Turqu¨ªa, un a?o despu¨¦s
Erdogan tiene m¨¢s poder, pero tambi¨¦n se sabe m¨¢s vulnerable
Hace un a?o, la noche del 15 de julio, Turqu¨ªa sufri¨® un intento de golpe de Estado. Era el quinto de su historia y el primero que fracasaba. Fue un episodio traum¨¢tico, 249 personas perdieron la vida y el Parlamento y otros edificios oficiales fueron bombardeados. La resistencia de las instituciones y la poblaci¨®n a la intentona golpista podr¨ªa haber actuado como palanca para consolidar la democracia y unir el pa¨ªs. Pero no ha sido as¨ª.
Empieza a ser momento de hacer balance. No solo de lo que sucedi¨® esa noche sino, sobre todo, de c¨®mo est¨¢ Turqu¨ªa un a?o despu¨¦s. Una primera conclusi¨®n es que quedan muchos interrogantes por resolver. El Gobierno turco acusa al cl¨¦rigo Fethullah G¨¹len, otrora aliado de Erdogan y desde 1999 autoexiliado en Estados Unidos, de ser el arquitecto del golpe, y a sus seguidores, de actuar como brazo ejecutor. Estos, evidentemente, lo niegan. Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n se multiplican y la ausencia de un relato com¨²nmente aceptado no ayuda a que cicatricen las heridas.
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No solo ha sido traum¨¢tico el intento de golpe de Estado, sino tambi¨¦n las medidas adoptadas a partir de entonces. Hay decenas de miles de personas en prisi¨®n y 150.000 han perdido su empleo. Se han cerrado peri¨®dicos, escuelas y universidades. Las purgas empezaron contra c¨ªrculos g¨¹lenistas pero el espectro fue ampli¨¢ndose. El ¨²ltimo episodio ha sido la detenci¨®n de varios activistas de derechos humanos, entre los cuales se encuentra la responsable de Amnist¨ªa Internacional. La reputaci¨®n del pa¨ªs se resiente. Estos d¨ªas me viene repetidamente a la memoria una conversaci¨®n que tuve en Estambul cuatro d¨ªas despu¨¦s del golpe. Una persona, cercana al Gobierno, intentaba tranquilizarme asegurando que las purgas ser¨ªan r¨¢pidas, focalizadas y justas. ?Qu¨¦ me dir¨ªa ahora?
Estas medidas han contribuido a polarizar la sociedad turca. No es una novedad. Antes del 15 de julio, la poblaci¨®n ya estaba dividida entre los que adoran y los que detestan al presidente Erdogan, entre los que quieren reforzar su poder y los que temen una deriva autoritaria. La divisi¨®n ha ido a m¨¢s, tal como vimos en el refer¨¦ndum constitucional del 16 de abril de este a?o. Con algunas novedades: subyace una corriente cr¨ªtica dentro de su propio partido y ha empezado a perder apoyos en las zonas urbanas.
No solo ha sido traum¨¢tico el intento de golpe de Estado, sino tambi¨¦n las medidas adoptadas a partir de entonces
Este a?o tambi¨¦n nos ha recordado que la sociedad turca sigue siendo din¨¢mica, plural y resistente. Resisti¨® al golpe y tambi¨¦n quiere preservar la democracia y el Estado de derecho. El ¨¦xito de la marcha por la justicia, encabezada por el l¨ªder de la oposici¨®n, Kemal Kili?daroglu, es una buena muestra de ello.
Y aqu¨ª llega uno de los puntos m¨¢s importantes de este balance: el presidente Erdogan tiene m¨¢s poder que hace un a?o pero tambi¨¦n se sabe m¨¢s vulnerable. La noche del 15 de julio, un escuadr¨®n se dirig¨ªa al hotel donde estaban ¨¦l y su familia. Qui¨¦n sabe si para detenerle o para asesinarle. A ra¨ªz de las purgas, sus enemigos se han multiplicado. Y el refer¨¦ndum constitucional no fue precisamente un b¨¢lsamo. No era la victoria rotunda que esperaba. Se siente amenazado, se rodea de fieles, desconf¨ªa sistem¨¢ticamente y act¨²a con la m¨¢xima rotundidad. Cualquier gesto podr¨ªa interpretarse como un signo de debilidad.
Hasta ahora el buen curso de la econom¨ªa ha sido clave para afianzar el poder de Erdogan y su partido. Muchos no les votan por ideolog¨ªa, sino porque les ven como dinamizadores de la econom¨ªa, impulsores de obras p¨²blicas y creadores de empleo. Tras el fallido golpe de Estado, se tem¨ªa que el consumo cayera y los inversores se alejasen. No obstante, la econom¨ªa turca ha sorteado la crisis y estos ¨²ltimos d¨ªas, el Gobierno exhibe con orgullo las cifras de crecimiento o el buen comportamiento de la bolsa de Estambul.
Donde s¨ª ha habido un impacto es en materia de pol¨ªtica exterior. El intento de golpe de Estado ha da?ado las relaciones entre Turqu¨ªa y sus socios occidentales. En parte porque Erdogan no se ha sentido suficientemente arropado por sus aliados. En parte porque estos consideran desproporcionadas las medidas adoptadas por el Gobierno turco o incluso que van en la direcci¨®n equivocada. Aun as¨ª, se ha evitado el choque de trenes. Por ahora.
Hacer balance implica valorar qu¨¦ se ha hecho mal y qu¨¦ podr¨ªa hacerse mejor. En Ankara deber¨ªan preguntarse por qu¨¦ la derrota de los golpistas suele verse como un triunfo de Erdogan en vez de como una victoria de la democracia turca.
?Eduard Soler i Lecha? es investigador s¨¦nior de CIDOB y miembro del proyecto FEUTURE.
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