Derrota
La cultura de Estado es hoy el D¨ªa del Orgullo Gay, la Liga, o la Diada Nacional. Diversiones para gente persuadida de ser inmortal
Es bien sabido, pero conviene record¨¢rselo a los j¨®venes, que De Gaulle nombr¨® ministro de Cultura a Malraux en 1958. En aquel momento, lo de poner a un ministro al frente de algo llamado ¡°cultura¡± era una excentricidad. De hecho (y aunque los j¨®venes no lo crean) por entonces la cultura no era un asunto de Estado.
La rareza se duplicaba al considerar la persona elegida para el cargo. Malraux era un novelista de ¨¦xito, muy celebrado por una vida aventurera que le hab¨ªa llevado de la antigua Indochina, a la Guerra Civil espa?ola, la Resistencia y las rep¨²blicas sovi¨¦ticas. Nadie entend¨ªa para qu¨¦ se necesitaba el nuevo ministerio, ni mucho menos que lo dirigiera un tipo tan singular. Desde el primer momento los altos funcionarios de la Administraci¨®n francesa se dedicaron a boicotearlo. No pod¨ªan tragar a un autodidacta que no sab¨ªa redactar informes debidamente refitoleros. Tambi¨¦n la izquierda carg¨® contra ¨¦l porque, dec¨ªan, una cultura de Estado es una cultura dirigida y por tanto fascistoide. S¨®lo admit¨ªan el fascismo de Mosc¨². Pero es que Malraux ten¨ªa una idea elevada de la cultura, la cual no era ni una diversi¨®n para las masas, ni un serm¨®n ideol¨®gico. La cultura era, dijo, ¡°el conjunto de misteriosas respuestas que puede darse un hombre cuando contempla en el espejo lo que ser¨¢ su rostro tras la muerte¡±. Algo dif¨ªcil de entender por funcionarios y comunistas.
La generaci¨®n de Malraux, como la m¨ªa, a¨²n no hab¨ªa pintado a la muerte de purpurina. Los a?os transcurridos desde entonces han eliminado cualquier tentaci¨®n de darle un significado a la nada, de ¡°arrancarle algo a la muerte¡±. Y la cultura de Estado es hoy el D¨ªa del Orgullo Gay, la Liga, o la Diada Nacional. Diversiones para gente persuadida de ser inmortal.
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