Sobredosis de violencia en M¨¦xico
Es preciso combatir el narcotr¨¢fico, erradicar la corrupci¨®n y reformar el sistema judicial
Podemos preguntarnos hasta la saciedad por qu¨¦ en M¨¦xico matan a periodistas; por qu¨¦ M¨¦xico es, despu¨¦s de Siria, el pa¨ªs del mundo que vive una situaci¨®n de violencia mayor en n¨²mero de muertos, seg¨²n el informe anual del Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres; por qu¨¦, en una autopista cercana a Ciudad de M¨¦xico, unos sujetos armados asaltan a una familia dejando un saldo de dos mujeres violadas, entre ellas una menor, y un beb¨¦ de dos a?os muerto tras recibir un disparo de un arma de fuego; por qu¨¦ el feminicidio se ceba con tantas y tantas mujeres (solo en 2014 se registraron 6,3 defunciones femeninas con presunci¨®n de homicidio diarias, de acuerdo con datos de un estudio elaborado por ONU Mujeres, la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n de M¨¦xico y el Instituto Nacional de las Mujeres); o por qu¨¦ hay zonas cada vez mayores de inseguridad ciudadana y pueblos enteros donde impera el miedo.
Sin embargo, a¨²n esbozando una respuesta ¡ªnarcotr¨¢fico, corrupci¨®n, impunidad, crimen organizado¡ª, no llegar¨ªamos al meollo del problema que padece M¨¦xico.
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La mezcla de ¡°violencias¡± que padecen los mexicanos es fat¨ªdica y mortal. A una violencia ¡°estructural¡±, donde las condiciones de injusticia se deben a una serie de organizaciones sociales establecidas que se ocupan de su permanencia (Galtung), podemos sumar una violencia ¡°sist¨¦mica¡±, inscrita en los modos de conducta y percepci¨®n de la gente, que acepta y repite las relaciones de dominaci¨®n por costumbre, de forma cotidiana, sin rechistar (Bourdieu), m¨¢s una violencia ¡°objetiva¡±, inseparable del sistema y que mantiene en pie las relaciones de dominaci¨®n y de explotaci¨®n del sistema capitalista (Zizek).
En ese contexto, lo m¨¢s temible es que la violencia destruye toda posibilidad de acci¨®n y actividad, arrojando a sus v¨ªctimas a una pasividad radical, pues la l¨®gica de la violencia sigue un modelo en el que el otro penetra en lo propio y lo niega, lo infecta y lo destruye. De ah¨ª que una sociedad pueda perecer cuando es incapaz de rechazarla, de inmunizarse. ¡°Infiltraci¨®n, invasi¨®n o infecci¨®n son las formas de operaci¨®n de la violencia macrof¨ªsica¡±, dice el fil¨®sofo Byung-Chul Han, y su forma de manifestarse es, agrega, ¡°expresiva, explosiva, expl¨ªcita, impulsiva e invasiva¡±, y desinterioriza al sujeto, pues la violencia siempre est¨¢ dirigida al portador de una interioridad, de modo que la destrucci¨®n de una piedra no puede considerarse violencia.
Por otra parte, la violencia no es simb¨®lica, sino diab¨®lica, pobre en s¨ªmbolos y pobre en lenguaje. Y es enemistadora, destruye el espacio de la libertad y deja un vac¨ªo tras de s¨ª.
Lo m¨¢s temible es que la violencia destruye toda posibilidad de acci¨®n y actividad, arrojando a sus v¨ªctimas a una pasividad radical
?Qu¨¦ podemos esperar, en un contexto como el mexicano, para que la violencia que tienen lugar ah¨ª llegue a su fin? Si las causas que se identifican como generadoras de esa violencia se ponen en orden, primero deber¨ªa considerarse el tema de la guerra contra el narco, una especie de tautolog¨ªa desde sus inicios, pues el germen del narco moderno est¨¢ en las mismas fuerzas que lo combaten (polic¨ªas despedidos, militares desertores, medios y altos mandos judiciales y pol¨ªticos corrompidos), donde la ¨²nica salida posible ser¨ªa la legalizaci¨®n de las drogas, pues no basta con que Rex Tillerson, secretario de Estado de Estados Unidos, asuma que asesinatos como el del periodista Javier Valdez hayan sido producto de la violencia relacionada con el narcotr¨¢fico, ni que el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, reconozca que el problema del tr¨¢fico de estupefacientes y la p¨¦rdida de vidas humanas que ¨¦ste genera en M¨¦xico se debe a la demanda de droga que hay en su pa¨ªs, pues es evidente que ellos son ¡°el mercado¡±, pero un mercado ¡°negro¡± que, sin reglas de comercio, permite que se imponga la ley no del m¨¢s fuerte, sino del m¨¢s violento, del m¨¢s armado, del m¨¢s corruptor.
Los pol¨ªticos mexicanos, como Luis Videgaray, ministro de Relaciones Exteriores, hablan de establecer diagn¨®sticos y compromisos con Estados Unidos para trabajar como equipo y enfrentar este problema para reducir significativamente el dinero proveniente del consumo de drogas. Pero esa batalla est¨¢ perdida de antemano si no se corta de ra¨ªz el problema, que es en esencia el tr¨¢fico ilegal de lo que la ONU define como ¡°estupefacientes y sustancias sicotr¨®picas¡±.
No obstante, la cuesti¨®n es que aun con la legalizaci¨®n de las drogas no cesar¨ªa la violencia en M¨¦xico. A la par, tendr¨ªa que afrontarse una inmediata reforma del sistema judicial en su conjunto para lograr que los cr¨ªmenes de toda ¨ªndole y la operatividad de la delincuencia (que en grup¨²sculos de narcos ha ramificado sus actuaciones a modalidades como el secuestro, la extorsi¨®n, la violaci¨®n y el robo) no quedaran impunes, as¨ª como iniciar una profunda transformaci¨®n de las fuerzas del orden, tanto policiales como militares, que contemplara una profesionalizaci¨®n basada en c¨®digos ¨¦ticos y humanitarios, tan lejanos a sus esquemas de actuaci¨®n como bien sabe cualquier mexicano de a pie.
Por ¨²ltimo, pero quiz¨¢ en el lugar m¨¢s importante, habr¨ªa que abordar la corrupci¨®n, una pr¨¢ctica que alcanza todos los estratos sociales en M¨¦xico y cuya erradicaci¨®n depende de un muy lento proceso de recomposici¨®n de las instituciones, desde la familia hasta el Estado en su conjunto, donde los individuos vieran reflejado un cambio en las formas y costumbres de relacionarse entre s¨ª como sociedad, asumiendo unas responsabilidades que un nivel educativo medio, que habr¨ªa que brindar a toda la poblaci¨®n, podr¨ªa inculcarles.
Sin nada de ello, al menos, M¨¦xico seguir¨¢ padeciendo la violencia que hoy asuela su territorio y cuya sobredosis lo tiene sumido en una de las m¨¢s desgraciadas p¨¢ginas de su historia.
Carlos Rubio Rosell es periodista.
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