La noche de las hogueras urbanas
Cuando Barcelona ard¨ªa la Nit de Sant Joan
Seguramente es la noche del solsticio de verano, la Nit de Sant Joan, cuando Barcelona conoce su fiesta m¨¢s popular y masiva. Hace unos d¨ªas, la v¨ªspera del 24 de junio, pocos se atrevieron a desafiar la maldici¨®n que, seg¨²n la leyenda, caer¨ªa sobre quienes se atrevieran a pasar la velada bajo techo y se negasen a bajar a la calle a mezclarse con los dem¨¢s en el torbellino festivo. Y no se negaron. Y, como cada a?o, decenas de miles salieron a la intemperie a celebrar lo que m¨¢s importa: que exist¨ªan y que, si quiere, nadie est¨¢ solo.
Uno de los ingredientes indispensables de la fiesta es la tradici¨®n que ordena encender hogueras en esa noche en las calles de Barcelona y de toda Catalunya. El pasado 23 de junio, al anochecer, se encendieron en la capital un total de 27, cinco m¨¢s que el a?o pasado, todas organizadas por asociaciones vecinales y con autorizaci¨®n municipal. Hace algunas d¨¦cadas, a mediados de los a?os 60 del siglo pasado, se quemaban m¨¢s de mil, una en casi cada cruce de calles, todas instaladas por pandillas de preadolescentes y, por supuesto, sin permiso de nadie.
?Qu¨¦ hab¨ªa pasado para que una tradici¨®n que movilizaba a miles de ni?os y ni?as y llenaba Barcelona de fuegos, haya pr¨¢cticamente desaparecido y solo sobreviva en su versi¨®n formal e institucionalizada?
Como se acaba de hacer notar, era la chiquiller¨ªa ?¨Cesas sociedades infantiles informales a las que en catal¨¢n se presenta como la canalla¨C la que celebraba esa noche su gran fiesta. De esa asociaci¨®n entre infancia y la Nit de Sant Joan a la que Joan Manuel Serrat dedicar¨¢ una para muchos inolvidable canci¨®n ¨C?doneu-me un tro? de fusta per cremar...?¨C, evocando una experiencia al tiempo individual y colectiva de una enorme intensidad, pero de la que ya solo queda el recuerdo de quienes, de ni?os, fueron m¨¢s libres que sus hijos y sus nietos.
La misma alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, subraya el valor de esta vivencia en su p¨¢gina oficial de presentaci¨®n, cuando habla de su infancia, en las postrimer¨ªas de la d¨¦cada de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado. Nos dice: "Crec¨ª jugando en las calles del Guinard¨®, entonces un barrio tranquilo donde pod¨ªa jugar en la calle con mis hermanas y los vecinos de la calle. [...] De mi infancia recuerdo la vida en la calle, las hogueras de San Juan que hac¨ªamos con los ni?os del barrio recogiendo madera de casa en casa".
Bona revetlla! Recomanem La ciutat de les fogueres. P¨¨rdua i ¨²s del carrer #entrevista https://t.co/z9KOu1AlNphttps://t.co/b3kXkWi32L pic.twitter.com/h97Gy6Y4p3
— pol¡¤len edicions (@pol_lenedicions) June 23, 2017
Recoger memorias como esa es a lo que dedicaron dos a?os un equipo de j¨®venes investigadores del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urb¨¤ y del Departament d'Antropologia Social de la Universitat de Barcelona, que, a lo largo de casi dos a?os de trabajo, entrevistaron a m¨¢s de 200 personas entre 50 y 70 a?os, que les narraron c¨®mo se desarrollaba la recogida y custodia de la madera y la preparaci¨®n y encendido de las hogueras a cargo de ellos mismos, cuando ten¨ªan entre 8 y 14 a?os. Ahora aparece el informe final de la investigaci¨®n en forma de libro: La ciutat de les fogueres. Els focs de Sant Joan i la cultura popular infantil de carrer a Barcelona, publicada por la Editorial Pol¡¤len y de la que esperemos que pronto podamos contar con una versi¨®n al menos en espa?ol. Han organizado la edici¨®n Marta Contijoch y Helena Fabr¨¦ Nadal.
En libro se explica hasta qu¨¦ punto la costumbre de encender hogueras en las calles fue perseguida desde el siglo XVIII y hace una recopilaci¨®n de testimonios literarios de la importancia vital de esta fiesta para generaciones de barceloneses. Imposible hablar de esta ciudad, en cualquier momento de su historia contempor¨¢nea, sin que ocupe su lugar una noche en que siempre pasaba algo importante: Merc¨¨ Rodoreda, Juan Mars¨¦, Joan Salvat-Papasseit, Carmen Laforet, Miquel Mart¨ª i Pol, Gil de Biedma, Marta Pessarrodona, Gabriel Ferrater, Josep Carner, Joan de Sagarra, Eduardo Mendoza, Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, Eugeni d'Ors, Ana Mar¨ªa Matute...
La obra tambi¨¦n brinda informaci¨®n sobre la ubicaci¨®n de las diferentes hogueras en cada barrio, lo que hac¨ªa posible una cartograf¨ªa simb¨®lica de la ciudad de la que los puntos fuertes, siempre significativos, eran los lugares donde se levantaban: descampados, solares, plazas, cruces... Pero sobre todo lo que en este libro se encuentra es la evocaci¨®n de c¨®mo era el protocolo que las pandillas llevaban a cabo desde semanas antes de la fiesta y que iba de la recogida de muebles viejos casa por casa a cuando se apagaban las ¨²ltimas brasas de la hoguera, pasando por la elecci¨®n de un escondite que protegiera la le?a recolectada de los otros grupos de ni?os y de las brigadas municipales, la vigilancia del dep¨®sito a lo largo de d¨ªas, el montaje de la pira, su encendido y todas las actividades que giraban en torno suyo mientras ard¨ªa.
Esta indagaci¨®n etnogr¨¢fica, completada con un ingente trabajo de archivo, le permite a los autores del estudio establecer una teor¨ªa a prop¨®sito de las razones del declive y la ya pr¨¢ctica extinci¨®n de la costumbre, relacion¨¢ndolas con diversos factores, como fueron cambios sociales relativos al uso del tiempo libre de las familias, las din¨¢micas de urbanizaci¨®n y automovilizaci¨®n, la intensificaci¨®n de una ya antigua obsesi¨®n persecutoria contra estas pr¨¢cticas por parte de las autoridades municipales, pero sobre todo la disoluci¨®n del sistema de representaci¨®n y acci¨®n que hac¨ªa posibles y necesarias formas de apropiaci¨®n colectiva del espacio p¨²blico que fueron inseparables de la sociabilidad de barrio y, en concreto, del papel que jugaban los grupos de jovenzuelos, que encontraban en el espacio que se abr¨ªa entre la casa y la escuela, en lo que fuera el marco para una experiencia de libertad, autonom¨ªa y creatividad que los ni?os y ni?as de hoy ya no conocer¨¢n.
Hay en todo este asunto de las fiestas populares un notable malentendido, que se repite en especial en relaci¨®n con fiestas como esta. Cuando se vindican o exaltan se las presenta como tradiciones entra?ables cuyo origen "se pierde en la noche de los tiempos". Pocas veces se explicitan las funciones culturales, psicol¨®gicas y sociales que una celebraci¨®n como esta u otras ejercen poderosamente. En este caso, lo que en este trabajo explicitan los informantes no es solo la nostalgia por una costumbre perdida. Sin darse cuenta, lo que a?oran es algo mucho m¨¢s profundo y m¨¢s serio. No es una fiesta lo que se pierde, sino la vida que esta celebraba.
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