El miedo esculpe el car¨¢cter
EN LA PEL?CULA V¨¦rtigo (1958), de Alfred Hitchcock, el protagonista que encarna James Stewart sufre acrofobia. Un pavor al que tendr¨¢ que enfrentarse para resolver el misterio que envuelve la trama. El miedo a las alturas es solo uno m¨¢s de muchas otras fobias que solemos sufrir los humanos. Existen temores de baja y de alta intensidad que no siempre est¨¢n justificados. Tener pavor a las serpientes entrar¨ªa en la segunda categor¨ªa. La probabilidad de encontrar un animal peligroso en una ciudad es ¨ªnfima y, aunque nos puedan aterrar, se consideran miedos de poso reducido. Se trata de un temor que no nos afecta o perjudica en el d¨ªa a d¨ªa. Por el contrario, los de baja intensidad, m¨¢s cotidianos (como el p¨¢nico a sufrir un accidente de coche o un robo), est¨¢n siempre ah¨ª y, precisamente por eso, acaban influyendo en nuestro car¨¢cter.
El temor a hablar en p¨²blico, el miedo a las ara?as o a la oscuridad son algunos de los traumas de las sociedades m¨¢s desarrolladas.
As¨ª como los miedos de alta intensidad pueden ser completamente personales (serpientes, ara?as, atentado terrorista¡), los cotidianos constituyen a menudo territorios comunes determinados culturalmente. Sin embargo, hay fobias que compartimos con mucha otra gente. Los usos y costumbres de cada sociedad forjan una serie de man¨ªas que se reiteran en los individuos. Por ejemplo, si hace el ejercicio de escribir en un buscador de Internet las palabras ¡°miedo a¡¡±, la propia herramienta completar¨¢ la frase de acuerdo a las b¨²squedas que han hecho otras personas. A m¨ª me ha sugerido: temor a conducir, a la muerte, al compromiso o a volar. Curiosamente, si lo escribo en ingl¨¦s (Fear to), el buscador indica miedo a las alturas, al fracaso y a la oscuridad. Solo el pavor que nos da montarnos en un avi¨®n coincide en los dos idiomas. Por el motivo que sea, parece que a los anglosajones les aterrorizan otras cosas que a los castellanoparlantes.
Estados Unidos y Reino Unido suelen publicar en revistas especializadas de psicolog¨ªa o psiquiatr¨ªa los miedos m¨¢s comunes de su poblaci¨®n. Los resultados var¨ªan, pero, sea cual sea la fuente consultada, hay una serie de temores compartidos en la cultura occidental. Uno de los m¨¢s comunes es hablar en p¨²blico, un temor casi inexistente en ¨¢mbitos rurales o pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Volar es otra de las grandes fobias de la poblaci¨®n de los pa¨ªses desarrollados. Le siguen la aracnofobia (a las ara?as) y la mictofobia (a la oscuridad). Es curioso, porque todas estas estad¨ªsticas revelan que las principales fobias responden a cosas que dif¨ªcilmente van a suceder. Si son fen¨®menos improbables, ?por qu¨¦ los tememos? Porque es la cultura lo que los determina y no los hechos.
La analista de liderazgo profesional Pilar Jeric¨®, en su magn¨ªfico libro No miedo: en la empresa y en la vida (editorial Alienta), explica que durante la construcci¨®n de los rascacielos de Manhattan a principios del siglo XX, los constructores tuvieron problemas para encontrar obreros que quisieran trabajar colgados a los andamios y tuvieron que recurrir a los cherokee. En este grupo de indios americanos no estaba tan extendido el miedo a las alturas como en las familias de inmigrantes europeos. Lo curioso es que cuando los rascacielos estuvieron acabados, esos mismos indios se negaban a tomar el ascensor que los subiera a las mismas plantas que ellos hab¨ªan construido porque en su cultura estaba muy arraigado el temor a los artilugios que se mov¨ªan por electricidad. Lo mismo sucede en otros entornos sociales. En una familia, por ejemplo, los hermanos suelen tener man¨ªas similares, fobias cotidianas determinadas por los h¨¢bitos de su hogar. Este tipo de sentimientos no tiene nada que ver con su personalidad, sino con la herencia que han recibido en casa. En las empresas y organizaciones, los miedos comunes determinados se elevan a la en¨¦sima potencia. Las posibles represalias, las actitudes de la jerarqu¨ªa para con sus inferiores y un largo etc¨¦tera de acontecimientos y maneras de dirigir conforman temores organizativos que se contagian entre empleados.
Todos estos miedos se tratan de una sola manera. Con informaci¨®n contrastada, comunicaci¨®n y tarea en equipo, ya sea con la familia o con los compa?eros de trabajo. Las fobias heredadas culturalmente se superan mejor en compa?¨ªa. Porque el miedo de un equipo de personas es inferior al de un individuo aislado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.