?Se marchar¨¢ Cristiano?
Los barcos de Ronaldo han ido creciendo en espectacularidad, eslora y esc¨¢ndalo cada a?o
Casi me ahogo con el abordaje al barco de Cristiano Ronaldo por unos agentes de Aduanas, dependiente de la Agencia Tributaria. Primero, me ha sentado como un jarro de agua fr¨ªa enterarme de que el barco es alquilado. Ya s¨¦ que es mejor disfrutar del barco de tus amigos que tener uno propio, pero es que no me calza que Cristiano, que es el m¨¢s rico de la isla de Madeira, no sea propietario ni de una chalana. Despu¨¦s, ?puede haber un momento m¨¢s aguafiestas que una lancha negra, de la Agencia Tributaria, apareciendo en una de las calas m¨¢s chic de Formentera dispuesta a cerciorarse de que est¨¢ todo en regla con tu yate alquilado? Adem¨¢s, con tu mam¨¢ y tus amigos asistiendo perplejos a la "visita". Desde luego que no. Record¨¦ la vez que esa misma Agencia le hizo lo mismo a la baronesa Tita Thyssen, pero no fue en alta mar sino en el puerto, que resulta m¨¢s discreto. En Juan y Andrea, el chiringuito donde Ronaldo tomaba mucha agua embotellada con Georgina, se hac¨ªan apuestas con que los tres agentes que subieron a bordo eran todos del Bar?a. Los clientes celebraban o se entristec¨ªan con que Ronaldo, tras considerar esto una humillaci¨®n, estar¨ªa sopesando un brexit duro del Real Madrid.
Hay que recordar que los barcos de Cristiano han ido creciendo en espectacularidad, eslora y esc¨¢ndalo cada a?o. Y que cada verano en la proa de esos nav¨ªos parec¨ªa un set publicitario de ropa interior masculina, chicazos mimetiz¨¢ndose con el rey del f¨²tbol, exhibiendo abdominales, depilaci¨®n extrema y calor¨ªas buenas a un punto que este verano debieron llamarles la atenci¨®n e introdujeron a un blandisexy, como llaman ahora a los gorditos en las piscinas municipales. Estas vacaciones la familia portuguesa, que obviamente no se alimenta igual que Ronaldo y Georgina, ha tenido que ver lo que jam¨¢s se imagin¨®: inspectores de la Agencia Tributaria en shorts y gruesos calcetines negros trepando al yate como corsarios. Una influencer, persona influyente, de Formentera me ha dicho que en la mini isla desean que con este abordaje Cristiano se aleje hacia otra costa del Mediterr¨¢neo. ?Mykonos?
En la otra orilla, en Am¨¦rica, preocupa m¨¢s mantener a flote la presidencia de Trump. Y el affaire del hijo del presidente con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya, a la que se?alan como infiltrada, es como otra v¨ªa de agua en el Titanic tras chocar con un iceberg ruso. El asunto podr¨ªa demostrar que la campa?a de Trump emple¨® informaci¨®n privilegiada de los rusos contra Hillary Clinton y ha puesto de moda la palabra "infiltrada" en EE?UU. Puede que la verdadera infiltrada sea Melania Trump, una agente centroeuropea en la Casa Blanca. Melania, que sabe nadar y guardar la ropa, combina los verbos ser y estar. "Porque es y est¨¢ infiltrada", me coment¨® socarrona mi amiga de Formentera.
Otro l¨ªo de parejas ha sido el no beso entre los Reyes de Espa?a y los duques de Cornualles. Forma parte ya de esta desead¨ªsima visita de Estado, que fue pospuesta dos veces y que arranc¨® el mi¨¦rcoles con un titular del Times anunciando que el exrey Juan Carlos podr¨ªa competir en amantes con el mism¨ªsimo Julio Iglesias. La revista Vanity Fair brome¨® con que esta informaci¨®n, proporcionada por uno de los peri¨®dicos m¨¢s mon¨¢rquicos del mundo, servir¨ªa de tema de conversaci¨®n durante la cena de Estado con la reina Isabel. Pero la verdad es que las diferentes tradiciones, conducir unos por la izquierda y otros por la derecha, chocaron cuando Carlos y Felipe no acertaron en c¨®mo besar a Camila y a Letizia. Una colisi¨®n m¨²ltiple. Un momento awkward, como dijo la prensa inglesa, tan inconveniente como el saludo de los polic¨ªas tributarios en el barco de Ronaldo. Una amiga de Miami se?ala que el problema est¨¢ en que Carlos no lleva bien que generaciones m¨¢s j¨®venes se hagan reyes mientras ¨¦l continua como Pr¨ªncipe de Gales y eso pone m¨¢s nerviosos a los monarcas j¨®venes, que tampoco saben c¨®mo tratarlo. Superado ese escollo, poco despu¨¦s, Felipe logr¨® impactar, esta vez s¨ª, un besazo en la pur¨ªsima mejilla de Isabel II. Las inglesas, tan pragm¨¢ticas como evitadoras del contacto f¨ªsico repentino con desconocidos, recurren a aparatosos sombreros para dificultar cualquier acercamiento o intromisi¨®n en su zona de confort. Intromisi¨®n que podr¨ªa haberse evitado, como la que se produjo en el barco alquilado y zona de confort de Ronaldo I, rey de los goles.
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