dio ¡°guardameta¡±). Y as¨ª parece estar ocurriendo con ¡°pincho¡±, que poco a poco almacenamos como hablantes en nuestra primitiva memoria.
Posdata. Hasta ah¨ª lo del pincho. Ahora, el pinchazo. Llam¨¦ el pasado domingo ¡°adverbio¡± al conector ¡°pero¡±, que es una conjunci¨®n ¡°adversativa¡±. Frente a las interpretaciones benevolentes que algunos lectores me han hecho llegar, no se buscaba con ello reflejar ninguna aportaci¨®n gramatical propia del arriba firmante, sino que se trat¨® de un simple lapsus c¨¢lami favorecido quiz¨¢s por la cercan¨ªa fon¨¦tica de los t¨¦rminos confundidos. Les pido disculpas.
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