Siempre super¨¢ndose a s¨ª mismo
Hay cada vez m¨¢s pruebas de que Mosc¨² quiso interferir en la campa?a y de que Trump lo sab¨ªa
Lo lleva inscrito en su car¨¢cter. Y en el de su entorno. Apenas ha conseguido enmendar un estropicio, cuando un nuevo desastre viene a corregir todo lo conseguido. Han pasado los cien d¨ªas, se han superado ya los seis meses, y no hay forma de estabilizar esta presidencia, sometida a una trepidaci¨®n que busca como una necesidad la liquidaci¨®n de su titular.
Quedan lejos las iniciales y vanas esperanzas en una correcci¨®n o un aprendizaje r¨¢pidos, habituales en sus antecesores m¨¢s torpes e inexperimentados. Tampoco hay forma de obtener una divisi¨®n del trabajo en la Casa Blanca, que encapsule al presidente y limite su capacidad nociva. Constantemente aparecen contradicciones y cacofon¨ªas, entre un presidente que va a la suya y los colaboradores militares y diplom¨¢ticos, sobre todo los dedicados a la seguridad y defensa, que procuran un m¨ªnimo de estabilidad y orden, y en lo que sea posible mantener los compromisos internacionales esenciales, por encima de sus tuits alocados y sus declaraciones disruptivas.
El ¨²ltimo episodio de esta disparatada presidencia acaba de conocerse gracias a las revelaciones de The New York Times sobre los tratos entre el primog¨¦nito de Trump y una abogada relacionada con los servicios secretos y el Gobierno rusos para perjudicar a Hillary Clinton al inicio de la campa?a presidencial, hace poco m¨¢s de un a?o. El intercambio de mensajes y las explicaciones proporcionadas hasta ahora ilustran la voluntad rusa de interferir en la campa?a electoral, la no menos clara conciencia del equipo de Trump respecto a las intenciones rusas y una sospechosa concatenaci¨®n entre el contacto ruso de los Trump con las filtraciones a Wikileaks de los e-mails de Hillary Clinton y el ataque cibern¨¦tico al cuartel electoral dem¨®crata.
Contando al primog¨¦nito del presidente y a su yerno, son ya seis los personajes de su entorno sospechosos de actuar en favor del grupo de presi¨®n ruso. Tres comisiones parlamentarias y un fiscal especial se hallan trabajando sobre un asunto que crece en envergadura y suscita sospechas de la comisi¨®n de delitos de extrema gravedad, que pueden llegar hasta el espionaje e incluso la traici¨®n.
Respecto a las intenciones de Mosc¨², inicialmente se trataba como m¨ªnimo de promover el levantamiento de sanciones a las que est¨¢ sometido el r¨¦gimen de Putin, cuesti¨®n que una presidencia tan peculiar como la de Trump pod¨ªa facilitar mucho m¨¢s que la de Hillary Clinton. Es probable que el empuje electoral del candidato republicano sugiriera una capitalizaci¨®n geopol¨ªtica todav¨ªa mayor, especialmente de cara a debilitar la OTAN y dividir a los europeos. Esta es la situaci¨®n en la que se encuentra ahora la Casa Blanca, con la sospecha de la interferencia rusa que sigue creciendo. De nada han servido la primera reuni¨®n de Trump con Putin, el prop¨®sito ilusorio de mirar solo hacia adelante en las relaciones bilaterales o el desprop¨®sito de una unidad conjunta para combatir los ciberataques, de tanta credibilidad como el centro para combatir la radicalizaci¨®n creado con los saud¨ªes.
Trump, una vez m¨¢s, sigue super¨¢ndose a s¨ª mismo y dando muestras de que lo m¨¢s sorprendente todav¨ªa est¨¢ por llegar.
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