Miedo en Catalu?a
La depuraci¨®n en el Govern revela la fractura de la c¨²pula secesionista
Hay miedo en Catalu?a. Pero no un miedo general ciudadano, aunque a medida que se radicaliza el proc¨¦s soberanista crece la inquietud por su deriva autoritaria y desestabilizadora. El miedo anida en la c¨²pula secesionista.
As¨ª se ha verificado con la remodelaci¨®n del Govern de Carles Puigdemont. Primero un consejero, Jordi Baiget, confes¨® su miedo a que la estrategia seguida acabase destruyendo su patrimonio. Y ello por las responsabilidades penales o civiles subsidiarias derivadas del formato delictivo (desechando las opciones legales) con que se ha escogido convocar un refer¨¦ndum unilateral.
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Fue fulminado. Y en seguida el temor del l¨ªder de Esquerra (y vicepresidente), Oriol Junqueras, a quedarse atrapado con su firma, le llev¨® al ultim¨¢tum exigiendo fidelidad personal¨ªsima (m¨¢s que la racional lealtad pol¨ªtica) a los consejeros de la ex-Converg¨¨ncia. El miedo de Puigdemont a las fisuras de su partido y de su Gobierno hizo el resto: una remodelaci¨®n disciplinaria con car¨¢cter ejemplarizante contra los disidentes, temerosos y/o contrarios a violar la legalidad democr¨¢tica.
Siempre el miedo, aquel que ir¨®nicamente hace poco el propio president atribu¨ªa al Gobierno, aventurando que el secesionismo le doblar¨ªa la raci¨®n del mismo.
El desenlace del litigio interno, tan pr¨®ximo a los de los autoritarismos sectarios, seguidores del principio seg¨²n el cual el partido se fortalece con las depuraciones, amenaza sin embargo con filtrarse a la sociedad. Si un gobernante teme que la estrategia de su jefe arruine su patrimonio, ?qu¨¦ seguridad transmitir¨¢ el entero Gobierno a los ciudadanos? ?Qu¨¦ garant¨ªas de estabilidad democr¨¢tica, si promete leyes secretas y en rebeld¨ªa? ?Qu¨¦ futuro, mas que, al cabo, la incertidumbre?
El secesionismo liquid¨® las distintas posiciones nacionalistas, al expulsar a Uni¨®. El Gobierno de Junts pel S¨ª intent¨® luego desnaturalizar el pluralismo en el Parlamento catal¨¢n, boicoteando la iniciativa y los derechos de las minor¨ªas. Y ahora pretende cancelar a las bravas cualquier atisbo no ya de disidencia interna, sino incluso de matiz t¨¢ctico o de alerta sobre la necesidad de una m¨ªnima prudencia.
Todo con la evidente finalidad de poner la marcha directa, sin debate de ideas, sin contraste de opiniones y por la v¨ªa impositiva y disciplinaria de un refer¨¦ndum que no se sostiene sobre base jur¨ªdica alguna: que atenta contra los derechos que dice defender. La elevaci¨®n del radical Joaquim Forn en sustituci¨®n del legalista Jordi Jan¨¦ a la cartera clave de Interior presagia el fin de todo atisbo de cumplimiento de la legalidad democr¨¢tica y de los principios elementales del Estado de derecho.
No es este un equipo para acompasar ritmos, reconsiderar escenarios y reconducir el pulso al Estado y el desapego de buena parte de la sociedad catalana. Lo preside un convergente, pero desarrollando el programa de secesi¨®n expr¨¦s y anticapitalista de los antisistema, bajo las condiciones de Esquerra y los apuntes estrat¨¦gicos de un comit¨¦ de notables o sanedr¨ªn en la sombra que hegemoniza Artur Mas y uno de sus m¨¢s fieles colaboradores ¡ªel exsecretario David Mad¨ª¡ª, que tanto ha servido al Estado italiano a trav¨¦s de su alto cargo en Endesa. ?Democracia secesionista u oscuros grupos de presi¨®n irresponsables?
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