Iguaz¨², las aguas m¨¢s atrevidas

Cuenta una vieja leyenda guaran¨ª que hace millones de a?os habitaba en las m¨¢rgenes del r¨ªo Iguaz¨² una tribu de indios caingangu¨¦, gobernada por el cacique Igobi, cuya hija, Naipi, era tan hermosa que las aguas del r¨ªo paraban cuando la muchacha las miraba. Pero un joven guerrero llamado Tarob¨¢, enamorado de la bella india, se fug¨® con ella r¨ªo abajo en una canoa. Al percatarse de la huida, el dios M'Boi se enfureci¨® y penetr¨® en las entra?as de la tierra produciendo una gigantesca grieta que provoc¨® la creaci¨®n de multitud de cataratas, en cuyas turbulentas corrientes se perdieron para siempre los j¨®venes amantes.

Desde su nacimiento en la cumbre de la Serra do Mar, en Curitiba (Brasil), el r¨ªo Iguaz¨² -grandes aguas en guaran¨ª- fluye durante unos 1.300 kil¨®metros recibiendo agua de muchos afluentes. Antes de precipitarse por las legendarias cataratas, posee una anchura de entre 500 y 1.500 metros, y a medida que se aproxima a la ca¨ªda de las aguas, este cauce se subdivide por una serie de islas e islotes en m¨²ltiples brazos que, al llegar al desnivel de 74 metros, dan lugar a los impresionantes saltos cuyo n¨²mero var¨ªa seg¨²n el caudal de agua. Un d¨ªa normal se pueden llegar a contar 250 saltos a lo largo de 2.700 metros.

Las cataratas forman parte del parque nacional de Iguaz¨², enclavado en la selva del Paran¨¢, al sureste de Brasil y al noreste de Argentina (de sus 221.000 hect¨¢reas, 154.000 pertenecen a Brasil y 67.000 a Argentina). Declarado patrimonio natural de la humanidad, el parque tiene una notable diversidad biol¨®gica gracias a las condiciones ambientales de un clima subtropical con elevadas temperaturas y gran humedad. Se ha estimado que en el ¨¢rea protegida existen unas 2.000 especies de plantas, 450 especies de aves y m¨¢s de 80 especies de mam¨ªferos (algunos en extinci¨®n). Los ¨¢rboles de la zona representan un recurso valios¨ªsimo, siendo considerados uno de los principales pulmones naturales del mundo, donde es posible encontrar cerca de 2.000 especies, desde araucarias e higueras hasta maderas con un alto valor comercial, como el cedro o el palo rosa. Tambi¨¦n destacan las plantas ep¨ªfitas (musgos y l¨ªquenes), que crecen sobre ramas y troncos de ¨¢rboles o arbustos y permiten el nacimiento de muchas variedades de orqu¨ªdeas, cactus y bromil¨¢ceas, como los claveles del aire. Toda esta vegetaci¨®n resulta una enorme despensa para la fauna. Algunos animales, como el lagarto overo, el tapir o las decenas de clases de roedores, aprovechan los frutos que caen al suelo, mientras en las alturas de los ¨¢rboles los monos y las comadrejas se alimentan de hojas y brotes, en tanto que los carn¨ªvoros, como el jaguar y el puma, esperan poder capturar venados, manat¨ªes o alg¨²n ejemplar de una de las 100 especies de macacos que pueblan estos bosques, donde tampoco faltan las serpientes, los caimanes, cocodrilos y peces como las pira?as.

Menci¨®n aparte merecen las aves. En una salida ornitol¨®gica que comienza a las cinco de la ma?ana, el visitante puede contemplar cerca de 50 especies de las aproximadamente 288 contabilizadas, desde tucanes, urracas, garzas, loros, papagayos, ¨¢guilas y buitres hasta golondrinas, que anidan en las paredes descubiertas de los precipicios donde caen los saltos de las cataratas del Iguaz¨². Adem¨¢s se observan centenares de variedades de mariposas y el tr¨¢fago de hormigueros gigantes de hasta un metro y medio de altura, o se admira la perfecci¨®n geom¨¦trica de telara?as de hasta tres metros de di¨¢metro.

La visita de los saltos

Pero la mayor atracci¨®n tur¨ªstica sigue siendo la visita de las cataratas. Por el lado brasile?o, situado en la parte baja del r¨ªo, es posible apreciar algunos saltos, aunque la mejor alternativa desde ah¨ª es hacer un paseo en zodiac para acercarse a los m¨¢s grandes. Pero es, sin duda, el lado argentino el que ofrece la mejor opci¨®n al visitante, ya que cuenta con una larga pasarela de dos kil¨®metros sobre el r¨ªo que permite situarse justo encima de los saltos y ver muchos de ellos desde una excelente perspectiva. Otra expedici¨®n obligada tiene como destino la Garganta del Diablo, un monumento natural con gruesas y poderosas columnas de agua que, al desbordarse por los paredones bas¨¢lticos, espumean hacia el vac¨ªo hasta rebotar en el rocoso lecho del r¨ªo, provocando un fort¨ªsimo estruendo y una gigantesca nube que lo empapa todo.