Una visi¨®n na¨ªf del refer¨¦ndum
Ser catal¨¢n y espa?ol no son conceptos antag¨®nicos. No ser independentista no significa ser fascista ni de Ciudadanos ni del PP. Este es el momento de tender puentes, de solventar diferencias e injusticias con genuina voluntad de di¨¢logo
Ya digo de entrada que este texto me parece prescindible porque lo escribo con el ¨¢nimo del que construye una cometa y la intenta hacer volar una tarde de domingo en la que no sopla ni una gota de aire.
La situaci¨®n que vivimos en Catalu?a en estos ¨²ltimos tiempos posee particularidades que a m¨ª, y sospecho que a mucha m¨¢s gente, me parecen especialmente da?inas. Aqu¨ª enumero algunas; si¨¦ntanse libres de tachar las que quieran y a?adir las suyas.
Desde hace mucho tiempo se promueve y fomenta continuamente el desprecio hacia los otros territorios del Estado espa?ol. Esto es una especie de cansina vuelta al patio del colegio: ese es tonto; el de m¨¢s all¨¢, un vagazo. Como persona viajada que soy puedo dar fe de que la tonter¨ªa y la pereza no son patrimonio exclusivo de ning¨²n pueblo del mundo. Si as¨ª fuera, ya me tendr¨ªan pidiendo asilo en la tierra de los perezosos. La pereza est¨¢ muy infravalorada.
Otros art¨ªculos de la autora
Se anteponen, antes que cualquier debate sobre qu¨¦ hacer para mejorar la vida de los ciudadanos, las ventajas de una m¨ªtica tierra de promisi¨®n que pasa indefectiblemente por la ¡°desconexi¨®n¡± de Espa?a, que, seg¨²n sus partidarios, es algo con lo que so?amos desde la m¨¢s tierna infancia los ocho millones de catalanes, ya que vivimos esclavizados, amordazados y sojuzgados por el perverso Gobierno central.
Inciso: vamos a ver, el Gobierno central que tenemos se las trae y no voy a ser yo la que diga lo contrario. La torpeza que siguen demostrando hacia la situaci¨®n en que estamos es solo comparable a la actitud de las avestruces ante los avances de una manada de pumas. Pero de ah¨ª a hablar de esclavitud y sojuzgamiento hay un trecho. Y en un mundo donde tanta gente es esclavizada y sojuzgada de verdad, que desde el Govern se hable en esos t¨¦rminos es sonrojante.
Que existe en muchos sectores de la poblaci¨®n un sentimiento genuinamente nacionalista es innegable y merece el m¨¢ximo respeto. Personas como Puigdemont o Junqueras han confesado ¡ªy les creo¡ª la enorme ilusi¨®n que les hace la existencia de un Estado independiente. Es cuando imponen sus aspiraciones, asumiendo que todos las compartimos, cuando empiezan los problemas. No se han molestado en averiguar qu¨¦ pensamos y por qu¨¦ los que no compartimos esa ilusi¨®n.
Si los partidos lo pactan y se establece un marco legal, se podr¨¢ hacer una consulta
A m¨ª me resulta extremadamente dif¨ªcil dirimir cu¨¢les son las diferencias reales entre un partido centralista de derechas y otro catalanista y nacionalista. Ambos, con diferentes acentos y talantes, se han ocupado de crear el nefasto campo de cultivo de la corrupci¨®n institucionalizada. Que Ignacio Gonz¨¢lez y uno de los Pujol junior compartan c¨¢rcel tiene algo de justicia po¨¦tica, pero ahora necesitamos justicia de la m¨¢s prosaica para salir de este callej¨®n sin salida que amenaza con enquistarse para los restos.
El debate sobre las esencias patrias ha engullido el debate sobre qu¨¦ clase de sociedad queremos. Con la independencia, esto va a ser una mezcla de Shangri-La, Legoland y Gan¨ªmedes. Todav¨ªa estoy esperando que alguien me cuente c¨®mo va a ser la nueva rep¨²blica independiente catalana. Si alguien tiene pistas, por favor que las comparta. A m¨ª Legoland me gusta mucho, pero no quiero vivir en ella, debe de ser incomod¨ªsimo.
