Nacida para matar
La cubomedusa australiana es el ser vivo m¨¢s venenoso que se conoce
De octubre a mayo, nadie se mete en el agua en las playas de Queensland, al noreste de Australia. Y no porque el agua est¨¦ fr¨ªa, sino porque las cubomedusas (Chironex fleckeri), tambi¨¦n conocidas como medusas cofre o avispones de mar, se acercan a la costa para reproducirse.
Pese a su aspecto inofensivo ¡ªel escritor y periodista Bill Bryson la describe como ¡°un borr¨®n transparente en forma de cubo¡±¡ª, esta criatura de entre diez y veinte cent¨ªmetros es el ser vivo m¨¢s letal de la Tierra. Sus tent¨¢culos, de alrededor de un metro de largo, tienen miles de cnidoblastos, c¨¦lulas urticantes con un filamento arponado (nematocisto) que se disparan inyectando un potente veneno neurot¨®xico, cardiot¨®xico y citot¨®xico, ¡°una carga mort¨ªfera que liquidar¨ªa al equivalente a una habitaci¨®n llena de gente¡±, seg¨²n Bryson. El m¨¢s leve roce produce un s¨²bito e indescriptible dolor, tan intenso que puede inducir un shock y hacer que la v¨ªctima se ahogue, si no muere antes por fallo respiratorio o colapso cardiovascular.
Mort¨ªferas gominolas
La Chironex fleckeri es muy abundante en la costa noreste de Australia, donde comparte territorio con su prima, la peque?a Irukandji (Carukia barnesi), diminuta medusa responsable de una misteriosa enfermedad ¡ªel s¨ªndrome de Irukandji¡ª detectada por primera vez en 1922 entre un comunidad de abor¨ªgenes de la costa de Cairns, al noreste de Australia. Los que la padec¨ªan, tras haber estado en contacto con el agua, sufr¨ªan fuertes dolores, calambres en brazos y piernas, taquicardia, n¨¢useas, inquietud, sudoraci¨®n, hipertensi¨®n y una desagradable sensaci¨®n de muerte inminente.
Jack Barnes, un m¨¦dico y excomando del ej¨¦rcito australiano que llevaba varios a?os investigando casos de envenenamiento por animales marinos, fue el primero en sospechar la relaci¨®n entre aquellos misteriosos s¨ªntomas y alg¨²n tipo de celent¨¦reo (Cnidaria). En diciembre de 1961 consigui¨® identificar la invisible y esquiva criatura, una diminuta medusa cofre de poco m¨¢s de diez mil¨ªmetros, transparente y armada con cuatro largos y finos tent¨¢culos.
Que le pongan tu nombre a una nueva especie (Carukia barnesi) puede requerir un sacrificio. En un loable ejemplo de empirismo e irresponsabilidad, Barnes se expuso a la caricia de la medusita, junto a su hijo de nueve a?os y un fornido monitor de surf. Poco despu¨¦s, los tres iban camino del hospital de Cairns, tras haber resuelto el misterio m¨¦dico. En 2002, un turista estadounidense de cuarenta y cuatro a?os tuvo que ser atendido por los servicios de urgencias del mismo hospital de la picadura de una de estas medusas; muri¨® poco despu¨¦s de una hemorragia cerebral.
?Ojo con este barco!
La carabela o fragata portuguesa (Physalia physalis), tambi¨¦n conocida como falsa medusa, es en realidad un hidrozoo sifon¨®foro polimorfo, es decir, una colonia de animales de la misma especie con distintas formas y funciones diferentes que se comportan como un solo individuo: como un grupo de amigos que se van de crucero pagando el viaje a pachas. Este ser viscoso recorre grandes distancias impulsado por el viento gracias a su neumat¨®foro, una especie de flotador de unos quince cent¨ªmetros que le sirve de vela y del que cuelgan largos tent¨¢culos muy urticantes, con los que provoca graves y dolorosas picaduras, casi tan peligrosas como las de los avispones de mar. Se la suele encontrar en mar abierto en todas las aguas c¨¢lidas del planeta, en especial en las regiones tropicales y subtropicales de los oc¨¦anos Pac¨ªfico e ?ndico, as¨ª como en la corriente del Golfo atl¨¢ntica. En ocasiones consigue llegar a las costas espa?olas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.