1-O

Soy madre desde hace 32 a?os, pero ¨²ltimamente he opinado m¨¢s que nunca desde esa condici¨®n. Lo m¨¢s curioso es que los motivos no han sido autobiogr¨¢ficos. Hoy tampoco lo son, porque el hecho que ha vuelto a colocar el filtro de la maternidad ante mis ojos ha sido el abandono de Neus Munt¨¦. Aunque Puigdemont no haya tenido la sinceridad, o el coraje, de explicar los motivos de su relevo, ha trascendido que la consellera de Presidencia de la Generalitat no estaba dispuesta a asumir las consecuencias penales que la convocatoria de un refer¨¦ndum como el del 1 de octubre podr¨ªan desarrollar sobre su libertad y su patrimonio. Me resulta muy f¨¢cil ponerme en su lugar, comprender su preocupaci¨®n por el futuro de sus hijas, atribuirle la ilusi¨®n con la que cualquier madre piensa en su ingreso en la universidad, la paz que todas experimentamos cuando vemos a los ni?os y ni?as de anta?o convertidos en hombres y mujeres hechas y derechas. Lo que me sorprende es que, al aceptar sus motivos, su jefe no haya calculado la cantidad de madres, y de padres, que hay en Catalu?a, su preocupaci¨®n generalizada por el futuro, la inquietud por el turbio porvenir que divisan en el horizonte y les vincula fraternalmente con todos los padres y madres de cualquier rinc¨®n del Estado espa?ol. Si Munt¨¦, que ha sido uno de los rostros m¨¢s visibles del anhelo independentista, abandona el barco antes de tiempo, ?c¨®mo espera el Govern convencer a los catalanes de a pie de las bondades y ventajas de un proceso que inspira desconfianza en sus propios promotores? Las iniciales de la fecha del refer¨¦ndum catal¨¢n se asemejan mucho al resultado de un partido de f¨²tbol, que parece perdido antes de comenzar. Me pregunto si tiene sentido salir a jugarlo.