Una Administraci¨®n p¨²blica obsoleta
No pueden encararse los retos del siglo XXI y su revoluci¨®n tecnol¨®gica con una organizaci¨®n basada en el siglo XIX. Las instituciones que ejercen de intermediarios sociales est¨¢n en riesgo de desaparecer si no generan un nuevo valor
Las Administraciones p¨²blicas est¨¢n en una coyuntura en la que est¨¢ en juego su propia supervivencia. La revoluci¨®n tecnol¨®gica 4.0 est¨¢ facilitando un gran empoderamiento ciudadano que se manifiesta no solo con la econom¨ªa colaborativa sino tambi¨¦n en otras dimensiones de car¨¢cter pol¨ªtico, educativo y cultural. Las instituciones y organizaciones que ejercen de intermediarios sociales est¨¢n en riesgo de desaparecer si no son capaces de generar un nuevo valor para sus contribuciones. Medios de comunicaci¨®n, editoras de enciclopedias, universidades, entre otras, est¨¢n en riesgo de evaporizaci¨®n. Las Administraciones p¨²blicas no son una excepci¨®n ya que fundamentalmente su papel es de intermediaci¨®n entre la ciudadan¨ªa y el bien com¨²n o el inter¨¦s general. Resulta obvio que no se hace referencia a su desaparici¨®n f¨ªsica sino a una potencial defunci¨®n conceptual en el sentido que pueden dejar de ser relevantes en las redes de gobernanza cada vez m¨¢s complejas en las que comparten espacio con las empresas privadas, con las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro y con diferentes modelos alternativos de organizaci¨®n social. Adem¨¢s, las Administraciones p¨²blicas est¨¢n en horas bajas por la impotencia de la pol¨ªtica para resolver buena parte de los problemas y retos ciudadanos. El poder real est¨¢ difuso en la econom¨ªa y los partidos pol¨ªticos no encuentran las palancas para generar las soluciones que exige la ciudadan¨ªa. Cada vez el Estado, en su acepci¨®n m¨¢s amplia, es m¨¢s irresponsable ya que no puede asegurar el trabajo, unas retribuciones dignas, la vivienda, las prestaciones sociales e incluso la seguridad a una sociedad cada vez m¨¢s temerosa y crispada. La impotencia de la pol¨ªtica y del Estado revierte de manera muy negativa en la Administraci¨®n p¨²blica ya que su fuente principal de energ¨ªa reside en la fuerza del poder pol¨ªtico.
Muchos son los retos y la Administraci¨®n p¨²blica carece de capacidad de reacci¨®n, ya que est¨¢ atenazada por un modelo organizativo y por un sistema de gesti¨®n de sus recursos humanos totalmente obsoleto. Los desaf¨ªos del siglo XXI no pueden enfrentarse con un modelo conceptual propio del siglo XIX. Pero adem¨¢s, la Administraci¨®n p¨²blica se encuentra totalmente paralizada por capturas de car¨¢cter pol¨ªtico, corporativo y sindical. A pesar de esta situaci¨®n estructural tan negativa, las Administraciones p¨²blicas espa?olas han logrado durante los 40 a?os de singladura democr¨¢tica prestar unos servicios p¨²blicos de una gran calidad y de forma bastante eficiente y edificar un Estado de bienestar. Es un milagro solo explicable por el dinamismo de una clase pol¨ªtica y de unos empleados p¨²blicos, dos colectivos injustamente desprestigiados socialmente, que han adoptado modernas formas de liderazgo y de gesti¨®n en la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos. Pero ambos no se han preocupado en exceso por lograr un mayor refinamiento institucional y por modernizar las anticuadas arquitecturas organizativas.