El baile de cifras de las balanzas comerciales e impuestos que se baraja para convencer al votante de las bondades de la absoluta necesidad de la independencia porque ¡°Espa?a nos roba¡±. Este concepto ha calado en un gran sector de la poblaci¨®n que se siente genuinamente nacionalista y que quiere y necesita encontrar alguna explicaci¨®n para la crisis econ¨®mica y que, por razones que se me escapan, est¨¢ convencida de que ser catal¨¢n es mucho mejor que ser espa?ol. Ante esto, d¨¦jenme que les d¨¦ una noticia en exclusiva: ninguna de las dos cosas es una bicoca, pero hay cosas bastante peores. Se me ocurren bastantes. Llegado este punto, honestamente yo ya no s¨¦ si Espa?a me roba m¨¢s que Amazon, Zalando o el operario que me ha soplado 400 euros por arreglarme en cinco minutos el aire acondicionado. Yo, sinceramente, me he perdido en este debate de cifras y competencias.
Hay que dejar de estar absortos en nuestro ombligo y elevar la vista m¨¢s all¨¢ de banderas y agravios
Lo peor: este estado de cosas, con amenazas apocal¨ªpticas constantes desde el Govern y el p¨¦treo ¡°no sabe, no contesta¡± desde el Gobierno, hace que no haya cabida para ning¨²n tipo de reflexi¨®n o di¨¢logo sereno. Los que no pensamos que la independencia sea la mejor de las ideas inmediatamente somos descalificados como fascistas, vendidos al Gobierno central y un sinf¨ªn de lindezas. O, en el mejor de los casos, somos invisibles y se nos barre del ¨¢gora p¨²blica. Otro notici¨®n: no ser independentista no significa ser fascista ni de Ciudadanos ni del PP. Significa simplemente que pensamos que ser catal¨¢n y ser espa?ol no son conceptos antag¨®nicos. Respecto a la consulta, si los partidos pol¨ªticos lo acuerdan, si se cambia la Constituci¨®n ¡ªque se puede cambiar¡ª y se establece un marco legal, ?por qu¨¦ no?
Pero un refer¨¦ndum convocado unilateralmente sin censo y sin ning¨²n control, con el argumento de que basta la mitad m¨¢s uno para declarar la independencia, no, gracias. Quiero recordar aqu¨ª que cuando se convoc¨® el refer¨¦ndum en Quebec, los porcentajes requeridos para una decisi¨®n de ese calibre fueron establecidos por la Corte Suprema con la premisa de que a partir de una clara y rotunda mayor¨ªa (no la mitad m¨¢s uno) habr¨ªa una obligaci¨®n por parte del resto del pa¨ªs a renegociar el encaje de Quebec en Canad¨¢.
Y ahora viene la coletilla definitivamente na¨ªf (o buenista o ingenua o boba) de este texto, lo digo por si quieren abandonar ahora: este no es el momento de crear m¨¢s fronteras, ni muros ni barreras. Este, quiz¨¢s m¨¢s que nunca en la historia, es el momento de tender puentes, de centrarnos en las cosas que tenemos en com¨²n, de solventar las diferencias y las injusticias con aut¨¦ntica y genuina voluntad de di¨¢logo, de enfrentarnos juntos, todos los europeos en un marco federal, sin distinciones de pasaportes, a los desaf¨ªos de un mundo descabezado, convulso, ardiente, complejo y terrible.
Es el momento de dejar de estar absortos en nuestro ombligo y de elevar la vista m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de lo que consideramos nuestro, m¨¢s all¨¢ de nuestras banderas ¡ªpor mucho que las amemos¡ª, nuestros agravios ¡ªpor muchos que tengamos¡ª, nuestro pasado. Yo no poseo demasiadas certezas, pero he vivido lo bastante para saber que construir, sumar y amar siempre es infinitamente mejor que destruir, restar y odiar.
Isabel Coixet es directora de cine.
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