Reprobados
El presidente Rajoy pide, y con toda la raz¨®n, un compromiso de estabilidad a los partidos
Quedan de esos padres antiguos, llam¨¦moslos antiguallas, que al mirar las notas de sus hijos se fijan, m¨¢s que en las calificaciones de cada asignatura, en las acotaciones sobre comportamiento en clase. Como esos padres de anta?o a los que les importaba menos el aprobado que las reprimendas al car¨¢cter o el esfuerzo, la dedicaci¨®n o el empe?o del alumno. No estaban del todo desorientados sobre lo que marcar¨ªa, m¨¢s efectivamente que la nota final, el destino de sus hijos. Y a ratos se echa de menos algo as¨ª en esta sociedad resultadista, que ha importado de los deportes de competici¨®n la m¨¢xima de que el que gana siempre tiene la raz¨®n. Lo sent¨ª de nuevo al escuchar, tras la reprobaci¨®n del ministro de Hacienda en el Parlamento nacional, las justificaciones de sus compa?eros de partido. Bah, es solo una reprobaci¨®n pol¨ªtica, no sirve de nada, el que manda es el presidente del Gobierno.
Se admite como justificaci¨®n infantil, igual que esa de los ni?os cuando dicen: el profesor me tiene man¨ªa, la ha tomado conmigo. Ya tenemos dos ministros del Gobierno reprobados en sede parlamentaria. Y la consecuencia es que no hay consecuencia, a qui¨¦n le importa, es solo pelea pol¨ªtica. As¨ª que la reprobaci¨®n parlamentaria es un galard¨®n a la constancia partidista. Mala receta si luego vamos cantando las alabanzas del Parlamento, el respeto a las instituciones y la sumisi¨®n necesaria a ellas. Parece solo obligatorio ese respeto cuando el que se lo tiene que aplicar es el rival, el que desaf¨ªa al Parlamento, a la Constituci¨®n, al decoro, pero no es de mi bancada.
El presidente Rajoy pide, y con toda la raz¨®n, un compromiso de estabilidad a los partidos. Pide tambi¨¦n la solidaridad de los grupos ante los grandes desaf¨ªos econ¨®micos y sociales. Ha buscado incluso pactos con partidos nacionalistas para sacar adelante las cuentas, negando ese mantra de que con la igualdad entre regiones no se juega. Y nadie puede afearle esas acciones puras de eficaz gobernante, porque las habr¨ªa practicado si estuviera en su lugar. Ahora bien, a la hora de esa petici¨®n de hacer el camino unidos, de mostrar esa fe en las instituciones, lucir reprobados por el Congreso a dos ministros tan fundamentales como el de Justicia y el de Hacienda propicia una imagen agujereada del Estado. Instituciones tan fundamentales como la que vela por el cumplimiento de la ley y la que recauda los impuestos no pueden sostener en su m¨¢s alta jerarqu¨ªa a c¨®mplices pol¨ªticos, m¨¢s esmerados en la batallita que en el rigor de vigilar lo que es de todos.
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