Durante la pr¨®xima d¨¦cada se va a producir la jubilaci¨®n masiva de los empleados p¨²blicos
Durante la pr¨®xima d¨¦cada se va a producir un proceso de jubilaci¨®n masiva de los empleados p¨²blicos y se estima que durante este periodo va a entrar un mill¨®n de nuevos efectivos. Trabajadores p¨²blicos que prestar¨¢n sus servicios hasta el 2070. Esta es una enorme oportunidad de renovaci¨®n del sistema que no se puede dejar escapar. Durante los pr¨®ximos 50 a?os se experimentar¨¢n cambios vertiginosos de la mano de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, de la rob¨®tica y de la biomedicina. El papel de la Administraci¨®n p¨²blica ser¨¢ distinto en el marco de una sociedad del aprendizaje y sus modelos organizativos deber¨¢n ser mucho m¨¢s contingentes y, por tanto, adaptables a los cambios. Pero estamos dormidos y las Administraciones siguen con sus inercias, con sus tradiciones y sin ninguna expectativa de romper unas pautas culturales, institucionales y organizativas de car¨¢cter mineral. Si no se realiza ahora mismo un esfuerzo de an¨¢lisis de prospectiva que impulse un proceso de cambio y de modernizaci¨®n r¨¢pida y radical, la Administraci¨®n p¨²blica puede perder el tren para los pr¨®ximos 50 a?os. Y ello puede implicar su irrelevancia en las futuras redes de gobernanza p¨²blico-privadas. Es insensato que los empleados del futuro sean seleccionados por pret¨¦ritos sistemas memor¨ªsticos con temarios que van a perder su consistencia y vigencia en muy pocos a?os. Es incomprensible que los nuevos empleados p¨²blicos entren en un modelo organizativo y de gesti¨®n de recursos humanos totalmente obsoleto a nivel de v¨ªnculos (?tiene sentido que la mayor¨ªa sigan siendo funcionarios?), de una falta clara de definici¨®n de competencias, de aptitudes y de actitudes, de una carrera administrativa y unas tablas retributivas insensatas y que residen en una burbuja autista y aut¨¢rquica respecto al resto del mercado laboral. Van a entrar durante la pr¨®xima d¨¦cada j¨®venes muy bien preparados, adaptados a la era digital y con enormes capacidades de aprendizaje. Pero pueden alistarse en un contexto de cultura institucional y organizativa tan anticuado que castre de ra¨ªz todas sus potenciales capacidades y en pocos a?os los transforme en empleados anticuados, rutinarios y corporativos.
Es ahora el momento de poner manos a la obra en la tarea de modernizar la Administraci¨®n p¨²blica. Y no hacerlo como una impostura o de forma incremental, como suele dictar la tradici¨®n. Nuestro modelo de Administraci¨®n p¨²blica exige un cambio radical solo posible si se dinamita su modelo organizativo y, en especial, su sistema de gesti¨®n de recursos humanos. Hay que pensar de manera estrat¨¦gica, con altura y con prospectiva. No estamos hablando de cambiar ligeramente los temarios y otros elementos vinculados a la gesti¨®n de recursos humanos. Estamos planteando descartar todo lo que hay ahora y definir un imaginativo modelo de futuro. Por ejemplo, ya deber¨ªamos estar pensando en sistemas meritocr¨¢ticos para el acceso de los robots (se especula que el 30% de los actuales puestos administrativos van a ser suplantados por robots) y en un modelo de gobernanza de la rob¨®tica.
Estamos dormidos y las burocracias siguen con sus inercias y sin expectativa de cambio
Para implantar este cambio hace falta una gran valent¨ªa pol¨ªtica para enfrentarse a inercias conservadoras de car¨¢cter corporativo y sindical. Pero no queda otra opci¨®n si queremos que nuestros hijos y nietos disfruten de los servicios p¨²blicos de los que nuestras generaciones han gozado hasta el momento. No se percibe que las empresas est¨¦n capacitadas, ellas solas, para defender el inter¨¦s general. Tampoco se avista que los grupos sociales organizados puedan defender, en solitario o con las empresas, de manera transversal el bien com¨²n. Ambos grupos de actores ser¨¢n imprescindibles para lograrlo, pero bajo la batuta de unas Administraciones p¨²blicas ¡ªbajo el mando del poder pol¨ªtico derivado de la democracia representativa¡ª m¨¢s modernas e inteligentes, capaces de asumir lo que la literatura denomina el papel del metagobernador.
Carles Rami¨® es catedr¨¢tico de Ciencia pol¨ªtica y de la Administraci¨®n en la Universitat Pompeu Fabra.
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