?Cu¨¢ntas Coreas hay en el mundo?
Le¨®n, Toledo, Huesca, Palencia, Gand¨ªa, Palma o Coru?a tienen barrios llamados Corea. El fot¨®grafo Alejandro S. Garrido documenta el presente de un territorio perif¨¦rico que sigue siendo un enigma
El franquismo y la propaganda norteamericana sembraron Espa?a de barrios de casas baratas. En los a?os cincuenta, los arrabales de muchas ciudades espa?olas se llenaron de urbanizaciones marginales en las que las que se api?aban viviendas insalubres ¨Csin instalaciones y asentadas en suelos sin pavimentar- para quienes llegaban del campo a buscar fortuna en la ciudad. Aunque estas barriadas sin infraestructuras no tardaron en ser conocidas como Corea -la guerra contra el comunismo que libraban los americanos-, el origen de ese nombre contin¨²a siendo un misterio sujeto a m¨²ltiples interpretaciones para los miles de familias que habitan hoy los barrios. Hoy, muchos atribuyen ese nombre al momento en que se construyeron sus viviendas, otros al aspecto de campo de batalla que, durante a?os, sirvi¨® para describir su barrio. Otros m¨¢s se saben coreanos pero no aciertan a dar con el origen del apelativo.
Durante d¨¦cadas al l¨ªmite de lo social y hoy convertidos incluso en ¡°joyas arquitect¨®nicas para excluidos¡± -as¨ª describi¨® el diario ABC la sede de la instituci¨®n ben¨¦fico-social Padre Rubinos inaugurada por el presidente de la Xunta Gallega, Alberto N¨²?ez Feij¨®o el 3 de septiembre de 2014-, las diversas Coreas ¨Cy los distintos ¡°coreanos¡± que las habitan- han vivido sujetas al estigma de pobreza y el abandono que las vio nacer. ¡°Eran lugares alejados del camino a cualquier parte, lugares que no esperaban visitas¡±, define Alejandro A. Garrido (Madrid, 1986), un fot¨®grafo metido a investigador que expone parte de su indagaci¨®n en la Galer¨ªa Casa sin Fin de Madrid tras mostrarla al completo en Caixaforum de Barcelona y en espera de que esa exposici¨®n llegue en oto?o al centro Caixaforum de Madrid.
Garrido recuerda que ¡°en pleno auge de la Guerra Fr¨ªa, los acuerdos bilaterales con Estados Unidos que hicieron posible la construcci¨®n de estos barrios condicionaron la pol¨ªtica espa?ola posterior¡±. Y advierte, citando a Georges Lefebvre en El nacimiento de la historiograf¨ªa moderna ¡°que no hay relato hist¨®rico sin documentos¡±. Por eso sus fotograf¨ªas de calles, interiores, tapias, iglesias, bloques de viviendas, escaparates, comercios abandonados o registros catastrales quieren documentar algunas de las Coreas espa?olas.
Pocos documentos registran la naturaleza perif¨¦rica y excluida de estos barrios que, sin embargo, han ido cambiando con el tiempo. Bautizadas como grupos de viviendas General¨ªsimo Franco, con nombres de santos ¨CSan Juanillo-, de personajes b¨ªblicos ¨CLa Inmaculada- o de jefes falangistas ¨CPedro Villaescusa-, la primera de estas barriadas, la de Le¨®n, se comenz¨® a construir en 1952. Esas primeras Casas del Aguinaldo que no ten¨ªan ni agua corriente ni alcantarillado y que ve¨ªan c¨®mo en los d¨ªas de lluvia sus calles se convert¨ªan en lodazales, fueron las primeras ¡°viviendas incrementales¡± modernas levantadas en Espa?a. A la manera que propone el Pritzker Alejandro Aravena, fueron las familias las que comenzaron a construir aseos, a instalar los colectores de aguas residuales o a a?adir habitaciones aprovechando los patios. Seguramente por eso sus asociaciones de vecinos eran muy activas. Sin embargo, Garrido asegura que ¡°el abandono y el aislamiento contin¨²an hoy en la Corea de Le¨®n¡±.
En 1953 y en Coru?a, fueron 80 familias las que dejaron de vivir en cobertizos con los animales para instalarse en esa otra Corea. Ese mismo a?o, Franco ¡°int¨¦rprete genial de la Victoria y conductor seguro de la Paz¡± ¨Cen palabas del gobernador civil Manuel Pamplona- visit¨® las viviendas de Huesca. Dos a?os m¨¢s tarde se concluir¨ªan las de Palencia. All¨ª las familias completaban su jornada laboral de doce horas envolviendo caramelos con papel parafinado para la f¨¢brica cercana de Mariano de Vena. Con 500 horas de trabajo extraordinario lograban pagar las 3.500 pesetas de la aportaci¨®n inicial para su casa planificada por la autoridad estatal y levantada ¡°en la modalidad de autoconstrucci¨®n¡±, es decir, con su esfuerzo y conocimiento. 628 familias pisaron el barro de Palencia para entrar en pisos que, a veces, calentaban con carb¨®n ca¨ªdo de las v¨ªas del tren.
Las im¨¢genes de Garrido muestran el trabajo de un fot¨®grafo que dispara desde una categor¨ªa ¡°de baja intensidad art¨ªstica¡± para adentrarse en asociaciones de vecinos, parroquias y bancos de alimentos en los que a veces fue bien recibido y otras veces, amenazado: ¡°Al final, tuve la sensaci¨®n de haber viajado en el tiempo hacia un pasado escamoteado y sin embargo presente¡±. Ese es el documento art¨ªstico que recomponen la suma de estas im¨¢genes, la serie Corea de Alejandro S. Garrido logra reconstruir un territorio, ahondar en una historia desconocida y desenmascarar la convivencia y la permanencia de antes y despu¨¦s de los cambios pol¨ªticos, las burbujas inmobiliarias o el milagro del desarrollo espa?ol.
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