Eso de los derechos
Hay que explicar los beneficios de la propiedad intelectual y su aportaci¨®n a la sociedad
Eso de los derechos ha sido en Espa?a un asunto combatido, a veces desterrado y otras veces enquistado en pr¨¢cticas de pa¨ªs aislado y abandonado a su suerte. Me estoy refiriendo a los derechos intelectuales.
Los derechos intelectuales solo suelen ser populares en nuestro pa¨ªs por un plagio, una corruptela o un intermediario listillo que se aprovecha a perpetuidad del trabajo ajeno. No pocas fortunas se construyeron de los sue?os de los creadores y los inventores y de la expropiaci¨®n de los derechos de su talento. C¨®mo olvidar que, al final de la Guerra Civil, muchas tesis doctorales o creaciones originales no fueron firmadas por sus creadores verdaderos.
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No hemos de olvidar que en Espa?a, hist¨®ricamente, la figura del creador, del investigador o del maestro se asociaba a una suerte de malvivir dando sablazos, rogando adelantos y siendo una especie de inquilino moroso de 13 Rue del Percebe. Nada de lo citado anteriormente ha surgido ayer. Ni el descr¨¦dito actual ha surgido de la nada. Baste recordar un dicho espa?ol vigente hasta hace poco: ¡°Pasa m¨¢s hambre que un maestro de escuela¡±.
Cuando yo estudiaba y coqueteaba con la propiedad intelectual, un conocido catedr¨¢tico me dec¨ªa que qu¨¦ iba a hacer en la vida con eso del derecho de los c¨®micos. Esta era la idea que subyac¨ªa en la sociedad y en la universidad. Eso de los derechos intelectuales es cosa de los c¨®micos o de silbadores.
La pregunta es otra: ?c¨®mo hab¨ªa podido pasar esto en un pa¨ªs que hab¨ªa estado en todas las vanguardias del derecho de autor? Nunca se ha sabido explicar que el conjunto de estos derechos y que sus manifestaciones creativas y art¨ªsticas conforman el alma y el esp¨ªritu de un pa¨ªs.
Eso de los derechos intelectuales no es un mundo extra?o, complicado, limitado o de unos pocos. M¨¢s bien al contrario. ?Cu¨¢ntas veces no hemos escuchado que millones de contenidos nos los podemos descargar a toda velocidad con un solo clic? Pues bien, todo ese contenido tiene su origen en una obra y en una creaci¨®n original, y en un derecho intelectual.
Repensar el papel de los derechos en la transformaci¨®n digital es esencial para nuestro pa¨ªs y tambi¨¦n dejar de lado los enredos de los sectores implicados en sus torres de marfil. Repensar para configurar un sistema adaptado a las nuevas realidades.
No se trata de hablar de Europa o de lo que pasa en Europa, sino de ser Europa, con su armonizaci¨®n y sin asimetr¨ªas, con el cumplimiento de las directivas, y construyendo una posici¨®n consensuada pol¨ªticamente ante los nuevos desaf¨ªos regulatorios de ¨¢mbito nacional, internacional y multilateral.
Las manifestaciones creativas y art¨ªsticas conforman el alma y el esp¨ªritu de un pa¨ªs
La creaci¨®n de un nuevo sistema implica no tener miedo a abrir debates, romper inercias, perpetuadas en sistemas de viejos privilegios y a construir consensos. El ¨²ltimo consenso claro y compartido y con implicaci¨®n social y pol¨ªtica data de 1987, a?o de la modernizaci¨®n de la Ley de Propiedad Intelectual, y que supl¨ªa a la de 1879.
Es el momento de explicar a la sociedad eso de los derechos. Explicar sus beneficios y su aportaci¨®n al patrimonio com¨²n. Es el momento de explicar que la creaci¨®n debe ocupar los 360 grados de un sistema cultural con derechos basados en la proporcionalidad y no en la precariedad.
Hablar de los derechos intelectuales y de su evoluci¨®n es abrirnos a un nuevo horizonte, donde la pol¨ªtica no debe estar ajena. No podemos estar ausentes como pa¨ªs en la configuraci¨®n del mercado ¨²nico digital. Debemos repensar el nuevo papel de los derechos intelectuales en la sociedad tecno-digital. Repensarlo para dejar de tratarlo como un asunto aislado y desconectado de la agenda educativa, social, digital, cultural y pol¨ªtica.
Tenemos que ser din¨¢micos, crear una estrategia colectiva justo ahora, cuando es una realidad la desmaterializaci¨®n de los soportes, pero tambi¨¦n lo es que es m¨¢s que nunca necesaria la presencia de una comunidad creativa viva, donde nuestro patrimonio art¨ªstico tiene un gran papel que jugar.
Eso de los derechos no es un asunto vintage. Es un derecho del yo colectivo, de un nosotros como pa¨ªs, que limita al norte con la tecnolog¨ªa, al sur con la creaci¨®n, al este con el humanismo y al oeste con el conocimiento.
Con la suma de estos pilares b¨¢sicos merece la pena mirar al futuro, cuidar, mimar y ver crecer estos derechos y los otros¡ todos fundamentales.
Jos¨¦ Manuel G¨®mez Bravo es abogado experto en propiedad intelectual.
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